Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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Aunque me temo que Donald Trump no se sentirá halagado con mi comparación, yo pienso que él es el ratón con la capacidad y el coraje para ponerle el cascabel a este traicionero gato chino.
Una moraleja española nos cuenta la historia de unos ratones que morían de hambre en su madriguera por el terror que les infundía un gato que amenazaba con devorarlos. Pero el más inteligente y emprendedor de ellos encontró la solución al problema. Ponerle un cascabel al gato para detectar la cercanía del felino. Esa es la situación en que se encuentran hoy los americanos que son asediados por el gato maligno del coronavirus. Aunque me temo que Donald Trump no se sentirá halagado con mi comparación, yo pienso que él es el ratón con la capacidad y el coraje para ponerle el cascabel a este traicionero gato chino.
Durante más de seis semanas los esfuerzos del gobierno se han concentrado en contener el daño del virus a la salud y la vida de los ciudadanos. A pesar de sus numerosos errores en los cálculos y los vaticinios, los expertos en cuestiones de salud han dominado la conversación. La prensa de izquierda−esa que ha visto esta pandemia como un arma para destruir a Trump−ha llegado al extremo de acusar al presidente de avaricioso y de materialista cada vez que éste ha mencionado el daño del virus a la economía y el empleo.
Pues bien, ha llegado la hora de que Trump tire el inútil frac del diplomático y se vista con su tradicional armadura de guerrero. De que vuelva a ser el belicoso y carismático candidato que arrancó la victoria de las fauces corruptas de la dinastía Clinton. De que Trump vuelva a ser Trump. De que, tal como lo ha hecho tantas veces en situaciones similares, le diga al ratoncito inocuo Anthony Fauci: "Con su aprobación o sin ella, esta economía comenzará su camino hacia la normalidad el próximo primero de mayo".
Mientras tanto, no hay dudas de que la gente se está cansando de vivir encerrada. Muchas personas parecen resignadas a respetar las restricciones hasta principios de mayo pero no más allá. La vida humana es preciosa porque es un regalo de Dios. Todos estamos de acuerdo en que debemos tomar medidas para proteger la vida. Lo que tenemos que determinar ahora es qué podemos considerar como razonable a la hora de combatir el COVID-19.
Lo que no es razonable es impedir que la gente reciba tratamiento por otras enfermedades para prevenir que se enfermen o transmitan el coronavirus. Lo que no es razonable es pedirle a las personas que renuncien en forma permanente a sus negocios o carreras para reducir la posibilidad de que los hospitales se llenen a plena capacidad. La gente muere de cáncer, de suicidio y de accidentes automovilístico. Pero tengamos presente que la gente muere también de pobreza. El analista político de Fox News, Brit Hume, lo sintetizó en forma brillante cuando dijo:"Nosotros habremos o no aplastado la curva del coronavirus; pero de lo que no caben dudas es de que, en el proceso, hemos aplastado la economía."
En los Estados Unidos, los acontecimientos se desarrollaron con extraordinaria rapidez en el mes de marzo y principios de abril. A principios de marzo muchos americanos−escépticos ante las advertencias de desastre−se negaron a paralizar su vida cotidiana. En el mes de abril, la resistencia había desaparecido. ¿Qué fue lo que cambió? El primero de marzo se había producido sólo una muerte en los Estados Unidos causada por el coronavirus.
Para el 12 de abril se había producido más de 22,000 muertes. Las estadísticas cambiaron las actitudes. Una encuesta realizada en ese momento arrojo el resultado ominoso de que el 71 por ciento de los americanos consideraban al coronavirus como una gran amenaza. El senador republicano por el estado de Arkansas, Tom Cotton, dijo al respecto: "Lo que hizo que la economía se detuviera en seco no fue la orden de un gobernador, de un alcalde o de algún burócrata en el campo de la salud. Fue, sencillamente, el temor al virus".
Pero ahora ha llegado la hora de dar marcha atrás al escenario. Determinar lo que tiene que cambiar para reducir el temor del público hasta el punto de que la gente acepte una disminución de las restricciones. Las nuevas medidas tienen que ser puestas en vigor a nivel estatal y local, en vez de a nivel federal. Lo que es bueno para Nueva York no es bueno para Star City, localizada en el Condado de Lincoln, en Arkansas.
El 14 de abril, el Condado de Lincoln tenía un total de 56 casos de coronavirus y ninguna muerte. En contraste, la ciudad de Nueva York y sus suburbios habían declarado un total de 172,550 casos y 9,453 muertes. Para complicar las cosas, el Gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, ordenó a los hogares de ancianos que admitieran a pacientes afectados por el coronavirus. Dicha orden produjo la muerte de 413 residentes de 13 hogares de ancianos en Nueva York.
Por otra parte, la devastación de Nueva York fue acelerada por otras razones Solamente en el mes de enero, llegaron al aeropuerto de Nueva York 350,000 personas procedentes de China Comunista. Esto explica la galáctica diferencia entre Nueva York y otras regiones de los Estados Unidos. Y más aún, explica la razón por la cual los modelos que fueron hechos utilizando las estadísticas de Nueva York dieron resultados tan atemorizantes y exagerados cuando fueron aplicados a nivel nacional.
Pero nada hace tan inaplazable el regreso a la normalidad como el aumento de las estadísticas de desempleo. 26 millones de americanos han perdido el empleo a causa del coronavirus. Esta es la razón principal citada por Brian Kemp, Gobernador del Estado del Georgia, para tomar la delantera en esta política del regreso a la vida normal. En contraste con lo que dicen sus críticos, Brian Kemp está siguiendo los requisitos expuestos por el Presidente Trump para normalizar la vida económica en los Estados Unidos.
Siguiendo esos requisitos, Kemp se ha asegurado de que los hospitales de Georgia cuenten con la capacidad para atender tanto a los pacientes afectados por el virus como por otras enfermedades. Al mismo tiempo, en cumplimiento de los requisitos establecidos por Trump, ha puesto en marcha un plan para duplicar las pruebas que determinen quienes son los afectados por el coronavirus.
Ahora bien, dentro de este panorama de especulación y terror, se han alzado voces de esperanza. En una entrevista con la conductora Martha MacCallum, de Fox News, el profesor de la Universidad de Stanford, Dr. Scott Atlas, manifestó: "La mayoría de las personas afectadas por el COVID-19 no corren peligro alguno de morir. Las dos terceras partes de las muertes se han producido en las personas mayores de 70 años. De hecho, el 50 por ciento de los afectados por el virus no muestran síntomas de tenerlo. Este patrón se está produciendo a nivel internacional."
Estas observaciones del Dr. Atlas son confirmadas por un reciente estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins. Dicho estudio señala el número de muertes por cada 100,000 habitantes de los diez países más afectados por COVID-19. Por ejemplo, Bélgica (62.11), España (49.63), Italia (44.09), Francia (34.17), Reino Unido (31.27), Holanda (26.06), Estados Unidos (16.77) y Alemania (7.21). Y como siempre, los mentirosos dieron estadísticas falsas. Por ejemplo China (0.33), Cuba (0.48) y Nicaragua (0.05). Para más información les adjunto el siguiente enlace:
https://coronavirus.jhu.edu/data/mortality
Cierro con la fórmula proporcionada por la comisión que asesora al Presidente Donald Trump sobre la forma de combatir al COVID-19. Los 8 pasos para el regreso a la normalidad son los siguientes: 1- Multiplicar los lugares para pruebas del virus, 2- Confianza en la capacidad de los hospitales para aceptar pacientes, 3- Mejoras en el tratamiento del COVID-19, 4- Nuevos requisitos sobre densidad y distancia social, 5- Evaluación de las condiciones por cada estado en particular, 6- Eliminación gradual de las restricciones, 7-Evaluación del progreso antes de dar el próximo paso y 8- Descubrimiento de una vacuna.
Esta fórmula no es mágica ni garantiza el éxito de la lucha, pero proporciona un arma que puede ser modificada según sea necesario dentro del proceso de esta guerra asimétrica contra el enemigo invisible, traicionero y taimado del COVID-19. Después de esto, el que todavía tenga miedo que se busque un ratón que le ponga el cascabel al gato.
4-28-20