Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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*Esta es una socorrida expresión con la cual se quiere significar que una acción ha dado los efectos exactamente contrarios a los esperados por su autor.
Donald J. Trump es sin dudas el presidente más investigado y más hostigado en la historia política de los Estados Unidos. Durante más de tres años—con dinero proporcionado por la campaña de la bruja corrupta Hillary Clinton—fue acusado de ser un agente de Vladimir Putin. El papel principal de esta tragicomedia fue hecho por Robert Mueller y una comisión de atorrantes que gastó millones de dólares y no fue capaz de encontrar delito alguno. Al mismo tiempo, fue sometido a dos juicios políticos por un Congreso controlado por los demócratas. Al final, sus enemigos no tuvieron otra alternativa que exonerarlo de toda responsabilidad.
Pero como Donald Trump, ni se cansa ni se rinde, desarrolla en estos momentos una actividad febril de cara a las elecciones parciales del próximo mes de noviembre. En ellas está apoyando a los republicanos que han abrazado su movimiento de “Make America Great Again” (MAGA) por sus siglas en inglés. Los demócratas—con toda lógica—piensan que estos son los primeros pasos de su aspiración a la presidencia en las generales de 2024 y están aterrorizados ante la alta probabilidad de sufrir una pateadura galáctica.
De ahí que se hayan dado a la tarea de acusarlo de haber instigado la revuelta del 6 de enero por sus partidarios en el Capitolio de Washington, que hayan allanado su residencia privada en West Palm Beach y que hayan llegado a la vileza de registrar el escaparate de la Primera Dama. Ningún presidente americano había sido sometido con anterioridad a esta humillación. Como sus enemigos saben que no pueden ganarle con votos, el objetivo es anularlo para que no pueda aspirar en el 2024.
Si tenemos en cuenta que el odio ciega, sus enemigos se han pasado de rosca y muy bien podría salirles “el tiro por la culata”. La situación me recuerda las palabras del Almirante Japonés Isoroku Yamamoto con motivo del ataque traicionero a Pearl Harbor en diciembre de 1941. Las declaraciones de Yamamoto fueron al mismo tiempo lapidarias y premonitorias: “Me temo que lo que hemos hecho es despertar a un gigante y llenarlo de una terrible determinación”. En el caso de Trump, una determinación que se habrá de materializar cuando sus partidarios vayan a las urnas en los procesos electorales que se avecinan.
Por otra parte, el verdadero objetivo de esta persecución no es Donald Trump. Somos nosotros—sus partidarios—que vemos en él la tabla de salvación que nos proteja del naufragio de la ley, de la libertad y de la democracia en este país. Lo que estamos viendo es la venganza del “estado profundo”. Lo que están haciendo estos miserables es demostrarnos que seremos destruidos si nos enfrentamos a ellos. Como poner en “tela de juicio” los múltiples fracasos del liderazgo del Pentágono.
Esta gentuza se salió con la suya cuando nos traicionó al permitir la entrada multitudinaria de 2 millones de ilegales por la frontera sur. Nos traicionó cuando envió nuestros mejores empleos a China Comunista. Nos traicionó cuando malgastó millones de millones de dólares en guerras estúpidas en el Medio Oriente. Nos traicionó cuando 13 miembros de las fuerzas armadas fueron asesinados en la bochornosa fuga de Afganistán a causa de la incompetencia del Pentágono. Y chúpense esta, ninguno de estos miserables ha sido despedido de su cargo por traicionar al pueblo americano.
Ahora bien, la invasión de la privacidad de Donald Trump allanando su residencia particular no debe de sorprendernos cuando los protagonistas de esa bajeza son hombres sin honor ni principios. El Secretario de Justicia, Merrick Garland, le está pasando la cuenta a Trump y a los republicanos en el Senado por haber frustrado sus aspiraciones a ser nombrado al Tribunal Supremo de Justicia. Y el torcido Director del FBI, Christopher Wray, escondió por 18 meses el disco duro de la computadora de Hunter Biden, hijo del “espanta pájaros’ que sirve de cobertura al verdadero presidente, el taimado Barack Obama.
Todo este entramado de corrupción tiene a los americanos preguntándose por qué el FBI no ha allanado otras residencias como las de Hunter Biden y Hillary Clinton. Hunter vive en una casa en California por la que paga una renta mensual de 20,000 dólares. Y más escandaloso todavía, el FBI paga una renta de 30,000 dólares mensuales por una residencia desde la cual vigila a Hunter Biden. Todos estos privilegios son pagados con los impuestos de los americanos que sudan la camisa y no les alcanza el dinero para comprar comida.
Pero Hillary le puso la tapa al pomo con sus escándalos de la venta de uranio a Rusia y de su complicidad en la muerte de cuatro diplomáticos americanos en Benghazi. En 2015, el autor Peter Schweizer, en su obra “Clinton Cash”, narra la forma en que una compañía canadiense de uranio, que necesitaba la aprobación de la entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton, donó millones de dólares a la Fundación Clinton.
Al mismo nivel de bajeza, a las 10:00 PM, hora estándar del este, del 11 de septiembre del 2012—en el mismo momento en que estaban bajo ataque los diplomáticos norteamericanos en Benghazi—la bruja corrupta Clinton estaba en el teléfono con el taimado Barack Obama. Ambos sabían lo que estaba pasando pero lo ignoraron porque se encontraban enfrascados en recaudaciones para la campaña de reelección de Obama. Una hora después, el propio Departamento de Estado emitió un comunicado condenando un inocuo video, que según ellos, provocó la masacre de Benghazi. Una soberana mentira como otras tantas con las que Hillary Clinton ha ocultado sus perniciosas fechorías.
Por su parte, dos juristas de probado prestigio han cuestionado la legalidad del allanamiento de la residencia privada de Donald Trump. Alan Dershowitz, Profesor Emeritus de la Universidad de Harvard, dijo: “Basado en lo que sé hasta este momento, fue totalmente injustificado que allí hiciera acto de presencia un sólo miembro del FBI.” Y el profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de George Washington, Jonathan Turley, declaró a Fox News: “Estos incidentes son manejados generalmente por medios administrativos.”
Hablando de la realidad política de este momento, los republicanos podrían tomar el control del Capitolio y de la Casa Blanca en el 2024. El Senado todavía está en veremos. De ser así, los requisitos y las condiciones serían propicias para desmantelar a un FBI que—con su conducta—pone en peligro a la democracia americana porque está actuando como la Stasi de Alemania Comunista y el Comité de Salud Pública de Maximiliano Robespierre.
Estas dos instituciones no dieron cuartel a los adversarios del régimen en el poder, tal como lo está haciendo el FBI en los Estados Unidos. Estas instituciones son los verdaderos enemigos de la democracia. Nadie ha votado por ellas pero se arrogan el poder para acumular privilegios y porque desprecian al pueblo. Es la forma en que actúan la mayoría de los 2 millones de empleados federales. Yo fui funcionario por once años del Gobierno Federal en Washington, pero renuncie a mi cargo porque el aire enrarecido por la intriga, la mediocridad y la mentira me impedían la respiración.
8-16-22