Alfredo M. Cepero

Director de La Nueva Nacion

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Al día siguiente de ser encauzado Donald Trump estaba jugando 18 hoyos de golf.

Donald Trump fue procesado hace una semana aquí en Miami de 37 cargos relacionados con el manejo inapropiado de documentos sensibles que se encontraban almacenados en su residencia de Mar-a-Lago, en Palm Beach, estado de La Florida. El encausamiento es la primera vez en la historia de los Estados Unidos en que un ex-presidente enfrenta cargos criminales por parte del mismo gobierno que él presidió. Los cargos son tan serios que podría ser condenado a penas tan severas como la privación de libertad.

En mis años de juventud vi una película titulada “El monstruo de la laguna negra”. A Donald Trump le ha salido al paso todo un ejército de esos monstruos, que no le perdonan la osadía de tratar de desecar el pantano pestilente de Washington donde ellos vivían y viven a sus anchas. Para vengarse de Trump, le han echado la maldición del pantano.

Por otra parte, Trump no tenía necesidad de buscarse estos problemas. Tiene fama, fortuna, mujeres bellas, una familia unida y la simpatía tanto de la izquierda como de la derecha porque a ambos los hacía objeto de su generosidad financiera. Pero cuando cometió el error de entrar al ruedo de la política le declararon una guerra sin cuartel. Ahora le dicen traidor, violador y loco. Yo digo que es un patriota que se inmola para preservar este paraíso en la Tierra que son los Estados Unidos.

Pero lo peor es la forma en que este gobierno espurio utiliza su poder para neutralizar y atacar a sus enemigos. Los actores en esta sinfonía macabra son los testaferros de Biden. El director de la orquesta es el maquiavélico Barack Obama, que tuvo una gran habilidad para esconder su odio a la nación que le dio poder, dinero y notoriedad.

Admito sin el menor reparo que Donald Trump dista mucho de ser perfecto. Nunca debió haber almacenado en su residencia personal documentos relacionados con la seguridad nacional. Pero lo mismo hicieron Clinton, Bush, Obama, Biden y hasta Ronald Reagan. Todos lo hicieron y nadie los atacó porque todos—con excepción de Reagan—fueron y son parte del pantano. La excepción fue el fumigador de cucarachas políticas Donald Trump.

Mientras tanto, quiero decirle aunque no me escuche —pero si para darme el gusto—al Fiscal Jack Smith que en este país, que es cuna de la libertad, hay dos sistemas de justicia. Uno para la demócrata Hillary Clinton y otro para el republicano rebelde Donald Trump. La Clinton borró 30,000 correos electrónicos y destruyó a martillazos su teléfono personal y nadie la molestó. Y otro para Donald Trump que hizo lo mismo que hicieron docenas de presidentes y lo quieren meter en la cárcel.

Por otra parte, muchos analistas políticos conservadores y algunos republicanos han sugerido que el encausamiento de Trump coincide con la noticia al día siguiente de que un testigo del FBI había informado en el 2020 que—mientras era vicepresidente—Joe Biden había recibido—a través de su hijo Hunter—un soborno de 5 millones de dólares de la compañía energética ucraniana Burisma a cambio de favores del gobierno de los Estados Unidos.

Al mismo tiempo, los sobornos siguieran entrando en la forma de 10 millones de dólares del magnate ucraniano Mykola Zlochevsky y otros 10 millones de dólares de corporaciones de China Comunista. Y estoy convencido de que es también la razón por la cual se permitió a los balones de China Comunista que tomaran fotos de instalaciones militares en territorio americano y se procedió—por falsas razones de seguridad—a destruirlos una vez fuera del territorio nacional sobre la playa de Myrtle Beach en el estado de Carolina del Sur.

Los adversarios por la postulación republicana—entre ellos Ron DeSantis, Tim Scott, Mike Pence y Nikki Haley—no se han sumado a la comparsa de atacarlo. Pienso que para no antagonizar a los seguidores del ex presidente. Y, sobre todo, por temor a la artillería de un hombre como Trump que no da cuartel a quienes cometen el error de enfrentársele. Al contrario, lo que han hecho es defenderlo con la esperanza de heredarlo si el ex presidente llega a ser debilitado por los ataques y se ve obligado a retirase de la campaña.

Sin embargo, corren el riesgo del soñador que “viviendo de sueños tiene la alta probabilidad de morir de desengaño”. Según una encuesta reciente efectuada el 6 de junio los ataques—en vez de debilitarlo—lo han fortalecido. Por ejemplo, en una encuesta de 450 republicanos del estado de Iowa, el 44 por ciento apoya a Trump con una ventaja del 23 por ciento  por encima de su más cercano adversario el Gobernador de La Florida, Ron DeSantis. Otros candidatos recibieron el apoyo de 6% el Senador Tim Scott, 5% el Vice-Presidente Mike Pence y 5% la ex Embajadora Nikki Haley.

Comparto en su totalidad la proposición del congresistas republicano por el estado de Iowa, Eric Burlison. En una comparecencia en la cadena Newsmax, Burlison dijo: “Llegó la hora de enfrentarnos al estado profundo”. Y agregó: “Tenemos que negarle fondos de operación al FBI y a la Secretaría de Justicia para que nos respeten y hagan lo correcto.”

Por su parte, Donald Trump confronta la tarea gigantesca de desmentir la falsedad de rumores. Razón tenía Voltaire cuando dijo: "Calumnia, calumnia, que de la calumnia algo queda". Lo que sí ha dicho Trump es que no será amedrentado por estas calumnias. Y muchos de sus partidarios nos preguntamos: ¿Qué energía extraordinaria tiene este hombre para mantenerse erguido y combativo frente a estos golpes bajos?

La respuesta la tenemos en los hechos que hablan más que cualquier diccionario. Al día siguiente de ser encauzado Donald Trump estaba jugando 18 hoyos de golf. No hay más que hablar. Su conducta lo dice todo.

6-21-23