Alfredo M. Cepero
Director de La Nueva Nacion
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Es tal el deterioro que nuestros enemigos no nos temen y nuestros amigos no nos respetan.
En las elecciones de 2020, los demócratas utilizaron a Joe Biden para bloquear la postulación de Bernie Sanders, el socialista confeso que pasó su “luna de miel” en Rusia y que es senador por el estado de Vermont. Ahora se han arrepentido porque Biden se niega a obedecerlos. Estimulado por su esposa, la “doctora” Jill y por su degenerado y ambicioso hijo Hunter, Biden se niega a seguir siendo manipulado por la izquierda demócrata que maneja desde la sombra el siniestro Barack Obama.
Nadie lo quiere pero eso no le importa al viejo degenerado que se duchaba con su propia hija y sentaba en sus piernas a la madre de esa niña—ahora la “doctora Jill’—cuando ésta tenía quince años y cuidada de los hijos de su primer matrimonio. Pero lo peor es que nadie lo quiere y no saben qué hacer con él. Según el Diccionario de la Lengua Española la frase hecha “pasar una papa caliente es pasar un problema grave e incómodo y de difícil solución, que alguien, inhibiéndose en su responsabilidad, traslada a otro”. Para los demócratas, ese problema se llama Joe Biden.
Los Biden se han enriquecido con los negocios sucios que hicieron con el Partido Comunista Chino, con Ucrania y con otros países que hoy mantienen silencio como arma de chantaje. El viejo Biden lleva más de medio siglo en política sin otro medio lucrativo conocido. En 2022 era el décimo noveno senador con más tiempo en el cargo en la historia del Senado. Se han hecho multimillonarios sirviéndose a sí mismos en vez de servir a su pueblo.
Están tan comprometidos moralmente que su política exterior está siempre expuesta al chantaje de los apandillados internacionales que compraron sus favores. Se vendieron como cerdos en el “Pantano de Washington” y prostituyeron la vicepresidencia de los Estados Unidos. Como resultado vendieron a los Estados Unidos. Son más corruptos que la pandilla mafiosa de Vito Corleone porque Corleone impuso su voluntad por el terror. Ellos traicionando a su patria. Vito era un león, Biden una serpiente del “Pantano de Washington”.
El resultado ha sido la transformación de los Estados Unidos de Primera Potencia mundial a nación del Tercer Mundo. Le suplicamos a Venezuela y a Arabia Saudita que nos vendan el petróleo que sobra en el subsuelo americano y vemos como nuestro aliado Emmanuel Macron va a besarle el anillo a Vladimir Putin. Al mismo tiempo, los comunistas chinos aumentan su poderío militar y los taiwaneses están preocupados por la probabilidad de una invasión por parte de China Comunista. Es tal el deterioro que nuestros enemigos no nos temen y nuestros amigos no nos respetan. Una parodia de “I get no respect” al estilo del cómico Rodney Dangerfield.
En la política interna la situación es igualmente precaria para Joe Biden. Según una encuesta del New York Times el 64 por ciento de los demócratas no quieren que Joe Biden aspire a la presidencia en las generales de 2024, mientras la aprobación de su desempeño como presidente es de sólo el 33 por ciento. Y peor todavía, únicamente el 13 por ciento de los americanos piensan que el país va por buen camino.
Por otra parte, la piedra que nadie esperaba es el juicio por paternidad contra Hunter Biden en Arkansas. La Casa Blanca puede bloquear los peligros originados contra los Biden en el Poder Ejecutivo pero puede hacer muy poco contra los que se originen en el Poder Judicial. Este juicio tiene la capacidad de poner al descubierto la fortuna ilícita de mafia de los Biden. El juez de Arkansas ha condenado a Hunter a pagar 20,000 dólares mensuales a una niña que se ha demostrado que es su hija y que él se había negado a reconocer.
Este caso de mantenimiento de esta niña está forzando un examen más profundo de las finanzas de Hunter en el momento en que él confronta una investigación federal sobre delitos impositivos y una investigación del Congreso sobre lucrativos negocios internacionales. Aunque los Biden han navegado siempre dentro de la impunidad, en este momento la barca podría hundirse.
Sin embargo, el presidente parece no darse por enterado. Este 25 de abril, el Joe Biden lanzó oficialmente su candidatura a la reelección. “Cuando me postulé para presidente hace cuatro años, dije que estábamos en una batalla por el alma de Estados Unidos. Y todavía lo estamos”, dijo en un video. Y agregó: “La pregunta a la que nos enfrentamos es si en los próximos años tendremos más o menos libertad. Este no es un momento para ser complaciente. Por eso me postulo para la reelección.” El anuncio del presidente se produce mientras un fiscal especial está investigando documentos marcados como clasificados que se descubrieron en su antigua oficina y en su residencia en Wilmington, Delaware.
Ahora bien, a pesar de la vulnerabilidad de Biden, es siempre muy difícil retar a un presidente que aspire a la reelección. Por eso son pocos los demócratas que se han lanzado al ruedo hasta este momento. El que podría contar con más probabilidades de confrontarlo es Robert Kennedy, Jr, el demócrata, activista antivacunas y descendiente de una de las familias políticas más famosas del país. Pero la primera en lanzar su candidatura en marzo de este año fue Marianne Williamson. La autora y consejera espiritual buscó la nominación demócrata en 2020 pero no logró ganar terreno entre tantos candidatos.
Sin embargo, todavía es muy temprano para que se cierre el proceso. La ambición de poder es más poderosa que cualquier otro sentimiento de amistad o gratitud. Hay muchos esperando la oportunidad de declararse candidatos. Entre ellos, la vicepresidente Kamala Harris; el Alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg; la senadora por el Estado de Minnesota, Amy Klobuchar; el Gobernador de California, Gavin Newsom; la senadora de Massachusetts, Elizabeth Warren y la Gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer.
Lo que necesitan estos candidatos es un Biden todavía más debilitado por sus escándalos familiares. Además, si se demostrara que no puede ganarle a Donald Trump—el tornado que más teme la izquierda demócrata—sería abandonado por la prensa que hasta ahora ha encubierto sus limitaciones. Esa sería la llave que abriría las compuertas por donde entraría la luz de la esperanza para un pueblo explotado por un presidente corrupto.
5-8-23