Por Alfredo M. Cepero

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Por lo tanto, no hay duda alguna de que el control del Senado será decidido en unos pocos estados claves.

Por estos días los republicanos han acudido a dos famosas palabras pronunciadas por Ronald Reagan para describir la forma en que ellos se sienten sobre la probabilidad de que su partido controle el Senado en las elecciones parciales que se avecinan este mes de noviembre. Esas palabras son “cautelosamente optimista.” No son exactamente las palabras que un apostador quiere escuchar cuando está buscando algo seguro en que arriesgar su dinero—pero este 2022 puede ser cualquier cosa menos un año estable en la política Americana.

En las elecciones parciales de este año—escasamente dentro de dos meses—los votantes en 34 estados asistirán a las urnas para decidir cuál es el partido que se apoderará del control del Senado. Hasta este momento, todo indica que los republicanos saldrán triunfantes—y pondrán fin al actual empate de 50-50 en que la vicepresidenta Kamala Harris emite el voto decisivo y los demócratas tienen el control de todas las comisiones.

Ahora bien, considerando la baja popularidad de Biden, ¿por qué existe esta duda sobre ganar un sólo escaño que daría a los republicanos la fuerza política que necesitan para neutralizar la agenda del presidente por los próximos dos años? La realidad es que los republicanos están a la ofensiva mientras los demócratas están a la defensiva. Los demócratas tendrán una ventaja financiera, pero los republicanos tienen el mensaje y la energía en el camino que conduce a las elecciones de noviembre. Además, Nevada y Arizona—donde los actuales senadores demócratas están enfrascados en una apretada contienda con sus retadores republicanos—podrían convertirse en triunfos para el partido del elefante.

Por otra parte, aunque las probabilidades de éxito de los republicanos parecen debilitarse en Georgia y en Pensilvania—me refiero a los escaños del republicano Pat Toomey en Pensilvania y el demócrata Raphael Warnock en Georgia—“yo pienso” que la marea nacional favorable a los republicanos aumentará las probabilidades de triunfo de los dos candidatos de este partido en las elecciones de noviembre. Este “yo pienso” es lo que tiene nerviosos a muchos conservadores en Washington—pero, a pesar de todo, los republicanos parecen tener ventaja en este momento.

Con la inflación en dobles dígitos, la puerta abierta de la frontera sur y la inseguridad en cuanto a la turbulencia de la guerra entre Rusia y Ucrania los demócratas tienen sobradas razones para temblar ante la batalla por el Senado. Jugar a la defensiva para un presidente con un nivel de popularidad por el suelo a sólo dos años de haber sido electo no es una tarea fácil. De hecho, un promedio de encuestas nacionales compiladas por la organización cibernética FiveThirtyEight mostró un deplorable nivel de aprobación de Biden de 57 por ciento de rechazo frente a 38 por ciento de popularidad. Este el peor desempeño para un presidente en funciones desde la presidencia de Harry Truman en 1946, año en que la inflación campeaba por su respeto en el país y los comunistas estaban a punto de apoderarse de Europa Oriental. El lema de los republicanos en aquellas elecciones parciales fue “estamos cansados”. “Voten por los republicanos”. Los votantes lo hicieron y el partido del elefante se apoderó del control de la Cámara de Representantes y del Senado por primera vez en 16 años.

Pero los demócratas se niegan a comparar aquel año de postguerra de 1946 con este 2022. Ellos argumentan que, a pesar del bajo nivel de popularidad de Biden, los niveles de apoyo de su partido frente a los republicanos muestran que ambos están separados únicamente por uno o dos puntos. Los demócratas afirman que esto se debe al énfasis de los republicanos en cuestiones sociales. Especialmente, regulaciones más estrictas sobre el aborto a nivel estatal después de la decisión del tribunal anulando el fallo de Roe v. Wade. Y, muy importante, la influencia del ex presidente Donald Trump apoyando a candidatos en las primarias republicanas que podrían tener un atractivo más limitado a la hora de enfrentarse a candidatos demócratas en las elecciones generales.

Pero, según el rotativo vocero de la izquierda, The Washington Post: “A pesar de la debilidad de algunos de sus candidatos, los republicanos tienen una mayor probabilidad controlar el Senado. Porque anteriores elecciones han demostrado que es muy difícil obtener muchos puntos por encima de los puntos de aprobación del presidente”. La aprobación deplorable de Biden en los Estados en que los escaños del Senado serán más discutidos quiere decir que los demócratas tendrán que superar ese patrón para tener una mínima esperanza de salir vencedores. Por lo tanto, no hay duda alguna de que el control del Senado será decidido en unos pocos estados claves.

Abundando en el tema, de los 35 escaños que serán decididos en noviembre, 21 son republicanos y 14 demócratas. Dos de ellos son el resultado de elecciones especiales: Es altamente probable que los votantes en California elijan a Alex Padilla a un término completo de seis años. El gobernador Gavin Newsom lo nombró al Senado el año pasado como sustituto de la Vicepresidenta Kamala Harris. Y en Oklahoma, el Representante Markwayne Mullin tiene garantizada su victoria sobre el Senador conservador Jim Inhofe, quien se retira dos años después de haber sido reelecto por cinco períodos.

Por otra parte, cinco senadores republicanos—Richard Shelby, de Alabama, Roy Blunt de Missouri, Richard Burr, de Carolina del Norte, Rob Portman, de Ohio y Pat Toomey, de Pensilvania—comparados solamente con un Senador demócrata, Patrick Leahy, el decano del Senado, que se retira después de 48 año en  la Cámara Alta. En tres de estos cinco estados con escaños republicanos a debatir el partido del elefante debe de triunfar con facilidad.

En Alabama, Katie Britt, asistenta de Shelby por muchos años, es considerada la ganadora en un estado que no ha elegido a un senador demócrata desde 1992. Por su parte, los republicanos de Missouri respiraron con tranquilidad cuando su Fiscal General, Eric Schmitt, ganó las elecciones primarias frente al republicano controversial Eric Greitens, quién era considerado como un probable perdedor en las elecciones generales del mes de noviembre. En Ohio, el exitoso escritor J.D. Vance—autor de “Hillbilly Elegy”—domina las encuestas en un estado que votó abrumadora por Donald Trump en 2016 y 2020.

En la gélida Alaska, la senadora por tres períodos Lisa Murkowski—a quién Donald Trump ha jurado derrotar—se encuentra en una apretada contienda contra la ex Comisionada de Administración, Kelly Tshibaka, una favorita del ex Presidente. Según, Larry Casey, administrador de numerosas contiendas senatoriales en Florida y Nueva York: “El control del Senado se decidirá en unos pocos estados. Y en muchos de los estados, podrían producirse cambios en las últimas dos semanas de la campaña”.

De todas maneras, todo indica en este momento que los republicanos despojarán a los demócratas de 4 escaños en el Senado y eso es suficiente para controlar la Cámara Alta. Esa es, precisamente, la ola roja en la que se ahogarán los jinetes del partido del burro que han sumido al país en la miseria, la criminalidad y la anarquía. “El que la hace la paga”, y esta gente tiene que pagar la destrucción intencional  y generalizada que han perpetrado contra este país.

9-6-22