Alfredo M. Cepero

Director de La Nueva Nacion

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Por la libertad han muerto miles de millones de hombres y mujeres desde los tiempos de las cavernas.

En el curso de la historia ha habido diversos tipos de imperios. Cada potencia imperial tenía diferentes metas para sus colonias. De hecho las naciones imperialistas tenían cuatro formas de control: colonia, protectorado, esfera de influencia e imperialismo económico. Pero había un factor común: Todas explotaban a sus colonias. La metrópolis daba las órdenes y las colonias obedecían.  

La excepción ha sido—a pesar de algunas manchas—los Estados Unidos y sus luchas por la libertad en el mundo. Aquí recurro a Jose Martí: “El sol, con ser el sol, tiene sus machas, los agradecidos ven la luz, los desagradecidos ven las machas”. Esos desagradecidos hablan del “imperialismo yankee”, un término que utilizan para referirse despectivamente a los Estados Unidos. Esto, para cuestionar la influencia de EEUU en otros países, en lo político, social y económico. La realidad ha sido muy diferente, pero a ella volveremos más adelante. Ahora hablemos de los que conocemos como verdaderos imperios.

EL IMPERIO ROMANO

Uno de los más antiguos fue el imperio romano. La República Romana se convirtió en el Imperio Romano en el 27 a. C. cuando el hijo adoptivo de Julio César, mejor conocido como Augusto, se convirtió en el gobernante de Roma. Augusto estableció una forma de gobierno autocrático, donde él era el único gobernante y tomaba todas las decisiones importantes.

En su momento cumbre, el Imperio Romano abarcó: Casi toda Europa occidental. Los Balcanes. Las costas del mar Negro. Casi toda la actual Turquía, Siria y Chipre. El levante entero del Oriente Próximo (Palestina, Israel, Jordania). El norte africano (desde Egipto hasta Marruecos).

En septiembre de 476 d.C., el imperio romano en Europa occidental, el súper-estado centralizado que había existido durante 500 años—pero que se había estado derrumbando bajo las invasiones de vándalos, ostrogodos y visigodos—dejó de existir.

EL IMPERIO BIZANTINO

El Imperio bizantino estaba constituido por todos los territorios orientales que pertenecían al Imperio romano. Fue creado en el año 395, cuando se separaron definitivamente los territorios romanos occidentales y orientales. Su auge y caída marcan el inicio y el fin de la Era Medieval. Se extendía por Italia, Grecia y Turquía junto con porciones del norte de África y el Medio Oriente.

EL IMPERIO ESPAÑOL

Se denomina Imperio español al conjunto de territorios de España o gobernados por las dinastías reinantes de España, sobre todo los 300 años entre los siglos XVI y XIX. El reinado de Felipe II se caracterizó por la exploración y la expansión global, a través principalmente de los océanos Atlántico y Pacífico. De esta manera, España se alzó como la mayor potencia de Europa, y su imperio alcanzó su cenit. De este  imperio se decía que era “el imperio en el que nunca se ponía el sol”. Un imperio tan vasto que trascendía  diferentes áreas geográficas para que el sol siempre brillara en su territorio.

EL IMPERIO SOVIETICO

La Unión Soviética comenzó su andadura en 1922 con únicamente cuatro repúblicas, Transcaucásica, Ucrania, Rusia y Bielorrusia. En 1925, Azerbaiyán se convirtió en la quinta nación del bloque socialista y un año más tarde, Georgia y Turkmenistán, se anexionaron al grupo soviético.

Uzbekistán (1924), Tayikistán (1929), Armenia, Kazajistán, Kirguistán (1936), Letonia, Lituania, Moldavia y Estonia (1940). Polonia, Rumania  y el oeste de Alemania en 1945. Seguidamente, la caída del muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, y posteriormente el intento de golpe de estado fallido contra Gorbachov condujeron a la desintegración de la URSS.

CAUSAS DE LA CAÍDA DE LOS IMPERIOS.

Los imperios pueden desaparecer tanto por causas internas como por causas externas. Las principales causas internas son la división política y administrativa, las guerras civiles, el deterioro de las costumbres y la decadencia de los principios morales. Las principales causas externas son los conflictos de intereses con otros estados, el gasto militar y la invasión de ejércitos extranjeros.

¿EXISTE AÚN HOY LOS IMPERIOS?

Sí, todavía existen, pero toman la forma de imperialismo cultural o económico. Tampoco toman la forma de agresión militar para controlar territorio. Las culturas más desarrolladas y las naciones más poderosas son muchas veces imitadas por las naciones y culturas que las rodean. Por ejemplo, las películas de Hollywood traducidas a otros idiomas y la música norteamericana han estado presentes por años en los cines y los Night-clubs del Continente Americano.

EL IMPERIO DE LA LIBERTAD

No hay bien más preciado para cualquier ser humano que el bien de la libertad. Por la libertad han muerto miles de millones de hombres y mujeres desde los tiempos de las cavernas. Su mayor valladar ha sido la obsesión de hombres perversos por controlar la libertad de otros para ponerlos al servicio de sus intereses y sus ambiciones. Los tiranos no tienen escrúpulos en privar de libertad a sus súbditos. Los cubanos podemos dar testimonio de esta sideral ignominia.   

Pero, como toda regla tiene excepciones, los americanos han sido—desde la Declaración de Independencia de 1776—los campeones de la libertad no solo en su propia tierra sino en los más remotos rincones del mundo. Han luchado y muerto por la libertad de otros pueblos sin poner condiciones. Jamás se han apoderado de un metro de terreno en la misma tierra sobre la que han derramado su sangre. El “anti yankee” que me diga que los americanos se apoderaron de Puerto Rico, le sugiero que le pregunte a los puertorriqueños que votaron en los plebiscitos de 1967, 1993 y 1998.

Por otra parte, en dos ocasiones, jóvenes americanos han cruzado el muro del Atlántico—que los protegía de los conflictos europeos—para restaurar la libertad en varias naciones de Europa. En la Primera Guerra Mundial más de 320,000 soldados americanos se inmolaron por la libertad de los pueblos europeos. Pero el más devastador de todos los conflictos fue la Segunda Guerra Mundial. En ella perdieron la vida más de 400,000 soldados de los Estados Unidos.

Al mismo tiempo, ni la geografía ni la distancia han sido obstáculos en la sagrada misión de defender la libertad. En las inhóspitas selvas asiáticas, más de 36,000 jóvenes americanos se inmolaron para que los sudcoreanos disfrutaran de libertad. Las estadísticas macabras alcanzaron la cifra de 756,000 soldados americanos muertos en estos tres conflictos.

EL PLAN MARSHALL

No contentos con liberar pueblos, los americanos han contribuido a su desarrollo económico. El Plan Marshall para la reconstrucción de Europa envió ayudas económicas por valor de unos veinte mil millones de dólares. El viejo continente había quedado arrasado desde las costas del Atlántico hasta los Urales y desde los fiordos noruegos al norte de África. La guerra había costado más de 50 millones de muertos. Europa había perdido la mitad de su industria. La destrucción de numerosas ciudades, pueblos e infraestructuras de todo tipo (puentes, carreteras, vías ferroviarias, tendidos eléctricos...) dejó al continente convertido en un enorme solar repleto de escombros.

LA RECONSTRUCCIÓN DE JAPON.

Y como la libertad peligra cuando los hombres no tienen pan, los americanos financiaron el desarrollo hasta de sus enemigos de la víspera. Después de la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos lideró a los Aliados en la ocupación y rehabilitación del estado japonés. Entre 1945 y 1952, las fuerzas de ocupación estadounidenses, dirigidas por el general Douglas A. MacArthur, promulgaron amplias reformas militares, políticas, económicas y sociales. A tal punto, que el Japón que perdió la guerra en 1945 compite hoy con su vencedor, los Estados Unidos, en la industria, el comercio y hasta en los mercados internacionales. Quienes lo duden sólo tienen pasar revista a los millones de automóviles japoneses que circulan en las carreteras del mundo, incluyendo las americanas.

7-18-23