Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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Nancy Pelosi se puso las botas de Patton o de Grant en contraste con la cobardía de los eunucos que han hecho del Pentágono una jaula de mariquitas.
Contra todos los vaticinios y frente a todas las amenazas el avión que transportaba a la Presidenta de la Cámara de Representantes de los EE.UU. Nancy Pelosi y su comitiva aterrizó en la madrugada del 2 de agosto en el aeropuerto de Taipei, capital de la disputada Isla de Taiwan. Su conducta demuestra que la Pelosi no se dejó intimidar cuando China Comunista amenazó con derribar su avión en pleno vuelo. Es más, al momento de su aterrizaje, 21 aviones militares de China Comunista violaron el espacio aéreo de Taiwan. Pero el asunto no pasó del ruido de los motores porque—a pesar de sus bravuconadas—los comunistas chinos saben que no están preparados para enfrenar el poderío militar de los Estados Unidos. En ese momento, Nancy Pelosi se puso las botas de Patton o de Grant en contraste con la cobardía de los eunucos que han hecho del Pentágono una jaula de mariquitas.
Como era de esperar, los políticos y los medios no se cansan de especular sobre los motivos de esta mujer para avanzar una iniciativa que le ha granjeado críticas tanto en China Comunista como en los Estados Unidos. Yo no voy a adentrarme en esa tierra movediza porque la Pelosi es un verdadero enigma. Me recuerda, en gran medida, las declaraciones de Winston Churchill durante un programa de radio transmitido en octubre de 1939, en plena Segunda Guerra Mundial.
A una pregunta del periodista sobre cuál sería la conducta de Rusia, Churchill contestó: "No puedo adelantarle las acciones de Rusia. Es un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma, pero quizá haya una clave. La clave es el interés nacional de Rusia”. Quizás la clave de este viaje sea el interés personal de Pelosi de que nos olvidemos de los “cuernos” que acaba de ponerle su marido.
Por otra parte, las primeras declaraciones de Pelosi al descender del avión revelan el motivo ostensible del viaje, que no es necesariamente el verdadero. “En la actualidad, el globo confronta una decisión entre la libertad y el despotismo. El compromiso de los Estados Unidos de mantener la libertad tanto en Taiwan como en el resto del mundo es inquebrantable”.
Acto seguido citó la “Ley de Relación con Taiwan” por la cual los Estados Unidos pueden proporcionarle armas pesadas para su defensa y que todavía sirve de base a las relaciones entre los dos países. Pero, irónicamente, bajo la política de “Una sola China” los Estados Unidos se comprometen a auxiliar a Taiwan—pero sin la promesa de una participación directa—en caso de que China Comunista decida invadir a la isla. Una filosofía ampliamente conocida como “ambigüedad estratégica.”
En los Estados Unidos, el viaje de Pelosi a Taiwan ha sido motivo de elogios por parte de líderes conservadores. Gordon Chang, un experto en China Comunista, declaró en el programa de Laura Ingraham, en Fox News, que la visita de Pelosi a Taiwan había constituido “un gran día para América”. 25 senadores republicanos, encabezados por el líder de la minoría en el senado, Mitch McConnell, emitieron una declaración elogiando el viaje de la Pelosi a Taiwan. En parte de la misma dijeron: “Este viaje está en concordancia con nuestra política de ‘Una China”, con la cual estamos comprometidos. Pero nosotros estamos también comprometidos—ahora más que nunca—con todos los elementos de la Ley de Relaciones con Taiwan.”
Por su parte, el rotativo izquierdista “New York Times” restó importancia al viaje declarando que era únicamente “un gesto simbólico”. Yo le digo a ese vocero de la izquierda fanática que para gente que vive en un estado inseguro y totalitario el simbolismo lo es todo. Es más, para gente en la región, en el mundo y en los Estados Unidos las palabras de Pelosi llevan el mensaje de que este país no se dejaría intimidar.
Como de costumbre, Biden tenía que meter la pata, al mismo tiempo en que defendía los intereses de una China Comunista con la que han hecho negocios sucios la mafia de los Biden. A éste vejete corrupto no le conviene molestar a sus amos. El mes pasado Biden puso en dudas la conveniencia del viaje de Pelosi a Taiwan. Biden sugirió que el Pentágono pensaba que ese viaje estaba lleno de riesgos. Y dijo: “Los militares piensan que ese viaje no es una buena idea.”
Algunos se preguntarán cómo es posible que yo me solidarice con la conducta de una mujer a la que he atacado en numerosas ocasiones. La respuesta es simple. En los negocios y en la política —dos actividades donde debe de reinar el pragmatismo—la razón debe de predominar sobre la emoción. El viaje de Pelosi debilita a la izquierda y divide al Partido Demócrata, dos cosas que nos benefician a los conservadores. Con su viaje a Taiwan, Nancy Pelosi ha desafiado a la Casa Blanca e ignorado las amenazas de los líderes del Partido Comunista de China. Eso es para mí suficiente motivo a para aplaudir la iniciativa de Pelosi aunque la rechace como política.
Y prueba al canto. El 30 de marzo de 2020, escribí en las páginas de La Nueva Nacion: “Pelosi es una hipócrita congénita que se proclama católica y obtiene fondos públicos para el aborto, que dice defender a los pobres y no comparte con ellos un solo dólar de su gigantesca fortuna, que se opone a un muro en la frontera sur y vive en una mansión amurallada, que se opone a la pena de muerte de criminales convictos y es cómplice en el aborto de más de 650,000 criaturas inocentes todos los años, que odia y obstruye al Presidente Trump y dice rezar por él. ¡Hay que tener “bemoles” para defender tamañas contradicciones!”
Volviendo al viaje, Pelosi le ha puesto banderillas al toro inescrutable de Xi Jinping y ha demostrado que el apoyo al Comité Central del Partido Comunista Chino es inconsistente con la izquierda de estos tiempos modernos. Y por actuar de esta manera, el establecimiento de la izquierda ha desenfundado sus cañones para apuntar—no a China Comunista sino a Nancy Pelosi. Ahora ella ha regresado al pantano de Washington aguijoneada por advertencia de periodistas y expertos en China sobre el daño a largo plazo que su visita ha infringido a la izquierda y aplaudida con desgano y en contadas ocasiones por los legisladores de un Partido Republicano que la considera su peor enemiga.
8-9-22