Por Alfredo M. Cepero

Director de La Nueva Nación

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Una prueba más de la convulsionada justicia del esperpento decrépito que deambula sin rumbo por la Casa Blanca.

El seis de enero de 2021 se cruzaron los caminos Ashli Babbitt y del Teniente de la policía del Capitolio de Estados Unidos, Michael Byrd. Ashli protestaba—sin otra arma que sus derechos ciudadanos—contra la trampa electoral en que le robaron las elecciones a Donald Trump. El polizonte Byrd apuntó con su pistola Glock a la mujer desarmada, esgrimió el gatillo, y puso fin a la vida de Ashli. Para el ladrón de Joe Biden y de su resentido Secretario de Justicia, Merrick Garland, todo fue rápidamente archivado en la gaveta de  “borrón y cuenta nueva.”

¿QUIEN ERA ASHLI BABBITT?

Ashli era una veterana de 35 años de edad de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos residente de San Diego, California, que operaba un negocio de piscinas con su esposo Aaron. Ashli no  había viajado a Washington con fines terroristas sino para participar en la convención “Mujeres por América Primero” que se llevaba a cabo en la Ellipse. Estaba allí para ejercer lo que ella consideraba como el derecho a la libertad dado a todos nosotros por nuestro Creador.

¿QUIEN FUÉ SU ASESINO?

El Teniente Michael Byrd confesó después del asesinato que le disparó a Ashli sin ver sus manos, asegurarse de sus intenciones o siquiera identificarla como una mujer. Las manos de Ashli estaban en alto, vacías y a la vista de Byrd y otros policías. Un dato interesante es que los poderes de Byrd han sido suspendidos en más de una ocasión con anterioridad al fatídico seis de enero de 2021 por no cumplir las regulaciones sobre armas de fuego.

Este hombre debió haber sido sancionado por el flagrante de delito de matar a una mujer desarmada. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Fue exento de toda responsabilidad y ascendido de Teniente a Capitán. Una prueba más de la convulsionada justicia del esperpento decrépito que deambula sin rumbo por la Casa Blanca.

EL DEPARTAMENTO DE LA INJUSTICIA

Con un total descaro y violando su función de administrar justicia para todos los americanos, el Departamento de Injusticia presidido por Merrick Garland, se ha dedicado a proteger la familia mafiosa de los Biden y a perseguir a los adversario del presidente, sobre todo al expresidente Donald Trump. Por lo que no puede sorprender que haya exonerado de toda responsabilidad al asesino de Ashli Babitt.

DONALD TRUMP DENUNCIA EL ASESINATO

“Ashli Babitt era una gran patriota. Su asesino es un cobarde a quién trataron de mantener en el anonimato. Un rufián que hizo alarde de su fechoría en una entrevista para la NBC. No fue un héroe sino un cobarde. Ashli Babitt fue asesinada.” Por su parte, la congresista Marjorie Taylor Greene, Republicana por el Estado de Georgia, denunció ante la Cámara de Representantes los abusos contra los Partidarios de Trump, incluyendo el caso de Ashli Babitt.

NO SE SALVÓ NI LA MADRE DE BABITT

En el colmo del ensañamiento la Policía del Capitolio arrestó a la madre de Babbit, Micki Witthoeft, en el segundo aniversario de su muerte. 

AL FÍN SE HIZO LA LUZ

El cinco de enero de este año, el Presidente de Judicial Watch, Tom Fitton, presentó una demanda por “muerte injusta” contra la Policía del Capitolio, el Teniente Michael Byrd y el Gobierno Federal  en la cantidad de 30 millones de dólares a nombre del esposo y de la herencia de Ashli Babitt. La demanda alega que Michael Byrd incurrió en una negligencia cuando disparó su arma contra Ashli Babitt, partidaria del Presidente Donald Trump.

Según Tom Fitton: “Los hechos hablan por sí mismos. Ashli fue emboscada por Byrd cuando viajó a Washington con el único de participar en una reunión de partidarios del Presidente Trump.” Eso es lo que ocurre cuando el odio se impone sobre la razón.

01-14-24