Alfredo M. Cepero

Director de La Nueva Nacion

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En el Pantano de Washington todo es personal y predomina la política de “sálvese el que pueda”.

Los americanos que creen que el ex presidente Donald Trump no tiene probabilidad alguna de ser reelecto presidente están muy lejos de conocer la naturaleza humana. Trump es un populista y un político carismático. En los momentos de caos en las sociedades ese tipo de líder aumenta su atractivo, tal como lo hicieron Mao, Stalin, Mussolini y Hitler. Todos ellos llegaron al poder porque sus países estaban revueltos.

En los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt se aprovechó de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial para consolidar una cantidad inmensa de poder y los americanos lo premiaron con cuatro períodos presidenciales, el único presidente que ha logrado semejante proeza.

En un artículo en The Spectator, el historiador Niall Ferguson—generalmente partidario de Trumpseñala que Da Silva en Brasil. Netanyahu en Israel y Anwar Ibrahim en Malasia todos han confrontado serios problemas pero han sido electos de nuevo. En tiempos de desastre los votantes quieren acción rápida por encima de cualquier otra consideración. Dicho en forma directa, los pantalones predominan sobre las ideas.

Y eso es precisamente lo que Trump promete. Pondrá fin a las crisis de Ucrania en un solo día, devolverá la prosperidad a los obreros y solucionará en un santiamén la crisis en las fronteras. Su lema podría ser muy bien como el de aquel político cubano cuyo pasquín rezaba: “Este es el hombre.”

La prensa zurda y parcializada ignora totalmente la personalidad de Trump y lo ha definido como un “mentiroso patológico.” Pero eso no tiene importancia porque la opinión pública no cree ya las mentiras de una prensa desprestigiada. En la actualidad, la opinión pública está determinada por lo que la gente quiere creer, no por las ideologías que promueven los personajes que defienden sus particulares puntos de vista.

Mientras Trump tenga la capacidad de seguir hablando mantiene la alta probabilidad de regresar a la Oficina Oval de la Casa Blanca. Y el hecho de que el presidente Biden ya no es capaz de procesar información, y mucho menos exponer los problemas complicados, ayuda considerablemente al expresidente Trump.

Sin embargo, Trump confronta dos grandes obstáculos en su campaña por la reelección.  El primero es el Procurador Espacial Jack Smith, que está investigando la conducta de Trump en los acontecimientos del 6 de enero en el Capitolio Nacional al igual que los documentos clasificados en su residencia de Mar-O-Lago. Smith es un personaje del Pantano de Washington que está muy consciente de que perderá poder si no recomienda un enjuiciamiento. Por lo tanto, lo recomendará. En el Pantano de Washington todo es personal y predomina la política de “sálvese el que pueda”.

El otro obstáculo es el Gobernador de la Florida Ron DeSantis, quién es aceptable para la mayoría de los republicanos y tiene la capacidad de llevar a cabo una campaña exitosa. Pero en este momento Trump está bien adelantado en las encuestas por la postulación republicana y parece obsesionado por convertirse de nuevo en el hombre más poderoso del mundo.

Por lo tanto, aquellos que lo desprecian deben de tener miedo y, sobre todo, prepararse para un Trump pasándoles las cuentas a sus enemigos desde su despacho en la Oficina Oval. Donald Trump está muy lejos de haber muerto porque los muertos no hablan y él sigue hablando hasta por los codos. Los muertos—en el ámbito político—los pondrán los enemigos de Trump.

8-15-23