Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com

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Que si el barco sigue a la deriva terminaremos en el naufragio de esta nación excepcional que es la más libre, poderosa y próspera de la Tierra.

La gritería es cada vez más intensa, más salvaje y más desconectada de la realidad. Como ustedes habrán comprobado, el aniversario de los acontecimientos del 6 de enero no califica siquiera como una nota al margen porque—desde un punto visto histórico—ese día no se produjo nada de importancia. Si pensamos con detenimiento las elecciones presidenciales no fueron anuladas. El gobierno no fue derrocado. Aunque algunos hablen de una hecatombe ni un solo funcionario electo fue lesionado. La única muerte fue la de Ashley Babbitt—una veterana de la Fuerza Aérea y ardiente partidaria de Donald Trump—que entró desarmada al Capitolio. De hecho, ninguno de los supuestos “insurrectos” portaba armas. ¿Cuál y donde fue la última vez que se produjo una insurrección como esa? En los Estados Unidos jamás.

El decrépito Joe Biden le dijo al país que, desde el punto de vista simbólico, el seis de enero fue peor que la Guerra Civil Americana. Biden se estaba refiriendo a la guerra para liberar a los esclavos negros donde murieron más de un millón de americanos blancos. El 6 de enero fue peor que la Guerra Civil porque alguien desplegó una inofensiva bandera americana. Todo esto es absurdo como absurdos son Joe Biden y su “jinetera” vicepresidenta Kamala Harris. De hecho, es tan absurdo que no voy a perder el tiempo refutándolo. Es algo tan desacreditado como si Joe y Kamala pudieran ser aún más desacreditados. Eso sería un imposible metafísico.

El descrédito de esta gentuza está desplegado a plena luz del día y todo el mundo—con excepción de la prensa mentirosa que los ampara—conoce los sórdidos detalles de su corrupción. La Mafia de los Biden y su capo Joe compiten en maldad con la mafia descrita por Mario Puzo en su novela de El Padrino. El más conocido de estos personajes es el hijo degenerado Hunter y su trato de “protección” de MIL MILLONES de dólares con los jerarcas del Partido Comunista Chino. El resto del elenco está personificado por los hermanos del presidente, Jim y Frank Biden. Estos dos facinerosos se han robado fondos de proyectos de viviendas en Iraq y no han perdonado siquiera al pueblo miserable y hambriento de Haití. Según declaraciones de Tony Bobulinski, ex socio de Hunter, el viejo Joe Biden recibía el 10 por ciento de todos estos robos.

La otra “joyita” en este teatro de la corrupción es Kamala Harris. Esta mujer empezó su carrera política a los 29 años de edad como amante de Willie Brown, un hombre de 60 años que era alcalde de San Francisco y Presidente de la Asamblea Estatal de California. Kamala no es sólo ignorante sino racista, izquierdista y trepadora. Afortunadamente es tan anodina que hasta los propios demócratas la rechazan.

Por otra parte cabe preguntarnos: ¿Por qué esta gente habla solamente del 6 de enero cuando hay tantos problemas urgentes por resolver. Se aferran a este tema porque están al nivel de la desesperación. Saben que sufrirán una paliza en las parciales de 2022. El reciente discurso de Biden en Atlanta estuvo por debajo de la ética  de un presidente. Califico de racistas a todo el que se opone a sus planes de federalizar la legislación electoral. Esto les permitiría hacer las trampas electorales que mantendrían en el poder a un partido demócrata que se ha convertido en la cueva de los militantes de la izquierda vitriólica y que ha perdido su tradicional atractivo entre los obreros y la clase media.  

Para complicarles las cosas, el año transcurrido desde que Biden y su pandilla se robaron la Casa Blanca, ha sido un absoluto y total desastre. Aunque es muy difícil enumerar todos los errores cometidos por Biden y los titiriteros que lo controlan, pasemos revistas a los diez principales: La peor crisis fronteriza en la historia de los Estados Unidos. La retirada desastrosa de Afganistán. El derroche de MILES DE MILLONES de dólares en la politización de la lucha contra el Covid 19.

Siguiendo con los errores, la mayor inflación en los últimos 40 años. La promoción de políticas a favor de la extrema izquierda y contraria a los intereses del pueblo americano. La debilidad ante la agresión rusa en Ucrania. El permiso para la venta de combustible ruso a Alemania. La cancelación del oleoducto de Keystone y la guerra contra los combustibles fósiles en este país. Los mandatos inconstitucionales sobre vacunas al tiempo en que los negocios confrontan históricas escaseces de empleados. La intimidación por el FBI de los padres que objetan el contenido de las clases impartidas a sus hijos. Y la incapacidad de reducir los altos niveles de criminalidad en las principales ciudades americanas.

Donald Trump, por su parte, nos ha proporcionado datos que demuestran con incuestionable claridad el robo perpetrado por los demócratas en las elecciones de 2020. Analicemos esos números. ¿Puede alguien concebir que Joe Biden haya obtenido más votos que Barack Obama entre la población de raza negra en las grandes ciudades de estados indecisos, pero no en otras ciudades? ¿Puede alguien creer que Biden haya perdido 18 de los 19 condados más populosos del país; así como haya sido derrotado en 27 de los 27 distritos indecisos de la Cámara de Representantes y, como por milagro, haya recibido la mayor cantidad de votos en la historia americana sin que su victoria haya beneficiado a otros candidatos demócratas? ¿Es posible pensar que Biden haya perdido los estados de la Florida, Iowa y Ohio pero, que a pesar de todo, haya ganado las elecciones, algo que nunca se ha hecho con anterioridad?

Regresando al presente, los demócratas tienen justificados motivos para estar aterrados. Existe la  alta probabilidad de que los republicanos recuperen el control de las dos cámaras en las parciales de este año. En las generales de 2024, el banco republicano cuenta con numerosos candidatos con el potencial de obtener votos para ser electos presidentes. Entre ellos, Ron DeSantis, Mike Pence, Ted Cruz, Nikki Hailey, de SC y Greg Abbott de Texas. En trágico contraste, el banco demócrata está desierto. A pesar de sus innegables carismas, los demócratas no pueden postular a Bernie Sanders ni a Elizabeth Warren porque ambos recordarían el fracaso de la izquierda promovida por Biden. Están en tan malas condiciones que han sacado del “baúl de los desastres” a Hillary Clinton y han llegado al punto de ponerle como compañera de fórmula a la guerrerista Liz Cheney, hija del corrupto Dick Cheney, cuyo capital se calcula en 89 millones de dólares.

En cuanto a las encuestas, el panorama no puede ser más ominoso  para Joe Biden y sus apandillados. El acreditado Rasmussen Reports daily Presidential Tracking Poll informa que sólo el 31 por ciento de los probables votantes votarían por Biden en este momento, mientras que el 62 por ciento lo rechaza. Pero todavía más importante es la estadística que revela que solamente el 30 por ciento de los encuestados considera que el país se dirige en la dirección correcta.

Otro elemento a considerar es el de una prensa farsante que proyectó como líder a un anciano decrépito refugiado en un sótano del estado de Delaware. Confrontados con la opción de sufrir pérdidas cuantiosas  como resultado de seguir encubriendo la corrupción e ineptitud de Biden o parar la hemorragia financiera, la  prensa han decidido abandonarlo. Por eso ya no vemos a Hunter por parte alguna y Biden ha pasado de las falsas promesas a las amenazas histéricas. Mientras tanto, Barack Hussein Obama está contemplando con impotencia la desaparición de su sueño de convertir el primer periodo de Biden en el tercer período de Obama. Este racista solapado se debe de estar defecando en la madre promiscua que lo parió.

En mi opinión, este pais no puede resistir otros tres años de miseria y totalitarismo en lo interior y de retos por parte de Putin, Xi Jinping y los clérigos iraníes, en lo internacional. Existe la alta probabilidad de que los ineptos de Joe y Kamala no terminen los cuatro años de su mandato. Una vez que los republicanos recuperen el control de ambas cámaras en 2022 estarían justificados y capacitados para aplicarle a Biden la Enmienda 25 de la constitución de los Estados Unidos. Los demócratas le hicieron la vida un picadillo a Donald Trump y ahora les toca el turno a los republicanos de poner en práctica la frase de: “El que a hierro mata a hierro muere.”

¿Qué es la Vigésima Quinta Enmienda? La enmienda número 25 de la Constitución principalmente fue diseñada para sustituir a un presidente que, por cualquier motivo, no pueda desempeñar los deberes de su cargo. Después de observar a un delirante Biden, nadie en su sano juicio podría afirmar que éste esperpento esté desempeñando a cabalidad los deberes de su cargo. El Congreso propuso formalmente la Vigésima Quinta Enmienda en 1965 y la enmienda se convirtió en parte de la Constitución en 1967 luego de que 38 estados la ratificaron. Al final, dicho proceso debe de ser aprobado por las dos terceras partes de ambas cámaras del Congreso.

En conclusión, los doce meses de desgobierno de este arquetipo de la maldad, la corrupción y la  ineptitud nos han demostramos que navegamos en un barco sin capitán ni brújula. Que si el barco sigue a la deriva terminaremos en el naufragio de esta nación excepcional que es la más libre, poderosa y próspera de la Tierra.

1-18-22

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