Por Angélica Mora

Nueva York

 

"Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé
En el quinientos seis, y en el dos mil también..."

En 1934, el argentino Enrique Santos Discépolo escribió el magistral Tango "Cambalache" y a pesar del tiempo transcurrido, no hay que quitarle una coma a la actual situación de caos que vive el mundo. No aprendemos, y por el contrario, agregamos más carga negativa a la humanidad.

Lo terrible del caso es que últimamente una fuerte y arrolladora corriente trata de imponer a la fuerza sus propios criterios, obligando  al resto a aceptarla como elemento de la verdad absoluta. Lo último que se ha impuesto es aceptar el "Transgénero", que es un término que representa a aquellas personas que no se sienten identificadas con el sexo biológico que tuvieron al nacer.

Con el paso de los años se han acuñado otros términos relacionados con éste, tales como el diminutivo "trans" o las palabras intergénero, género fluido, entre otras. Este tipo de persona tiene diferentes formas de expresar su situación y obliga al resto a aceptar como algo natural los efectos del cambio.

Existen varias interpretaciones del significado de transgénero. Normalmente son personas que se sienten fuera de las normas de género convencionales. Ser transgénero no invoca ninguna orientación sexual, pues los transgénero pueden identificarse también como gay, heterosexual o bisexual. Otro término derivado de los llamados cambios es la pansexualidad, que como
todas las etiquetas LGBTQ, se puede entender de diferentes maneras.

Sin embargo, la organización no gubernamental estadounidense de defensa queer, la Gay and Lesbian Alliance Against Defamation (GLAAD por sus siglas en inglés) define ampliamente ser pansexual como "sentirse atraído por todas las identidades de género o atraído por personas sin importar el género". En griego, "pan" se traduce en "todos" y, por lo tanto, el término "pansexual" se puede entender como una identidad sexual que se utiliza para describir la atracción hacia personas de todos los géneros, más allá de los parámetros masculino-femenino.

Que conste que no tengo nada en contra de los homosexuales y sus variantes, pero lo que molesta es la imposición de los criterios. Hay aberraciones tales como madres, que luego de dar a luz, dicen que van a esperar que el bebé decida su propio sexo.

¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro que un gran profesor!

Ni que hablar en la política. Hay millones en Estados Unidos que hoy lamentan no haber apoyado lo suficiente al ex presidente Donald Trump en su propósito de mantenerse como mandatario en las elecciones pasadas. Esto de debe a que en USA -e internacionalmente- la izquierda domina y se traga países enteros en su afán de dominio absoluto.

España es un triste ejemplo y ni que decir de América Latina, estrangulada por la influencia de Cuba y su nefasto Eje del Mal: Nicolás Maduro en Venezuela, Alberto Fernández en Argentina, aunque la que sigue mandando es Cristina Fernández. Bolivia con Luis Arce, pero quien manda es Evo Morales. En Nicaragua está la fatídica pareja en el mando desde hace décadas de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Mundo al revés

Uno de los actuales ejemplos de abuso e imposición del empleo de los medios informativos  es el caso de la entrevista del Príncipe Harry y su esposa Meghan Markle con la famosa "periodista"Oprah Winfrey. Harry y Meghan renunciaron a sus títulos nobiliarios como parte del acuerdo de separación de la familia real, aduciendo que querían vivir en una forma más privada.

Sin embargo, el 7 de marzo la pareja concedió una explosiva entrevista con Oprah en la televisión estadounidense, que también se divulgó en el Reino Unido. Acusaciones de racismo e indiferencia de la Corona impactaron al mundo y los temas  siguen candentes a más de un mes de ocurrido el encuentro. Lo que muchos sí están de acuerdo es que el foro de Oprah no era el más apropiado para tener este tipo de discusiones. Por todo esto, el tango "Cambalache" tiene una vigencia extraordinaria en estos días...

Camalache

Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé
En el quinientos seis, y en el dos mil también
Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafa'os
Contentos y amarga’os, valores y dublé
Pero que el siglo veinte es un despliegue
De maldad insolente, ya no hay quién lo niegue
Vivimos revolca'os en un merengue
Y en un mismo lodo, todos manosea'os

[Verso 2]
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor
¡Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador!
¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplaza’os (¡Que va a haber!), ni escalafón
Los inmorales nos han iguala'o

[Coro]
Si uno vive en la impostura
Y otro afana en su ambición
Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos
Caradura o polizón

[Verso 3]
Qué falta de respeto, qué atropello a la razón
Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón
Mezcla'o con Stavisky, va Don Bosco y La Mignon
Carnera y Napoleón, Don Chicho y San Martín
Igual que en la vidriera irrespetuosa
De los cambalaches se ha mezcla'o la vida
Y herida por un sable sin remaches
Ves llorar la Biblia junto a un calefón

[Verso 4]
Siglo veinte, cambalache, problemático y febril
El que no llora, no mama; y el que no afana, es un gil
Dale nomá', dale que va
Que allá en el horno nos vamo' a encontrar
No pienses más, sentate a un la'o
Que a nadie importa si naciste honra'o

[Coro]
Da lo mismo el que labura
Noche y día como un buey
Que el que vive de las minas, que el que roba, que el que cura
O está fuera de la ley
Vivimos revolca’os en un merengue
Y en un mismo lodo, todos manosea’os