Angelica Mora
Nueva York

 

Argentina, una nación ganadera por excelencia, se ve hoy fuertemente afectada por la falta de carne. El gobierno de Alberto Fernández, en su ineptitud para tratar de contener la inflación galopante, ordenó reducir en un 50% las exportaciones de vacuno, prohibiendo la salida de siete cortes vitales al exterior.

Posiblemente, lo que ha hecho el Ejecutivo de la Casa Rosada es jugar a los cambios, pero sin llegar a resultados concretos que puedan realmente solucionar la crisis alimenticia de la población. Y lo más peligroso es que -de paso- ha frenado la mayor parte de la economía del país. El Ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, aseguró recientemente que "la prioridad absoluta es que no falte carne en la mesa de los argentinos”, pero no indicó cómo los ciudadanos encontrarán el dinero para adquirirla.

La crisis de la carne se viene arrastrando en la nación andina desde los gobiernos de Cristina Fernández, e incluso de su marido, Néstor Kirchner, quien gobernó entre 1975-2010. Hoy el actual Ejecutivo pretende poner en marcha un Nuevo plan Ganadero, bajo la dirección de los Ministerios de Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca.

Sin embargo, la mira del gobierno de Alberto Fernández está dirigida políticamente a los próximos cinco meses, ya que afrontará elecciones parlamentarias de medio término en noviembre. Con un cronograma electoral en mente, el mandatario vive actualmente el espejismo de una posible mejoría económica a través de una revitalización del consumo, cosa imposible de lograr en tan corto plazo.

Mientras tanto, el campo y la gente que trabaja en los frigoríficos no están conformes y se siente un nuevo viento de descontento, con la amenaza de nuevas medidas de fuerza, como marchas o posibles paros, que auguran todavía días peores. "Hay que priorizar el bolsillo de los argentinos”, resumió Kulfas, la cosa es que no explicó cómo hacerlo.