Dr. Fernando Dominguez

 

En términos generalmente aceptados, las profesiones humanas se pueden clasificar en dos grandes áreas: las que pertenecen a las "Ciencias" y las que pertenecen a las "Artes".

"Ciencia" es un conjunto de relaciones de causa-efecto, establecidas mediante la observación, el experimento o ambas cosas. Las Matemáticas, la Física, la Biología y la propia Economía son buenos ejemplos. La excepción al cumplimiento de esas leyes descubiertas, escritas y catalogadas es un fenómeno muy raro y cuando ocurre causa asombro y genera una curiosidad científica para poder explicarlo y comprenderlo.

"Arte" es la aplicación de gustos, principios, acciones, métodos, procesos, para obtener un resultado que satisfaga al "artista" primero y a los demás seres humanos que lo vean, aprecien, comprendan, y compartan esos gustos, después. Ello genera seguidores y antagonistas. Está basado en la apreciación subjetiva. La pintura, la escultura, la literatura, la cinematografía son ejemplos elocuentes de un Arte.

Hay un terreno en el medio porque la aplicación de las Ciencias al manejo humano en ciertas profesiones y actividades como la Atención Médica, la Economía, la Arquitectura consiste en aplicar los principios, las leyes científicas, combinando los efectos de aplicar unas leyes con otras, induciendo efectos que contradicen o limitan otros efectos para atemperar o estimular ciertos resultados predeterminados. Así se consiguen innovaciones asombrosas. Un avión es más pesado que el aire, pero combinando acciones de otras leyes físicas se consigue que permanezca volando.

Esto da pie, como en toda actividad humana, a las evaluaciones del ejercicio de la profesión. De ahí surgen las "segundas opiniones" en la Medicina, las críticas y el apoyo a las soluciones económicas, que llamamos "políticas económicas", la crítica literaria, la cinematográfica, la teatral, entre otras muchas.

Las segundas opiniones y las apreciaciones no tienen lugar, ni sentido alguno, cuando se trata de medir los resultados. En el caso de la Economía y las políticas económicas, que se ocupa de las proporciones en la aplicación de las leyes económicas, hay un fenómeno muy distorsionador: la política.

El progreso medible en el estado de la Economía Nacional no importa lo que diga el vendedor de la política específica o sus contrarios, ese es el único verdadero criterio, al igual que en el aparato de aire acondicionado, o en el resultado del tratamiento médico.  Su resultado favorable o desfavorable, no importa lo que diga el vendedor de esa política o sus competidores, es la prueba ácida.

El gran efecto influyente de la vida socioeconómica es la política. Los partidos políticos son agrupaciones de individuos ligados por aspiraciones, intereses y objetivos comunes. La inspiración de ellos es lo que comúnmente llamamos ideología, ese amalgamado conjunto de elementos que define la forma y manera de ver la naturaleza, la vida social, las aspiraciones, los objetivos y otros muchos detalles, que determinan que los individuos sientan atracción o repulsión por lo que un partido político proclama, programa y acciona.

A partir de ese instante surgieron dos términos desconocidos anteriormente: la derecha y la izquierda. Aquellos decididos a impulsar cambios basados en sentimientos justicieros más que racionales, se agruparon en la izquierda y aquellos más propensos a conservar los valores tradicionales, más preocupados por los resultados, en la derecha.  Los autores conservadores se dedicaron a estudiar los valores intrínsecos de la libertad que significa libertad de concurrencia, de comercio, de contratación laboral y se definió la ideología conservadora, llamada de otras muchas maneras, pero esencialmente libertad, que lleva implícita la mínima coerción y, por tanto, el gobierno mínimo, solo es indispensable para mantener la administración, defender al país y ayudar a los incapacitados, dejando toda iniciativa productiva en manos privadas, los dueños del capital inversor y creadores de la eficiencia y del ejercicio supremo de libertad individual y colectiva.

En la orilla contraria se agruparon los propensos a asegurarle protección a las clases sociales menso privilegiadas, dependientes de trabajar para otros, aspirantes a ejercer la ingeniería social, desfacedores de los entuertos que produce la espontaneidad libertaria, y administradores de un poder público que debía regular la iniciativa privada a favor de asegurarle a la mayoría, no poseedora de capital, un nivel de vida y subsistencia mínimo, condiciones de trabajo y vida independientes de su posición en la vida productiva, edificaciones con regulaciones que permitan que los menos favorecidos vivan lo mejor posible, y todo lo que de ello se desprende en educación, asistencia médica y socio-económica, seguridad social, y otras.

Mientras que la evolución del pensamiento político fue relativamente lenta desde los inicios de la civilización, a partir de ese instante surgieron ideólogos del asalto al poder en beneficio de una redistribución violenta de la riqueza social que terminó en el extremo comunista: borrón y cuenta nueva social. Despojo de las riquezas a quienes las poseen, a favor de distribuirlas "igualitariamente" entre los que no las poseen, borrar las diferencias sociales mediante la desaparición de los poseedores y finalmente hacer infinito ese asalto al cielo, creando una sociedad comunista igualitaria, con un partido político único y monopolista del poder, desapareciendo la vida espiritual y religiosa, consagrando todas las mentes en servir a ese grupo "elegido" que tiene, detenta y utiliza el monopolio del poder, de la fuerza, de la violencia, todo ello bautizado "la dictadura del proletariado".

Previa a esa violenta sustitución del orden social hubo los que llamamos "socialistas utópicos", siempre enfocados al igualitarismo (obsesión izquierdista que como un virus original, genera todo lo demás) que bucólicamente llegaron a pensar que los mares se convertirían en limonada, las lágrimas en perlas y otras lindezas similares, que finalmente desembocaron en la violencia extrema de toda Revolución, fusilamientos en masa, hambre masiva, campos de concentración y muerte lenta que han costado millones de muertes.

Independientemente (y sin ignorar el altísimo costo humano de esa supuesta sociedad) de todo eso hay un fenómeno que los ideólogos ocultan deliberadamente. Ese tipo de sociedad "igualitaria" no produce resultados ni medianamente satisfactorios. La mismísima clase social "humilde" vive mucho peor que en el capitalismo mercantil; todos, absolutamente todos, los indicadores de la Economía Nacional son inferiores en términos absolutos y relativos a las Economías de Libre Mercado, el nivel de vida global es inferior, el desarrollo científico es inferior, la prosperidad es dudosa, el nivel de vida es una vergüenza. Solamente falta cerrar los ojos y comparar a una sociedad con otras, sin siquiera saber subjetivamente los nombres. Y no hablemos de la tiranía que ocurre automática e inmediatamente, cuando un grupo de personas tiene un poder absoluto sin dar cuenta de sus actos a nadie y una sociedad entera tiene que aceptar "gustosamente" lo que le ordenan.

Ahora hay una nueva mentira: el socialismo "democrático" que nadie sabe qué significa pues la base existencial del socialismo impide ese concepto de democrático, ya que democracia es participación, mientras que el socialismo es exclusión. Independientemente de las mentiras propagandistas de los regímenes socialistas, todos con una clase dirigente corrupta por el ejercicio eterno e indiscutido del poder.

En otras palabras: es un diseño social fracasado que no funciona, no ha funcionado y no puede funcionar en ninguna parte, porque está basado en la fuerza, en el voluntarismo indiscutido de los que mandan, en el sojuzgamiento de los supuestos liberados, en la más fracasada utilización de las tecnologías de producción y distribución, en la ausencia absoluta de la competencia como fuerza motivadora del desarrollo y la eficiencia y en la ausencia de la participación del alma humana para mejorar la familia y la vida social.