Por Carlos Sánchez Berzaín

Intdemocratic.org

 

Someter a un pueblo por la fuerza y la violencia, concentrar todo el poder en una persona o grupo violando los derechos humanos y las libertades individuales para detentar el poder indefinidamente con terrorismo de Estado es dictadura, y constituye en el siglo XXI el más grave de los crímenes contra la humanidad, la paz y la seguridad. La existencia de dictaduras es la principal causa de crisis de nuestro tiempo que el sistema internacional tiene la obligación jurídica y la necesidad política de cesar.

El orden jurídico internacional está fundado en el reconocimiento y garantía de los derechos humanos con el objetivo de mantener la paz y seguridad internacionales. Como resultado de la Segunda Guerra Mundial, los estados como principales sujetos del derecho internacional han renunciado al concepto absoluto de soberanía dando lugar a un sistema jurídico internacional al que están integrados en sus conductas y las de sus gobiernos, obligados al cumplimiento de principios y normas de vigencia universal que no están desprovistas de coerción.

La polarización entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) terminó con la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, y se resume como el triunfo del capitalismo sobre el comunismo. La disolución de la Unión Soviética culminó formalmente con la independencia de las quince republicas que la integraban entre el 11 de marzo de 1990 y el 26 de diciembre de 1991 y fue la terminación de la dictadura comunista más grande del mundo que acabó también la guerra Fría.

El llamado triunfo del capitalismo contra el comunismo es fundamentalmente un hecho político que marca la victoria de la libertad contra la dictadura, la prueba de que en libertad el ser humano puede vivir mejor, producir más y tener desarrollo superior. No es solo una cuestión económica, se trata de un sistema de organización política, es el triunfo de la democracia sobre la dictadura, de la libertad sobre la concentración y el abuso del poder, de la naturaleza humana sobre el crimen.

La implosión del comunismo y la disolución de la URSS fue la derrota de las dictaduras como sistema y la prueba de que esta forma de detentar el poder termina en miseria, subdesarrollo, violencia y dependencia, porque se trata de un sistema criminal fundado en la comisión e institucionalización de delitos de acción continuada, que se repiten indefinidamente con fines de continuar detentando el poder para tener impunidad.

Con estas evidencias tan claras, la cuestión es porqué en el siglo XXI las dictaduras en lugar de extinguirse se han expandido en las Américas y se han reposicionado en el mundo. Al comenzar este siglo la única dictadura de las Américas era la de Cuba que con el socialismo del siglo 21 convirtiendo el castrismo en castrochavismo se ha expandido en Venezuela, Bolivia y Nicaragua, habiendo controlado Ecuador con Rafael Correa y controla además los gobiernos para dictatoriales de México, Colombia, Chile y Brasil. En el mundo se han reafirmado las dictaduras de China, Corea del Norte e Irán y se ha establecido la de Rusia y satélites, además de la alarmante situación en África donde más de la mitad de los países pueden ser señalados como dictaduras con más de 7 golpes de estado en los últimos años.

Las dictaduras perjudican a los pueblos, son una anormalidad, son ilegales, pero fundamentalmente son un crimen. La naturaleza criminal de las dictaduras está señalada por la Carta de las Naciones Unidas, por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, por los documentos constitutivos de organismos regionales como la Organización de Estados Americanos, por el Estatuto de Roma, por la Convención de las Naciones Unidas conta la delincuencia Organizada Trasnacional o Convención de Palermo y muchos más tratados y normas internacionales, y en las Américas por la Carta Democrática Interamericana, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca TIAR y más.

El hecho de que las leyes no se cumplan no quiere desaparece su vigencia, representa fundamentalmente que los responsables de hacerlas respetar no están cumpliendo sus obligaciones por razones de conveniencia, de decisiones políticas o de cualquier tipo, que en todo caso les resultan perjudiciales. Las normas internacionales violadas por las dictaduras son tan vigentes que sirven para señalar la condición de dictaduras y ubicarlas en la zona del crimen.

Para tratar de disfrazar su naturaleza criminal, las dictaduras plantean y sostienen narrativas de falsificación: las castrochavistas de las Américas se declaran “antiimperialistas”, las africanas y las rusas “nacionalistas”, la China es “popular y comunista”, la de Irán es “teocrática”, la de Corea del Norte “de autoconfianza nacional” o familiar. Pero sus características son las mismas: violación de derechos humanos y libertades, concentración total del poder, terrorismo de Estado y sus consecuencias de presos políticos, tortura, exilio y crímenes.