Por Pedro Roig

 

CAPÍTULO VIII

De regreso a Pinar del Río, Antonio Maceo dio inicio a una de las más brillantes campañas de la guerra de independencia. La Sierra de Rosario y en especial los montes del Rubí en las cercanías de la bahía de Cabañas se transformaron en bastiones de la libertad de Cuba.

En este macizo montañoso Maceo estableció su base de operaciones para pelear a la defensiva. Su experiencia táctica percibió una topografía adecuada para establecer sitios donde situar escalonadamente  los mejores tiradores, creando en la densa vegetación, un ágil baluarte defensivo que haría sangriento y difícil el avance español por aquellos caminos que serpentean las montañas cubiertos de bosques y manigua. Allí  se peleó con brutal violencia.(1)

COMBATE DE CACARAJÍCARA

El 14 de abril Wayler dio inicio a la ofensiva en las montañas del Rubí. Ese día las columnas del general Suárez Inclán y los coroneles Villa y Valcárcel se desplegaron por distintos caminos hacia el campamento mambí situado en el llamado “Peladero de Tapia”

Los españoles sostuvieron el ataque hasta el 26, en que se replegaron a sus bases de aprovisionamiento, sin haber podido desalojar a los insurrectos de aquellas formidables defensas. El mismo día 26, Weyler ordenó que todas las columnas, luego de abastecidas reanudaran el ataque.(2). Esta nueva ofensiva culminó el 30 de abril en el reñido combate de Cacarajícara.

El avance español se inició a las 9 de la mañana. Peleando por cada palmo de tierra, los mambises se retiraban a las nuevas emboscadas. Maceo los esperó en la cuarta línea de defensa, colocada en el centro del camino, amurallado de peñascos y malezas bravías. Allí se aguardó en silencio por más de quince minutos. Dice Miró Argenter, que se oyó perfectamente la frase de un oficial enemigo. “¡Alto la infantería!”que tenía la misión de adelantar la pieza de artillería para despejar el camino.

Maceo alzó la cabeza y  pudo distinguir, a pocos pasos del parapeto que ocupaba, dos hileras de soldados con las armas prevenidas y disparó su rifle dando inicio al combate. Los españoles replicaron con una lluvia de balas. Pocos momentos duró el fuego cubano. Las municiones se agotaron completamente. En esta crisis, Maceo y sus oficiales echaron mano a los revólveres”.

 En ese difícil momento, se presentó el coronel Juan Ducasse, con  tropa veterana  de 150 hombres bien armados y con los millares de cartuchos salvados de la expedición de la goleta, “Competitor”.” Eran esos 10,000 tiros los primeros recibidos por Maceo desde que iniciaron la campaña de Pinar del Río.” (3) Con este refuerzo se detuvo el avance español.

Al amanecer del primero de mayo las fuerzas españolas se retiraron a su base de Bahía Honda. La impresión causada y los comentarios en los círculos coloniales de la de La Habana por las noticias de los combates de 30 de abril, nos los transmite Goicochea en sus Memorias: En Cacarajícara (Vuelta Abajo), se ha librado un combate entre la columna de Suárez Inclán y numerosas fuerzas insurrectas, que tenían allí un gran campamento atrincherado. De la manera que dieron la noticia y de las explicaciones del Estado Mayor deducimos los profanos que aquello ha sido un nuevo desastre que sufre el ejército”.

El 4 de mayo Maceo desplegó una emboscada en el camino de Vega-Morales. El general Manuel Piedra comenta en sus memorias:  “El primero en romper el fuego fue el general Maceo, y casi al mismo tiempo las fuerzas que iban sobre la retaguardia de los españoles comenzaron el ataque. El efecto producido por aquella brusca y doble acometida tuvo que ser, en los primeros momentos de estupor y sobresalto. (4) Al fin la columna española logró salir del barranco donde sufrieron la emboscada mambisa retirándose precipitadamente del desfiladero de desolación y muerte.

Las acciones de Cacarajícara y de Vega Morales nos ilustran él tipo de guerra que la topografía imponía sobre los combatientes en aquellas montañas pinareñas y que sin duda favorecen a los mambises.

LA MALARIA Y LA FIEBRE AMARILLA

Durante los meses de mayo, junio y julio, Maceo rechazó las distintas columnas que trataron de aniquilarlo en aquellos baluartes montañosos. Entrada la temporada de lluvias disminuyeron notablemente las operaciones del ejército español, diezmado ya por las enfermedades tropicales que se multiplicaban en esa época del año.

La malaria y la fiebre amarilla hacían terribles estragos en las filas españolas. El médico español Larrancerezo publicó en el periódico “The Lancet”, de Londres que el año 1896 tuvieron las tropas españolas 232,000 soldados y oficiales enfermos(5).

LA EXPEDICIÓN DE RIUS RIVERA

El 23 de junio combatiendo en las lomas de Tapia, Maceo fue herido en la pierna izquierda. Mientras convalecía recibió noticias de que el mismo día 23 había desembarcado en playa Las Canas la expedición conducida por el general Joaquín Castillo Duany y el Coronel Francisco Leyte Vidal con valioso material de guerra.

El 8 de septiembre desembarcó por la caleta de Maria la Gorda en la costa sur de Pinar del Río, la expedición que trajo a 37 hombres con el general Juan Ruis Rivera, que traía un formidable cargamento de armas y equipos de guerra.

El 25 de agosto partió Maceo hacia Cabo Corrientes llevando 300 hombres. A marcha forzada llegó Maceo al campamento de los expedicionarios donde Maceo abrazó a su viejo amigo puertorriqueño, el general Juan Rius Rivera, en medio del regocijo de la tropa. Con Rius Rivera venía Panchito Gómez Toro, el hijo del General en Jefe.

Los expedicionarios trajeron también noticias tristes. Con ellos llegó la confirmación de la muerte en un combate, de José Maceo, acaecida el 5 de junio de 1896.  Antonio Maceo, escribe Miró, testigo presencial de la escena” devoró en silencio la terrible noticia… La tropa desfiló muda a recogerse en el vivac, como si un fúnebre redoble de tambores hubiese impuesto silencio” (6). Antonio Maceo quedó profundamente entristecido por la noticia de la muerte de su querido hermano.

Debidamente aprovisionada, la columna insurrecta emprendió la marcha hacia la sierra del Rubí. En La Habana Weyler ordenó a sus generales que cerraran el paso de Maceo hacia las montañas.(7) Los generales Melguizo, Bernal, Echagüe y Suárez Inclán, al frente de unos 8.000 hombres y artillería se movilizaron para cumplir las órdenes de Wayler.

COMBATE DE CEJA DEL NEGRO

El 4 de octubre las columnas del general Bernal y el coronel Granados interceptaron a las fuerzas de Maceo en las cercanías de Viñales.El combate se inició alrededor de las 8 de la mañana. La primera impresión era de que las fuerzas cubanas estaban cercadas. Maceo, con certero golpe de vista, descubrió un macizo elevado, cubierto de vegetación que se llama “Ceja del Negro” y donde él intuyó que se decidiría el encuentro. Para los cubanos era un lance de vida o muerte.

El general Piedra comenta en su historia militar: “A poco de haberse establecido en Ceja del Negro, le dio el general Bernal dos formidables arremetidas, llegando en una de ellas hasta desbaratar una de las formaciones avanzadas de sus defensores e introducir la confusión y el desorden en otra, al extremo que tuvo que personarse el propio Maceo a reprimir aquel principio de pánico entre sus gentes (8).En esta acción, Maceo, hizo derroche de heroísmo, animando a sus hombres y dando las órdenes pertinentes para sostener las posiciones y organizar el contraataque.

En varios puntos se peleaban cuerpo a cuerpo. Los soldados de Vidal Ducasse, abriéndose paso por dentro del monte, cayeron sobre la artillería española que apuntaba contra los tiradores emboscados en el encinar de la Ceja, y tal fue el ímpetu de aquel ataque que la dotación de artillería quedó deshecha, muertos también los mulos, capturada la cureña, rotos los tirantes que sujetaban el cañón, y hubo forcejeo entre cuatro soldados insurrectos y varios infantes españoles sobre el cañón ya inútil. Lograron llevárselo los españoles, pero dejaron la cuerda y las ruedas en poder de los mambises”(9).

Rius Rivera, con su legendario coraje, cargando a fondo, capturó las acémilas del Cuartel General español. Esta acción precipitó el desenlace de Ceja del Negro al sembrar el desorden en la vanguardia del general Bernal que optó por retirarse al cercano fuerte de Murguía.

Ceja del Negro resulto ser uno de los mas sangrientos combates para el Ejercito Libertador. Maceo contó 42 muertos y 185 heridos entre sus soldados. Los españoles tuvieron más de 500 bajas entre muertos, heridos y prisioneros. En el campo de batalla, los mambises capturaron un improvisado hospital de sangre donde hicieron prisioneros a 26 soldados españoles que fueron debidamente atendidos y enviados a sus hospitales en Pinar del Río.

En “Ceja del Negro” se demostró, el coraje y genio táctico de Antonio Maceo. Muy fuerte de cuerpo y carácter, su enorme carisma probó ser factor decisivo en los momentos más difíciles de la pelea. El 8 de Octubre sostuvo un reñido combate con el General Echagüe, en Galalón, y dos días después se internaba victorioso en las montañas del Rubi, completando con todo éxito el rescate de la expedición de Rius Rivera.

LA RECONCENTRACIÓN DE LOS CAMPESINOS

Obviamente fracasado en sus planes de poner fin a la guerra en un corto plazo, Weyler ordenó a ciento de miles de campesinos a abandonar sus fincas y sembrados que les brindaban casas, higiene y alimentos necesarios para las familias y ser obligados a hacinarse en terribles campamentos de muerte, sin vivienda, comida, ni facilidades higiénicas, rodeados de cercas, alambres de púas y soldados.

Esta orden fue aplicada en un principio a Pinar del Río y posteriormente se extendió al resto de la isla. Esta orden es la más inhumana y polémica de todas las dictadas por Valeriano Weyler durante su mando en Cuba. La Reconcentración impediría a los insurrectos recibir comida y dar valiosa información a los mambises. Al final fue un criminal fracaso, que se estima, mató a más de 300 mil campesinos y contribuyó a justificar la intervención de Estados Unidos en la guerra.

OFENSIVA DE MÁXIMO GOMEZ Y CALIXTO GARCIA

Aprovechando el hecho de que Weyler, para proteger la industria azucarera, había concentrado un enorme ejército en las provincias de La Habana, Matanzas y Pinar del Río, los generales Máximo Gómez y Calixto García iniciaron en octubre 16 de 1896, una fulminante ofensiva en en las provincias orientales.

Por razones históricas el bastión fortificado de Guáimaro fue el primer objetivo. Calixto García asumió la dirección del ataque, mientras que Gómez, con 500 hombres de caballería, protegía las posibles rutas de apoyo. Las fuerzas insurrectas, con efectivo uso de la artillería, fueron sucesivamente rindiendo los ocho fuertes que defendía Guáimaro.

Weyler informó a Madrid  la noticia: “Confidencias recibidas por el Comandante militar de Santa Cruz del Sur, aseguran que Calixto García y Cebreco, con más de tres mil hombres de Oriente, están atacando Guáimaro, y que hasta ayer aún no lo habían tomado; Gómez está situado en la vía férrea en espera de que vayan a auxiliar dicho punto”(10).

Es necesario señalar que los defensores de Guáimaro resistieron el ataque por 14 días y Weyler no pudo enviar refuerzos para evitar su caída. ¿Qué hacía el Capitán General con más de 200,000 soldados en Cuba?.  El 28 de octubre, tras la  tenaz resistencia, los defensores de Guáimaro rindieron sus armas. El botín de guerra incluía 200 fusiles mausers, 100,000 tiros, 6,000 pesos en efectivo, abundantes provisiones de boca y uniformes. En Guáimaro se rindieron 200 oficiales y soldados españoles.

En los primeros días de noviembre el Ejército Libertador a las órdenes de Maximo Gomez y Calixto García, libraron los combates de “La Conchita”, “La Marina” y “Lugones” obligando al jefe militar de la provincia camagüeyana, general Jiménez Castellanos a abandonar numerosos pueblos, incluyendo Cascorro, San Miguel y la Unión.

El éxito de la ofensiva de Máximo Gómez y Calixto García demostró que el Ejército de Liberación tenía control estratégico de  las provincias de Camagüey y Oriente. En efecto, a Weyler no le iba bien la guerra. Las montañas del Rubí en Pinar del Río, eran irreductibles bastiones de los mambises y  las enfermedades tropicales, estaban aniquilando a los miles de soldados que España envió a pelear a Cuba. Soldados que en su mayoría eran campesinos, pobres, valientes y mal entrenados.  Sacrificados (con honrosas excepciones) por la corrupción y la demagogia patriotera. En efecto, existen sólidas evidencias que durante los tres años de guerra en Cuba, se generaron enormes fortunas en España. Porque en Madrid no se facilitó en el 96 la opción Autonomista? Cuando la implementan en el 98, llegaba tarde.

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