Por Néstor Carbonell Cortina

 

Es evidente para muchos que radicales gobiernos socialistas y autocráticos, solos o acompañados, ponen hoy en peligro la libertad y seguridad en Latinoamérica.

Las causas de este fenómeno emanan de adentro, pero los factores que lo agravan  provienen de afuera—de China, Rusia e Irán, con el apoyo subversivo de Cuba, Venezuela y Nicaragua, la sinuosa complicidad de otros gobiernos locales, y la ofensiva infamante del Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla y  organizaciones seudo-revolucionarias de terroristas y narcotraficantes. 

Dichas potencias extra-continentales no son meros competidores, como muchos suelen llamarlas. Son adversarios tortuosos e implacables que tratan de socavar el sistema democrático y defensivo del Mundo Libre para implantar su férreo dominio totalitario y global. 

Mientras Estados Unidos y sus aliados se concentran en los conflictos que estremecen a Europa, el Oriente Medio y el Pacífico, China, Rusia e Irán   penetran solapadamente, y sin mayor resistencia, en Latinoamérica. 

Este eje maligno corroe nuestros valores y tradiciones, y ejerce nefaria influencia en los sectores económicos, políticos, sociales, diplomáticos, tecnológicos y militares de la región.

En su afán de infiltrar, dividir y doblegar, el eje se vale de ataques cibernéticos, espionaje, adoctrinamiento marxista y pérfida desinformación. Dispone para ello de telecomunicación avanzada y agencias de difusión, tales como Huawei, Tik Tok, y Xinhua News (China); Sputnik Mundo y RT en Español (Rusia), e HispanTV (Irán).

China utiliza préstamos predatorios multimillonarios para aumentar la sumisión económica a Pekín y lograr otros objetivos políticos y estratégicos. Los fondos provienen principalmente de la organización mundial China conocida como Belt and Road Initiative (BRI). Aquí van algunos ejemplos de préstamos en dólares otorgados por BRI, que llevan la “B” de billones: en Argentina, una central nuclear ($7.9B) y una presa hidroeléctrica ($4B); en Cuba, una refinería de petróleo ($5B); en Perú, una carretera ($5B), y en Colombia, un ferrocarril metropolitano ($39B). 

Ya 22 países latinoamericanos han caído en la trampa del BRI que engatusa y exprime. Y China es hoy el socio comercial más importante de Sur América. Sus  tentáculos han logrado controlar grandes provisiones de soya, cobre, petróleo, uranio y el muy codiciado litio.  

Entre las operaciones estratégicas financiadas y operadas por China en esta región, que según el Comando Sur  de los Estados Unidos  podrían poner en peligro la seguridad hemisférica, figuran las bases electrónicas espaciales de espionaje ubicadas en Patagonia, Argentina y en Bejucal cerca de La Habana Según los informes de inteligencia, estas bases tienen el potencial para interceptar satélites de los Estados Unidos y sus aliados. 

Y entre los 29 proyectos portuarios de aguas profundas que China desarrolla o contempla en la región, los más preocupantes por razones estratégicas son los ubicados cerca del Estrecho de Magallanes con acceso a Antártida, y los que circundan el Canal de Panamá.

Rusia, por su parte, se concentra principalmente en el Triángulo Estratégico del Caribe: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Allí entrena y equipa a las fuerzas militares y de inteligencia y represión de esos regímenes; despliega sus fuerzas navales, terrestres y aéreas; establece bases electrónicas GLONASS de doble uso (comercial y militar), e impulsa acciones subversivas para socavar las instituciones democráticas y las alianzas defensivas de la región. 

No podemos excluir de este análisis las lesiones cerebrales sufridas por decenas de oficiales de inteligencia y funcionarios diplomáticos de Estados Unidos estacionados en 17 países, comenzando en Cuba. Aunque se les ha llamado a estas lesiones Síndrome de la Habana para no inculpar a nadie sin pruebas, el informe de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, rendido en diciembre del año 2020 y apoyado por otros testimonios fidedignos, sostiene que esas lesiones fueron ocasionadas por ataques directos de “energía pulsada”, provenientes de radiación de microonda. Aunque negado hasta ahora en círculos oficiales, se sospecha que Rusia ha sido responsable de estos ataques, y que el régimen de Castro ha sido su cómplice en Cuba. En todo caso, esperemos que se obtengan las pruebas necesarias para que estos crímenes no queden impunes. 

Ante los múltiples desafíos alarmantes, no sólo en Europa, el Oriente Medio y el Pacífico, sino en Latinoamérica, urge alertar las conciencias y levantar los ánimos.  Nuestra América no puede seguir siendo el subcontinente olvidado. El peligro interno y externo que hoy nos acecha es real, pero puede ser contrarrestado y vencido si reaccionamos a tiempo con estrategias coherentes, el rearme necesario y el liderazgo estadounidense que falta.

Apoyemos a los que en distintos países de la región tratan de rescatar o defender la libertad. Y aunemos los esfuerzos en conjunción con nuestros aliados para que juntos podamos cerrarle el paso a potencias enemigas, y abrirles horizontes de paz y progreso a nuestros pueblos queridos.