Por el Coronel Johnny Lopez de la Cruz

 

Al mediodía del 22 de abril de 1961, un grupo de Brigadistas que habían sido capturados después de tres días de intenso y continuo combate contra las tropas castristas, y al final quedándose sin municiones, estaban siendo transportados de Playa Girón a la Habana en diferentes vehículos de transporte. El encargado de esta operación era el entonces Capitán Osmany Cienfuegos, el cual personalmente estaba presente cuando los prisioneros estaban siendo introducidos en los vehículos y dando instrucciones a sus subordinados para agilizar el traslado.

El grupo en el que yo me encontraba fue llevado a un camión con un contenedor (rastra), en el cual fuimos ordenados a entrar. Cuando ya no había espacio para más prisioneros, Cienfuegos ordenó que cerraran las puertas. Uno de los últimos en entrar al contenedor fue nuestro hermano Máximo L. Cruz, el cual estaba seriamente herido de bala, pero que increpó a Cienfuegos, diciéndole que si cerraban las puertas del contenedor, este estaría completamente hermético y que todos moriríamos durante el trayecto por falta de oxígeno. Cienfuegos con gran desdén respondió. "No importa, de todas maneras los vamos a fusilar y así nos ahorramos las balas". Las puertas del contenedor fueron cerradas  y el camión comenzó la lenta y horrenda travesía hacia la Habana, la cual duró aproximadamente 8-9 horas en medio de un calor infernal, típico de esa época del año.

Dentro de la rastra estábamos apiñados, el oxígeno faltaba y algunos de nuestros hermanos se desvanecían, y ahí las escenas de horror y angustia y desesperación  crecían en la oscuridad ambiental, creando un caos dantesco. En esos momentos, en la parte trasera  y del centro de la rastra, varios Brigadistas comenzaron a romper  partes del interior del contenedor para llegar a la pared metálica del exterior y con las hebillas de sus cinturones pudieron abrir dos pequeños agujeros de una pulgada de diámetro que permitieron que aire fresco entrara en el contenedor. Desgraciadamente estos agujeros fueron hechos después que varios de nuestros hermanos ya habían fallecido.

La rastra llegó al Palacio de Deportes en La Habana, donde por fin fueron abiertas las puertas de ese transporte que se había convertido en una cámara de horror y en féretro para 9 víctimas que murieron asfixiadas. Al abrir las puertas comenzó a salir a través de ellas un derrame de líquido compuesto de sudor, mezclado con desechos humanos que se había acumulado durante el viaje y que al estar el contenedor herméticamente cerrado no podía salir al exterior. Una vez abiertas las puertas, los prisioneros apenas podían levantarse, muchos estaban enfermos, deshidratados y al salir de la rastra caían desmayados al suelo. Una vez afuera y mirando hacia el interior de la rastra nos dimos cuenta, con horror, de los cuerpos sin vida que yacían en el suelo de la rastra, víctimas de un abominable crimen perpetrado por el régimen cubano y del cual fueron directamente responsables Osmany Cienfuegos y Fidel Castro.

Los nombres de los mártires que perdieron su vida durante el viaje en la fatídica rastra fueron los siguientes:

Alfredo José Cervantes Lago

*  José Daniel Vilarello Tabares

*  José Santos Millan Velazco

*  Herminio Benjamin Quintana Pereda

*  José Ignacio Macia del Monte

*  Santos G. Ramos Alvarez

*  Pedro Rojas Mir

*  Rene Silva Soublette

*  Moises Santana Gonzalez

¡Que Dios los tenga en la gloria!