Por Khaled Abu Toameh

Gatestone

 

El ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre no sorprendió a quienes seguimos las acciones de Irán y del grupo terrorista islamista al que apoya desde su fundación a finales de 1987.

Desde entonces, Hamás, con la ayuda de Irán (Hamás no tiene una economía productiva en Gaza), ha llevado a cabo innumerables ataques terroristas, matando e hiriendo a miles de judíos mediante atentados suicidas, tiroteos, apuñalamientos y atropellos, así como lanzando decenas de miles de cohetes contra Israel, un país del tamaño de Nueva Jersey (aproximadamente 22.000 km2).

En 2002, Hamás cometió una de sus masacres más mortíferas. Fue en la ciudad israelí de Netanya, durante la festividad judía de Pésaj. Treinta civiles fueron asesinados y 140 heridos cuando un terrorista, disfrazado de mujer, detonó una maleta llena de potentes explosivos en el comedor de un hotel donde los judíos celebraban. La mayoría de las víctimas eran personas mayores (de 70 años o más). La víctima de mayor edad tenía 90 años, la más joven, 20.

Durante las últimas tres décadas, los funcionarios de Hamás nunca ocultaron la ambición de su grupo de destruir a Israel mediante la yihad (guerra santa). Hamás declara casi a diario que es necesario "liberar toda Palestina" (es decir, destruir a Israel).

Días antes del último ataque, el grupo terrorista impelió a todos los árabes y musulmanes a "continuar la legítima lucha en todas sus formas" hasta que Israel sea derrotado y expulsado de "nuestra tierra histórica".

Las declaraciones de funcionarios y líderes de Hamás durante las últimas tres décadas no resultaron ser amenazas vacías. Fueron respaldadas por, literalmente, miles de ataques terroristas contra Israel; mientras, lamentablemente, tantos miembros de la comunidad internacional optaban por mirar hacia otro lado.

La indiferencia ha llegado a un punto en el que algunos medios de comunicación y funcionarios occidentales siguen etiquetando a los terroristas de Hamás como "militantes". La matanza del 7 de octubre, durante la cual mujeres, niños y ancianos judíos fueron brutalmente asesinados, muestra que efectivamente no hay diferencia entre Hamás y el Estado Islámico (ISIS). Al invadir Israel, utilizaron las mismas tácticas empleadas por ISIS en Siria e Irak: quemar personas vivas, violar mujeres, decapitar civiles y secuestrar niños y mujeres (incluida una superviviente del Holocausto de 85 años en silla de ruedas).

¿Por qué, entonces, se etiqueta a los terroristas de Hamás como "militantes" mientras que a los miembros de ISIS se les llama "terroristas"? Es por la identidad de la víctima. Cuando la víctima es judía, el victimario es un "militante". Cuando no es judía, al extremista musulmán se le llama por lo que realmente es: un terrorista.

Los intentos de algunos occidentales de encubrir a Hamás y presentarlo como un pequeño grupo de combatientes que desafían a Israel, uno de los países más poderosos de Medio Oriente, han continuado a pesar de las atrocidades cometidas por el grupo durante los últimos 35 años. Curiosamente, los intentos prosperaron incluso cuando los propios líderes de Hamás enfatizaban que su grupo no ha cambiado y sigue comprometido con la matanza de judíos y la eliminación de Israel.

En 2017, los medios de comunicación occidentales publicaron historias argumentando que Hamás había reconocido el derecho de Israel a existir al aceptar la "solución de dos Estados". El único problema es que no era cierto. Se basaron, erróneamente, en un programa político anunciado por el líder del grupo, Khaled Mashaal, en una conferencia de prensa en Doha, Qatar. El periódico británico The Guardian afirmó entonces que Hamás había hecho "las máximas concesiones posibles" al aceptar la creación de un Estado palestino junto a Israel. Para esto, citó una parte del programa que dice:

"[Hamás] considera que la creación de un Estado palestino plenamente soberano e independiente, con Jerusalén como capital según las pautas del 4 de junio de 1967, con el regreso de los refugiados y desplazados a sus hogares de los que fueron expulsados, es una fórmula de consenso nacional."

Sin embargo, muchos medios internacionales no informaron que el nuevo programa también afirma que:

"Hamás cree que ninguna parte de la tierra de Palestina deberá ser comprometida o concedida, independientemente de las causas, las circunstancias y las presiones y sin importar cuánto dure la ocupación. Hamás rechaza cualquier alternativa a la liberación total y completa de Palestina, del río [Jordán] al mar [Mediterráneo]."

Otras secciones del programa político, presentado falsamente como muestra de la moderación y el pragmatismo de Hamás, en realidad reafirmaban los estatutos originales del grupo, publicados en 1988. El programa de 2017 incluye estas declaraciones:

"La creación de Israel es totalmente ilegal"

"No habrá reconocimiento de la legitimidad de la entidad sionista"

"La resistencia y la Yihad (guerra santa) por la liberación de Palestina seguirán siendo un derecho legítimo, un deber y un honor para todos los hijos e hijas de nuestro pueblo y nuestra umma (comunidad musulmana)".

Los estatutos de Hamás de 1988 establecen que "nuestra lucha contra los judíos es muy grande y seria". Citan, asimismo, a Hassan al-Banna, fundador de los Hermanos Musulmanes (de los cuales Hamás es un vástago), diciendo: "Israel existirá y seguirá existiendo hasta que el Islam lo aniquile, tal como hizo con otros en el pasado".

Hamás también deja claro que se mantiene fiel a las palabras del profeta Mahoma, quien fue citado diciendo:

"El Día del Juicio no llegará hasta que los musulmanes luchen contra los judíos (matando a los judíos), cuando los judíos se escondan detrás de piedras y árboles. Las piedras y los árboles dirán Oh, musulmanes, Oh, Abdulla, hay un judío detrás de mí, vengan a matarlo." (Artículo 7)

El artículo 13 de la carta enfatiza la importancia de la Yihad:

"No hay solución para la cuestión palestina excepto a través de la Yihad. Iniciativas, propuestas y conferencias internacionales son una pérdida de tiempo".

Hamás dice en la carta que "la tierra de Palestina es un habiz islámico consagrado a las futuras generaciones musulmanas hasta el Día del Juicio" (artículo 11) y que "la Yihad para la liberación de los palestinos es un deber individual de cada musulmán" (artículo 15).

En verdad, el nuevo programa de Hamás no reemplazó su estatuto de 1988. De hecho, el programa repetía el compromiso de Hamas con la destrucción de Israel a través de la Yihad, pero señalaba que dado que este objetivo no podía lograrse en las circunstancias actuales, el grupo estaba dispuesto a aceptar un estado temporal en cualquier territorio que obtuviese, como una primera etapa hacia la aniquilación de Israel. Hamás, en resumen, proclamó: Tomaremos todo lo que ustedes (Israel) nos den ahora –comenzando por un Estado palestino– y lo usaremos para masacrarlos

Además, ningún alto funcionario de Hamás ha anunciado oficialmente la revocación de su carta fundacional, que exige la eliminación de Israel y su sustitución por un Estado islámico. Todo lo contrario: los representantes de Hamás han hecho lo posible para hacer saber que no han abandonado su deseo de matar judíos y destruir Israel. Días después de que se anunciara el programa político, el enviado de Hamás a Irán, Khaled al-Qaddoumi, afirmó que no había ningún cambio en la actitud de su grupo hacia Israel. El programa, dijo al-Qaddoumi, no incluye ningún reconocimiento de la "entidad sionista", y añadió:

"La Palestina en la que creemos y que queremos está integrada por cada centímetro de la tierra histórica de Palestina, desde el río [Jordan] hasta el mar [Mediterráneo]. Por lo tanto, este [programa] es una afirmación de los principios de Hamás, que lo quiere todo".

Mahmoud al-Zahar, otro líder de Hamás, también remarcó que el nuevo programa político no significa que su grupo haya cambiado su posición hacia Israel:

"Lo más importante es que no reconocimos a la entidad israelí. Nuestra aceptación de establecer un Estado palestino en las fronteras de 1967 no significa que reconozcamos al enemigo [Israel] o abandonemos el proyecto de Palestina".

Hamás no llevó a cabo la masacre del 7 de octubre porque los judíos vivían en asentamientos en Cisjordania o la Franja de Gaza. Los judíos que fueron masacrados ese día vivían dentro de Israel, cerca de la frontera con Gaza. (Cabe señalar que Israel se retiró de toda la Franja de Gaza en 2005). Hamás lanzó su ataque porque no distingue entre un judío que vive en un asentamiento de Cisjordania y uno que vive en una ciudad dentro de Israel. Para Hamás y sus seguidores, todos son "colonos" y "colonialistas", independientemente de su ubicación geográfica. Los atentados fueron, en realidad, parte del objetivo del grupo terrorista de masacrar a los judíos y destruir Israel.

Para ser justos, tanto el actual régimen iraní como Hamás han dejado claras sus intenciones. Irán, desde su revolución islámica de 1979, ha proclamado "Muerte a Israel" y "Muerte a América". ¿Por qué alguien pensaría que no lo dice en serio? Hamás, por su parte, se ha hasta jactado de su intención de cometer atrocidades contra los judíos. Estos dos regímenes no han cambiado y nunca cambiarán. Es hora de que la comunidad internacional despierte y se dé cuenta de que Irán y sus terroristas palestinos están más decididos que nunca a borrar a Israel –y a Estados Unidos– del mapa.

Los líderes de Hamás, entre ellos Ismail Haniyeh, Khaled Mashaal, Saleh Arouri y Khalil al-Hayya, que viven seguros en hoteles de cinco estrellas en Qatar y el Líbano, incluso invitaron a periodistas a documentarlos durante la oración especial que realizaron para agradecer a Dios por la masacre. Evidentemente, a estos falsos líderes tampoco les importan los miles de palestinos en la Franja de Gaza que han perdido sus vidas, sus hogares y a sus seres queridos.

Quienes siguen defendiendo a Irán y Hamás son cómplices de su campaña de genocidio contra los judíos. Tal defensa es un ultraje no sólo para los judíos, sino también para los muchos palestinos que están siendo utilizados como escudos humanos y carne de cañón para satisfacer la sed de sangre de los líderes de Hamás y permitirles mantener sus residencias en hoteles de cinco estrellas de Qatar, Turquía y el Líbano. También es un ultraje para los millones de iraníes retenidos prácticamente como prisioneros en su propio país, mientras que sus líderes se sientan cómodos e impasibles a ver cómo todos los demás se atacan entre sí, y ellos recaudan millones de dólares por violar las sanciones estadounidenses (más de $60.000 millones, debido a que la Administración Biden hizo la vista gorda), lo que les permitió impulsar esta guerra.

https://es.gatestoneinstitute.org/20056/hamas-iran-masacrando-judios