(Publicado por D. Jácome)

 

En La Habana existieron varias casas de beneficencia, hasta que en 1852 se funden en una sola y surge la Casa de Beneficencia y Maternidad. Pero en este artículo les comentaré de “La Real Casa de Beneficencia de La Habana", teniendo en cuenta toda su historia desde el surgimiento de la primera en el año de 1687.

En 1687 se funda la “Real Casa Cuna”, un local para niños sin amparo filial auspiciado por el Obispo Diego Evelino Hurtado de Compostela, quien fallece en 1704 sin ver su obra terminada, por carecer de los fondos y recursos. Años después  continuará su obra el Obispo Fray Gerónimo de Nosti y Valdés, restableciendo la Casa Cuna en un edificio que construye en la esquina de Oficios y Muralla. Esta Casa Cuna, primera obra benéfica en la Isla, llega a acoger hasta 200 niños.

Las madres que entregaban a sus hijos, ya por razones económicas o las que podrían repercutir sobre sus vidas por ser madres solteras, lo podían hacer sin necesidad de revelar su identidad ni mostrar su rostro. Con este fin, en su fachada por la calle Muralla, estaba un torno donde se colocaba al infante y el depósito giraba al toque de una campanilla. Del otro lado el niño era recibido por una monja de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. En la parte superior de la ventanilla estaba escrito: “MI padre y mi madre me arrojaron de sí, la caridad divina me recoge aquí”.

Al ingresar recibían educación y se les adiestraba para un oficio e incluso a los más dotados intelectualmente, se les daba ayuda para que pudieran continuaran sus estudios superiores, como el caso de Juan Bautista Valdés, médico que llegó a ser director de la institución o del poeta Gabriel de la Concepción Valdés, Plácido,

Anteriormente ya habían existido una Casa Cuna, una Casa de Maternidad y una Casa de Beneficencia. Al fundirse estas dos últimas, la institución comenzó a llamarse “Casa de Beneficencia y Maternidad”.

Durante el Gobierno de don Luis de las Casas, por el año de 1792 a iniciativa de la Condesa de Jaruco, de los Marqueses de Cárdenas de Monte Hermoso, del Marqués de Casa Peñalver y del Obispo de las Provincias de Louisiana y de la Florida, don Luis de Peñalver se fundó la llamada "Real Casa de Beneficencia", que aceptaba solo a niñas, estableciéndose en un cuarto de caballería de terreno situado frente a la caleta de San Lázaro, zona conocida como el “Jardín de Betancourt” que el obispo de Peñalver cedió generosamente para este fin.

El 17 de marzo de 1792, estos señores, miembros de las más antiguas y nobles familias del país, solicitaron fundar a sus expensas este filantrópico establecimiento, el cual existe floreciente en la actualidad admirablemente administrado, "...para beneficio de los niños abandonados y para orgullo de nuestra República..."

En 1794, conjuntamente con las Recogidas, que solo albergaba a doncellas pobres y en depósito para casarse, se funda la Casa de Beneficencia, en cuyos Estatutos se establecía que además de los niños, podía albergar mujeres pobres expuestas a “relajación”.

No obstante, la situación financiera de la Casa de Beneficencia fue siempre difícil, llegando a ser crítica para 1824, siendo el capitán general Francisco Dionisio Vives quien la favorece al beneficiar sus fondos mediante un impuesto sobre los billetes de lotería y otro sobre las peleas de gallos realizadas en la valla que el propio gobernador mantenía en los fosos del Castillo de la Fuerza.

También mediante gestión de Vives, de acuerdo con el conde de Villanueva, intendente general de Hacienda de la colonia, esta entidad adquiere los terrenos resultantes de un incendio ocurrido en la barriada de Jesús María, por la cantidad de 4097 pesos fuertes. Con fuerza de trabajo del presidio, se terraplenaron los manglares de la zona devastada abriéndose una nueva calzada, nombrada Vives. El área se revalorizó y la Casa de Beneficencia pudo vender los terrenos con una ganancia de casi 40000 pesos.

En 1830, la habanera Antonia María Menocal, deja a su muerte un cuantioso legado para que fuera invertido en obras de caridad y su albacea decidió destinarlo a la creación de otra “Casa de Maternidad”, la que contaría con dos departamentos, uno para refugio de aquellas parturientas que deseen cubrir el honor ofendido y el otro para la conservación y educación de los niños hasta la edad de seis años. La administración colonial apoyó esta iniciativa cediendo el antiguo Hospicio de San Isidro para el logro de sus fines, no sin la oposición de los frailes que lo ocupaban. En 1831 ya tenía edificio propio, en el Paseo del Prado.

En el año 1844 se encontraban en el Real Hospicio de La Real Casa de Beneficencia de La Habana, 150 niñas, 158 niños, 50 mendigos de ambos sexos, 71 criados negros,  133 hombres dementes, y 81 mujeres que junto con los empleados subalternos y esclavos de la casa, hacían el total de 662 plazas, no incluyéndose los del depósito judicial de esclavos.  Todavía en 1863 existían acogidas 102 mujeres indigentes.

Vives además construyó la capilla de la Beneficencia y amplió los locales a fin de que acogiese también a varones. La Real Casa de Beneficencia de La Habana daba entonces cabida tanto a niños como niñas abandonados o en estado extremo de pobreza, lo que inusual, ya que otras casas de su tipo solo admitían un sexo u otro, casi nunca los dos.. En 1852 todas las instituciones que se encontraban unidas por la misma cristiana y noble misión se refundieron bajo una sola agrupación que adopto el nombre de “Real Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana” ocupando el cuarto de caballería ya citado donde levanto su gran edificio frente al mar y de cara al sol.

En el siglo XIX la caleta de San Lázaro, frente a la que se construyó la Beneficencia, era un lugar apartado. En lo que ahora es el parque Maceo, estuvo la llamada Batería de cañones de la Reina, de la que ya les he comentado en otra publicación, al igual que otras construcciones también comentadas como la Plaza de toros y el Frontón de Pelota Vasca.

La Beneficencia llegó a disponer de cuantiosos bienes propios, por mucho tiempo administrados por la Sociedad Económica de Amigos del País y una Junta de Patronos. Se mantenía, mayormente, por la ayuda que le daba un grupo de filántropos y las cuestaciones públicas.

En 1914, el presidente Mario García Menocal la convierte en una institución estatal y la dota de un presupuesto para su mantenimiento, sin que se renunciara a los donativos y las colectas populares.

A fines de la década de 1950, el gobierno de Batista compra el edificio, para demolerlo y allí construir la sede del Banco Nacional. La obra se paralizó cuando ya se habían construido inmensas bóvedas para guardar los fondos de la nación y sobre lo hecho se edificó el Hospital Hermanos Ameijeiras.

Abril era el mes de la Beneficencia. En esa fecha cada año salían a la calle numerosas muchachas a fin de recoger, en una alcancía de lata, la contribución ciudadana con el slogan: “Con lo que a usted le sobra, puede hacer feliz a un niño”.

Las niñas de la Beneficencia vestían de uniforme blanco con pañoleta negra, llevaban además, un gorrito blanco y zapatos de los que conocemos como colegiales.