Dr. Fernando Domínguez

 

Hace siglos los pensadores más ilustrados y pre-claros de la humanidad han estado pensando, analizando y escribiendo sobre ese Arte-Ciencia, esa preocupación y casi obsesión, que convenimos en llamar Economía, que es la base, el sustento material de la vida social. 

La definición precisa depende del enfoque de quien la define, si abarca esto y aquello, o aquello y esto otro, etc., etc. Pero sin saber mucho de definiciones, el ser común, ese que constituye la inmensa mayoría humana, sabe, entiende, y, sobre todo, intuye lo que significa para él la economía. 

Por esa vinculación inexplicada e inexplicable, que existe entre sus actos e intenciones humanas y sus intereses, su bolsillo, su presupuesto familiar, su nivel de vida, olfatea con su sentido de sobrevivencia, con meridiana claridad qué le conviene y qué no le conviene, qué es económicamente positivo para él y los suyos, y qué no lo es, lo que es más bien anti económico para sus intereses. 

Hace mucho -desde antes de la época de los Reyes, los Marqueses y los Condes- la gente sabe, intuye, siente, que los impuestos, las recaudaciones obligatorias, que le impone el poder político de turno son negativas, antieconómicas, para él y los suyos y para la clase social a la que pertenece o con la que se identifica. Pero para los que escriben libros, discursos y tesis que representan a los recaudadores, a los que le quitan una parte o toda la riqueza que ha creado, resulta que eso es económico. Les conviene, es parte del statu-quo que les permite a unos vivir a costa de otros, legal y contundentemente.

 Esa época ha dado paso a otras. Y los escritores de libros y de tesis siguen escribiendo libros y tesis que representan los intereses suyos y de otros con quienes se sienten identificados. La justificación para el despojo es el Estado, ese aparato creado por los que mandan para imponer su voluntad, sus reglas y sus decisiones, a los demás, a la mayoría. Si el Estado fuese de la mayoría, fuese innecesario pues no habría la necesidad de imponer las reglas. Los que justifican esa imposición la califican como en nombre del bien común... así denominan a ese aparato encargado de hacer cumplir las reglas sociales, recaudar impuestos y todo tipo de cobros, de imponer la voluntad de los que mandan, pero que ellos presentan como un beneficio para poder vivir civilizadamente.

 Esa realidad -junto con muchos otros factores sociales, políticos, culturales - se han ido conformando escuelas de pensamiento, tendencias, y dentro de esas grandes tendencias, muchas variantes. Las más gruesas: los partidarios de una libertad lo más amplia posible, que abarca la economía, la sociedad; de un estado de mínimo tamaño e impuestos, para que cada ciudadano pueda maximizar para sí lo que cada uno crea.

Y aquí empiezan variantes: de qué se debe ocupar ese Estado y de qué NO se debe ocupar o sea en qué aspectos de la vida NO se debe meter. Los dos extremos: el llamado liberalismo mercantil y el otro extremo, el socialismo-comunismo, dónde ese Estado se mete en todo, lo decide todo, es el dueño de todo,  y el individuo casi desaparece como ente definidor de la vida y la sociedad, pues ya no decide nada; hay un partido político que lo hace todo y es monopolizado por un grupo que se abroga el derecho de decidir los destinos de todo el mundo, sin consultar a nadie y si lo enfrentas, te desaparece, porque lo colectivo está por encima de lo individual. Es la aberración de la sociedad, de la civilización, es el más grande retroceso de la sociedad en toda la historia.  Mientras todos los cambios y evoluciones sociales anteriores siempre fueron para mejorar la vida humana, este es por vez primera, un cambio para retroceder, ya que deshace el camino andado en miles de años, desaparece la plenitud del individuo y lo borra sustituyéndolo por una mancha borrosa llamada el colectivo.

Este último caso, el comunismo, es la Anti-Sociedad. Es lo opuesto, lo inverso, la antípoda, de todo lo humano. Es una "civilización" similar a un hormiguero, dónde las hormigas individuales se subordinan total y absolutamente al hormiguero, con sus estancos: el poder absoluto e indiscutido de la Reina, los trabajadores, los soldados que defienden... y los demás solo deben trabajar y ofrecer su vida por salvar a la Reina y su corte.

 ¿Cómo es posible que haya individuos que prefieran el anonimato absoluto al protagonismo individual?

Porque hay pocos escritores de las reglas del arte-ciencia y muchos de política, del arte de engatusar y "pintar" el cielo en lo que realmente es un infierno. El Arte-Ciencia es elementalmente claro: Hay un equilibrio lógico, inmanente, en lo que se crea y lo que se puede gastar. Pero entonces nos han creado un sin número de "políticas", de financiamientos comprometiendo al futuro, de dineros de todo tipo, no equilibrados con nada, de intercambios comerciales "favorables" y "desfavorables", etc. etc., todo encaminado a disfrazar la verdad, a pretender hacer ingeniería social, pagada por las propias víctimas.

Y sin ningún tipo de sentido común. Solamente embaucar a las victimas buscando que apoyen lo que solo le conviene a unos cuantos que se aprovecharán de todo. Crear una super estructura de burócratas, especialistas, leguleyos, gobiernos que no gobiernan, poderes sin ningún poder, cuyo único y verdadero fin es eternizarse en ese estado, vivir a costa de los demás que sí trabajan y crean y aparentando ser unos héroes cuando realmente son villanos.

Esa Anti-Economía llega a su expresión suprema en los países comunistas. Son descaradamente tiranías, con un grupo mafioso que asalta el poder y se lo queda para siempre, en nombre de una supuesta sabiduría para ejercerlo en beneficio de los demás, y hasta retrocede al poder hereditario de la nobleza. Son sociedades más cerradas que una caja de seguridad, dónde no se sabe, ni se puede saber, cómo son seleccionados los que mandan, que una vez empoderados solo son extraídos del poder por algún super-poderoso de más arriba. Sociedades -perdón por llamarles sociedades- dónde la propiedad es exclusivamente administrada, usufructuada y explotada por el "Estado", que, sin ningún miramiento, causa o justificación, expropia cualquier entidad no estatal, arruinando la producción o servicio de que se trate. La ausencia absoluta de vinculación entre los operadores o trabajadores y los negocios manejados por esa mafia desaparece toda posibilidad de esfuerzo racional e introduce la doble moral, el interés malsano de apropiarse de lo que no es propio, para poder sobrevivir e imitando la descarada usurpación de la administración que hacen los mafiosos del poder central.

Toda esa objetiva barbaridad, diseñada solo para usufructo exclusivo del núcleo mafioso gobernante, es presentada por los vendedores de sueños como "igualitaria", con beneficios sociales "gratuitos" y calidad de vida envidiable. Los menos avispados que se conforman con lo que les dicen, creen eso y hasta intentan convertir sus países libres a esa porquería. Hay un permanente intento de diseminar ese veneno, pagado por las mafias empoderadas, porque como el cáncer, el primer instinto de todo gobierno comunista es INVADIR a los territorios vecinos, apoderarse de sus defensas sociales para facilitar la penetración y ELIMINAR la competencia que significa la vida en libertad. La Anti-Economía es Anti-Humanidad, Anti-Libertad y Sojuzgamiento. Todo envuelto en un precioso paquete de regalo para incautos.