Por Miguel Sales

Y todavía hay exiliados cavernícolas que critican a Biden y a su corte progresista. ¡Qué ingratitud!

Olvídense de Thomas Jefferson, James Monroe y de J.Q. Adams, el de la infeliz metáfora botánica de “la fruta madura”. Ni hablar del acorazado Maine, ni de las cargas de los Rough Riders de Teddy Roosevelt en la(s) loma(s) de San Juan, ni de la segunda carta de J.F.K. a Nikita, que determinó la retirada de los cohetes nucleares soviéticos en 1962.

El hecho más decisivo para la recuperación de los derechos y las libertades del pueblo cubano es el conjunto de medidas que acaba de aprobar el gobierno de Joe Biden, con el fin de atenuar las consecuencias del embargo que pesa sobre el régimen tardocastrista.

Desde julio pasado, Díaz-Canel y su gerontocracia estaban arrinconados en el ángulo más oscuro de la Isla. Empantanados en su propia ineptitud y machacando a quienes intentaban protestar, que cada día eran más.  Ocupados en expulsar del país al mayor número posible de opositores y descontentos, para convertirlos en emigrados mansos y rentables.

Y en eso, tararí tarará, llegó Joe Biden, galopando al frente del Séptimo de Caballería. No para ayudar a los indios y los cimarrones que empezaban a soliviantarse, sino para amparar a los propietarios del fuerte, que veían peligrar su poder y sus privilegios.

A partir de ahora, Díaz-Canel y sus esbirros, con el corazón enternecido por el aumento de las remesas y los visados para la reunificación familiar (reunificados siempre en Miami, no lo olviden), empezarán a indultar a los presos políticos, relajarán las medidas represivas, devolverán a la ciudadanía los derechos civiles y políticos confiscados y transformarán los Comités de Defensa de la Revolución en salones para que los viejitos jueguen al dominó, con ventiladores chinos y limonada gratuita.

Dentro de 70 u 80 años, la Isla será una democracia casi tan perfecta como la de Corea del Norte o la sala de pirados e inválidos de la película: “Alguien voló sobre el nido del cuco”.

Y todavía hay exiliados cavernícolas que critican a Biden y a su corte progresista. ¡Qué ingratitud!