Por Fernando Milanés, MD

 

Mis memorias de mi Cuba, la libre, feliz, siempre bella y un imán para los visitantes, están grabadas para siempre en mi memoria  y esas nadie ni nada me las podrán borrar.

 

CANCIÓN CUBA BELLA

“Yo nunca perderé mi identidad

En el seguro tengo un pasado de donde vengo

Quizás me puedas comprender

Porque a decir verdad mi tesoro esta en las raíces

Que corren debajo de mi piel

Son las que marcan su textura y esas mismas

Me hacen diferente hasta la sepultura

Hoy yo te invito a caminar en los solares de La Habana

Para que tú mismo los veas.”

 

MIS MEMORIAS

A los 85 años+, confieso que he sido muy dichoso en mi vida.  Puedo decir que esta realidad fue cementada por mi estancia en los EEUU, donde termine mi carrera de Medicina y pude enamorarme, y con mi esposa formar una familia.    También comprendo que esta dicha se origino y forjo en mi país natal, Cuba, donde viví 24 años.   

No solo habite allá toda mi niñez, adolescencia y juventud, sino que viaje desde un bellísimo pueblo en Pinar del Rio llamado San Juan y Martínez, hasta la indomable provincia donde se origino la familia Milanés; Bayamo, Oriente.    La belleza natural de Cuba es inigualable por su variedad, desde múltiples playas bellas a bosques, cuevas, valles, lagos y ríos.

Recuerdo el pueblo de Viñales y el hotel San Vicente, desde donde se caminaba o se iba a caballo a recorrer el Valle de Viñales con sus distintos coloridos y “mogotes”. Frecuente Soroa, las playas de Guanabo, Tarara, Santa María del Mar y la más preciosa de todas, Varadero.   

Explore las cuevas de Bellamar y me bañe en las aguas sulfatadas de San Miguel de los Baños y Mayajigua. Aparte de su naturaleza, lo que creo me influencio mas en mi vivencia, cultura y apreciación al ser humano fue el pueblo de mi país. De niño viví y me crie en una casa frente al mar, en la carretera entre los pueblos de Jaimanitas y Santa Fe.   

Mi hermana y yo éramos educados en la casa y al no tener amistades de una escuela, aparte de nosotros dos y nuestras mascotas que consistían en gatos, perros, conejos y hasta pollos, jugábamos con los hijos de los sirvientes y desde muy pequeños pudimos apreciar la diferencia entre ser pobre o rico.    Con esos antecedentes, pude más tarde sentirme confortable no solo con las amistades del colegio privado y los Clubs, sino también dentro de las clases más humildes.   

No se conoce Cuba ni el cubano, ni no se ha vivido, conocido y socializado con los que se pudieran llamar más desafortunados.  Solo así se confirma que la felicidad no se deriva únicamente de obtener fortuna.     Saber aceptar lo que se tiene y poder vivir feliz sin sucumbir al odio, envidia, o resentimiento también es primordial.   

Todos los cubanos pobres que conocí, con los que jugaba de niño y ya mayor socializaba, con las jóvenes artistas de Tropicana y sus amistades, con las que bailaba, tomaba y me divertía, con sus familias y los muchos otros que traté, eran amables, sanos de mentes, felices y se desvivían por alagar, ayudar y compartir lo poco que tenían.   

Los privilegiados que por circunstancias vivían aislados dentro de su “status” social y no estuvieron con Benny More en el Ali Bar, Las Vegas, Pennsylvania, Panchin, La Red y otros pequeños “night clubs”, en bares con música de victrolas y no participaron con amigos y/o amigas en comidas y fiestas en sus viviendas, unos cuartos en los llamados solares y compartieron y se divirtieron con los otros vecinos reunidos todos en el patio común, donde se estaba más fresco, perdieron la oportunidad de conocer a parte de Cuba.   

El que no tuvo la suerte que yo tuve, de acompañar a mi padre en sus investigaciones medicas a caballo visitando bohíos, no pudieron comprobar de la honestidad, bondad, capacidad de trabajo y desprendimiento del “guajiro” cubano.  La lástima que inicialmente me provocaban cuando jovencito los niñitos descalzos, mal vestidos con viviendas tan modestas, se convertían al tratarlos en admiración.  

También tuve la fortuna de pasar muchos ratos agradables  en Tropicana, Montmatre,  Sans Souci, disfrute comidas en La Rué 19, Monseñor, Los Violines y goce en los bailes en el Biltmore y Club Miramar.  Muchas amistades visitan Cuba tratando de revivir su pasado, muchos no lo pueden lograr al ver un país tan distinto y parte en ruina. Yo no necesito, ni me interesa ir. Mis memorias de mi Cuba, la libre, feliz, siempre bella y un imán para los visitantes, están grabadas para siempre en mi memoria  y esas nadie ni nada me las podrán borrar.