Por Carlos Gasparino
Con las tasas de COVID en aumento y la nación en crisis, las posturas supuestamente moderadas prometidas por el presidente Joe Biden en las elecciones de 2020 están dando paso a políticas de izquierda. Oliver Contreras/CNP/Polaris
Después de que Joe Biden fuera elegido presidente, tuve una conversación con un amigo banquero de Wall Street que está profundamente involucrado en la política demócrata. Podía ver que estaba preocupado. Sabía mis puntos de vista sobre Trump: no le gustaba su tono, su ruido en Twitter y las payasadas del 6 de enero.
Pensé que sus políticas comerciales a menudo eran contraproducentes, pero en general me gustó lo que hizo con la economía. Las políticas realmente funcionaron: con los recortes de impuestos y la desregulación, los salarios aumentaron para la clase trabajadora por primera vez en años. Antes de la pandemia, hubo un crecimiento no inflacionario. Demonios, a pesar de todas las debilidades de Trump cuando se trataba de COVID, estaba en camino de distribuir vacunas COVID efectivas producidas bajo su supervisión.
Su respuesta fue tranquilizadora, al menos durante unas semanas. Dijo que los tipos inteligentes estarían a cargo, personas que supieran cómo hacer las cosas, particularmente en la economía. Piense en Robert Rubin, el antiguo jefe de Goldman Sachs y el legendario moderado económico que entendió que incluso los gobiernos progresistas necesitaban que las empresas florecieran para tener éxito.
Rubin ayudó a Bill Clinton a dirigir la agitada economía de la década de 1990. Biden se rodearía de personas similares que eran, en el fondo, pragmáticas, dijo mi amigo banquero en ese momento. Personas como él, que darían prioridad a resolver algunos problemas importantes, incluido el fin de la pandemia.
PROMESAS ROTAS
Dolorosamente, esto no es lo que sucedió. La Casa Blanca de Biden en política y nombramientos es una que AOC amaría más que Bill Clinton. Barack Obama parecería demasiado moderado para los apparatchiks que se están poniendo en marcha, día tras día, para maniobrar una economía de $ 25 billones en torno a la inflación, COVID y quién sabe lo que se nos viene encima.
El presidente Joe Biden ha permitido que la representante socialista Alexandria Ocasio-Cortez se convierta en la voz de los demócratas, que es más radical de lo que podría ser el expresidente Donald Trump. REUTERS/Yves Herman
Digo esto mientras la administración de Biden está fallando en otra respuesta que sin duda está sofocando la economía: obtener materiales de prueba y terapias para combatir otra ola de COVID. Durante meses debería haber sido una tarea agotadora dado lo que estaba en juego.
Las olas de COVID causan enfermedad y miseria económica como lo estamos viendo en tiempo real. La economía se está viendo afectada por la escasez de mano de obra, las largas esperas en el aeropuerto y el personal de los hospitales se está reduciendo debido a las cuarentenas de COVID y la falta de pruebas. Los anticuerpos monoclonales funcionan con la mayoría de las variantes, pero por alguna razón no se encuentran por ninguna parte.
Curiosamente, con todo esto funcionando las 24 horas del día, los 7 días de la semana, el presidente se ha jactado mucho de la economía, como si alguien le hubiera metido algo divertido en su helado.
Omite hechos económicos básicos: que, a pesar del crecimiento de los salarios y del PIB, la inflación se está comiendo a ambos. Las empresas aún no pueden encontrar trabajadores.
Los estadounidenses de todo el país pasan horas simplemente para hacerse la prueba de COVID-19. Mateo McDermott
Su CDC acorta la cuarentena de COVID a cinco días, pero dice que debe dar negativo cuando no hay pruebas disponibles.
El viernes, el Departamento de Trabajo dijo que las contrataciones en realidad se desaceleraron en diciembre, y eso fue antes de que el impacto total de Omicron afectara a la fuerza laboral. No es bueno. Peor aún, subraya la incompetencia con la que estamos atrapados al menos durante otros tres años.
- UU. agrega solo 199 000 puestos de trabajo en el informe de empleo de diciembre. Lejos de poblar su equipo económico con una nueva generación de Bob Rubins, Biden está canalizando su socialismo interior que de alguna manera descubrió tras 79 años en este planeta.
Para conmemorar los disturbios del 6 de enero, pronunció un discurso extrañamente partidista como si eso fuera lo que el país necesita en tiempos de peligro.
Dejó de lado la derrochadora monstruosidad de gastos Build Back Better, pero sin duda la implementará un poco más tarde. Por ahora, está presionando por los derechos de voto que se han negado imaginariamente, mientras que los hospitales en realidad han visto un aumento en los casos relacionados con COVID.
PENDIENTE RESBALADIZA SOCIALISTA
También la semana pasada, Biden también volvió sigilosamente a poblar su equipo económico con izquierdistas, personas a las que nada les gustaría más que imponer regulaciones e impuestos que rediseñen la economía de mercado hacia el socialismo.
Lo último: planes para renombrar a alguien llamado Gigi Sohn a la Comisión Federal de Comunicaciones.
Sohn es muy inteligente y apasionado por los temas relacionados con los medios y las telecomunicaciones. También es alguien progresista hasta el punto del socialismo. Ella tendrá un asiento en uno de los pilares económicamente más importantes de la regulación gubernamental.
Un poco de contexto: la FCC supervisa las industrias más grandes de EE. UU.: tecnología, telecomunicaciones y medios.
Sohn es un abogado de telecomunicaciones desde hace mucho tiempo, un defensor progresista y cofundador del grupo de defensa de las telecomunicaciones llamado Public Knowledge, que recibió algunos fondos del multimillonario socialista George Soros.
Una nominación anterior a la FCC fue retirada antes de Navidad, no porque su buena fe no le sentara bien a los republicanos del Senado, sino porque incluso los demócratas moderados estaban mareados.
Uno pensaría que eso sería suficiente para que el presidente siguiera adelante, nominara a alguien menos tóxico. No lo fue ¿Dónde está Robert Rubin cuando lo necesitas?
Director de Edición