Por Oriana Rivas

PANAMPOST

 

La diplomacia china no solo permite a Xi Jinping hacer "amigos" en todo el mundo, también sirve para afianzar la adhesión cívica a su liderazgo interno. Aún así, debe prestarse atención a los riesgos de ese tono discursivo dentro de su nacionalismo.

Mucho se ha hablado de los lazos diplomáticos tejidos desde China hacia el resto del mundo. Estrechar manos y firmar acuerdos es una vieja forma de crear «amistades» con países de ambos hemisferios. Nadie pone en duda los niveles de influencia a los que ha llegado el denominado «Gran Dragón Rojo» con este tipo de estrategia, América Latina es muestra fehaciente de ello con la mayoría de sus países transformados en «beneficiarios» de grandes préstamos.

Pero Xi Jinping también recurre a otra connotación de su diplomacia «como instrumento legitimador interno y como palanca favorecedora de la adhesión cívica al liderazgo». El análisis corresponde a Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China. Para Ríos esa doble orientación «connota la ‘Xiplomacia’, dotándola de una fuerte inspiración de corte nacionalista».

Nacionalismo, una palabra que otros analistas han relacionado con el comunismo chino debido al afán por alcanzar «el gran rejuvenecimiento de la nación» usando la ambición militarista de fuerza armada y la voluntad capitalista de prosperidad material. Principios que dichos análisis han tildado como «notablemente hitlerianos».

«El presidente Xi Jinping ha querido dar un fuerte impulso al proceso de traslación del poder económico acumulado por China en los últimos lustros a otras dimensiones, desde la defensa a las relaciones exteriores».

Podemos citar como ejemplo cada una de las respuestas que diplomáticos chinos dan al mundo cuando su país se ve envuelto en polémica. Han sido bautizados como «guerreros lobos» y cumplieron un papel estelar para defender al Dragón Rojo por las críticas respecto al COVID-19 y el origen de la pandemia. Sin embargo no todo es perfecto en el paraíso comunista de Xi Jinping.

EL PELIGROSO DISCURSO INTERNACIONAL

El primer encuentro entre China y Estados Unidos bajo la Administración Biden ocurrió en marzo de este año. No fue una reunión cómoda para ninguna de las dos partes. Washington cuestionó el «autoritarismo» chino mientras que Beijing deploró la «injerencia» estadounidense.

El jefe de asuntos exteriores del Partido Comunista de China, Yang Jiechi, se explayó mucho más tiempo del permitido en la intervención inicial. Posteriormente, el Departamento de Estado sugirió que Beijing «pareció haber llegado con la intención de ser grandilocuente, centrado en la teatralidad pública y la dramaturgia sobre la sustancia». La cronología reseñada por France24 recordó los puntos álgidos del encuentro en la ciudad de Anchorage, Alaska.

Es válida la mención a este momento porque el análisis de Xulio Ríos sobre la «Xiplomacia» asegura que a pesar de lo resentida que pudo haber quedado la imagen exterior de China, internamente ha tenido el efecto contrario, según encuestas, reforzando el liderazgo del Partido Comunista y del propio Xi.

Puede que el modelo no sea el más adecuado, «pero le provee de una notoriedad asociada a un elenco de valores y postulados que enfatizan tanto la contribución de los llamados enfoques o soluciones chinas a los problemas globales como la exigencia de respeto a sus ‘intereses centrales'».

La estrategia puede ser un catalizador ideológico, pero afuera de las fronteras «alienta temores que, justificados o no, nutren el atractivo de la confrontación en detrimento de la coexistencia. Esto merece una meditación en Beijing».

«Guerreros lobos» vs nacionalismo chino

Hay que hacer mención aparte a lo que este cultivo de nacionalismo está haciendo con las iniciativas comunistas, por ejemplo, los «guerreros lobos» distribuidos por el mundo.

Mucho se ha escrito de ellos y el arma de doble filo que representan para Xi Jinping. En junio de este año trascendió que los diplomáticos han moderado el tono llegando a convertirse en blanco de la furia de sus propias filas. Una nota de AFP reseñó que el mandatario chino pidió modificar esta estrategia y cultivar una imagen internacional «fiable, admirable y respetable» para mejorar el poder blando de China.

Influyentes líderes de opinión «patriotas» arremetieron en la red social Weibo contra destacados intelectuales chinos que participaron en un programa de intercambio académico impulsado por el gobierno japonés. Los acusaron de «traidores».

«Los líderes chinos se pusieron a sí mismos en una trampa. Por un lado prometieron al mundo una China templada y benevolente. Por el otro, prometieron al público doméstico una China fuerte y tajante», explicó Florian Schneider, director del Leiden Asia Centre en Holanda.

Trampa impuesta a sí mismo o no, aún está en juego la diplomacia internacional. Una que se enfrenta al ascenso de China en varios aspectos, pasando por lo bélico y lo económico. Allí es donde debe concentrarse la respuesta de occidente.

https://panampost.com/oriana-rivas/2021/11/07/la-xiplomacia-nacionalista-china-define-el-doble-enfoque-de-sus-relaciones-internacionales/