Fernando J Milanés MD

 

“Valora el tiempo, las cosas pequeñas y simples que Dios y la vida te dan, ya que mañana puede ser demasiado tarde para comprender que las pequeñas y simples cosas eran las más grandes y, quizás, ya las hayas perdido.”

El Padre, entonces en el colegio Belén, Eduardo M. Barrios escribió una carta en el 2014 que titulo “Ex Católicos”, donde nos aclara que la retirada de muchos de la Iglesia Católica se debe al abandono de la fe.    Esta realidad el la atribuye a presiones del “secularismo, el relativismo y el hedonismo”.    Tiene toda la razón.    La falta de fe es solo un síntoma de una sociedad que se está transformando y no hacia el bien.    El gran adelanto de nuestra tecnología esta proporcionalmente relacionado con la disminución de nuestros valores Judeo-Cristianos.   

Al igual que un equipo deportivo que no funciona como es debido, tenemos que regresar a nuestras raíces.    La base de una sociedad sana es la familia.    En esta se deben inculcar las diferencias entre el bien y el mal, las virtudes y los defectos y primordialmente, entre la satisfacción material y la espiritual.    Cuando desde niño se aprende que el verdadero goce se encuentra en responsabilizarse con su vida y aceptar sus consecuencias.    

Que una riqueza material cuando no se necesita y se utiliza en ayudar a los necesitados alimenta más el espíritu, que una consumida en bienes materiales.     Que un error secundario a una decisión personal es superior a un éxito provocado por la presión de otros.    Que sea un placer admirar las bellezas de la naturaleza.     Estas simples reglas deberían guiar nuestra vida, sin necesidad de creer falsos dogmas, buscar la ayuda de otros, de desear la felicidad inmediata o  abandonar la unión física y emocional necesaria entre padres e hijos.   

Al perder el verdadero sentido de nuestra existencia, nos convertimos en “zombies”, niños y jóvenes convertidos en apéndices de aparatos electrónicos.    Esta sociedad sin una base humana es fácilmente manipulada y se convierte en una sin identidad.    Si se pudiera retroceder a lo básico de nuestra existencia, entonces se descubriría nuevamente la fe verdadera en Dios, Jesús y sus enseñanzas.    Jaime Jaramillo en su libro “Volver a lo básico”, lo explica; “Valora el tiempo, las cosas pequeñas y simples que Dios y la vida te dan, ya que mañana puede ser demasiado tarde para comprender que las pequeñas y simples cosas eran las más grandes y, quizás, ya las hayas perdido.”