Por George Chaya
Infobae
Una de las políticas más relevantes en materia exterior es el nuevo enfoque que se pretende para el país persa
Al asumir funciones como presidente el discurso inaugural de Joe Biden permitió inferir un enfoque claro y la intención de construir las bases de futuras políticas estadounidenses desde la unidad para salvaguardar los principios que constituyen la base del liderazgo norteamericano en un mundo que pareciera ir de regreso a la multipolaridad.
En tal sentido, una de las políticas más relevantes para Washignton en materia exterior es el nuevo enfoque que se pretende para Irán. Sin embargo, difícilmente tenga éxito un plan que no se base en la inclusión de ideas bipartidistas en el Senado y en una discusión amplia con la Unión Europea (UE). No obstante, en ningún caso deben dejarse de lado las evaluaciones de la comunidad de Inteligencia que ilustrara al liderazgo en Washington como también a sus socios y a sus oponentes.
En su momento, el discurso inaugural del presidente Joe Biden ofreció una amplia visión que manifestó su intención de construir la unidad dentro de Estados Unidos, al tiempo que se focalizó en preservar principios que conforman la base del liderazgo estadounidense en un mundo multipolar. El controversial con Irán probablemente será su primera oportunidad en política exterior para demostrar los principios que le permitan liderar no solo con el ejemplo sino con una clara exposición de poder.
Cualquier política que el presidente escoja para con Irán debería estar basada en acuerdos entre ambos partidos, de lo contrario, resultará complejo que los demócratas per se y sin el consenso de los republicanos puedan llevar adelante con éxito una política respaldada por la UE e incluir el respeto por las preocupaciones legítimas de seguridad de los países del Golfo junto a un diálogo amplio sobre la información colectada por la comunidad de inteligencia regional que proporcionará el ejemplo de liderazgo que tanto sus socios como los adversarios de Estados Unidos respetarán.
La diplomacia de la República Islámica de Irán ya ha comenzado a trabajar haciendo todo lo necesario para ganar el apoyo europeo, la semana pasada se llevaron adelante al menos tres reuniones en Bruselas en las que funcionarios persas han transmitido su posición. Al mismo tiempo, el régimen iraní amplió la actividad de su programa nuclear impulsando los niveles de enriquecimiento de uranio autorizados y anunció que no revertirá estos esfuerzos hasta que Estados Unidos muestre un gesto positivo y levante de forma incondicional las sanciones que pesan sobre Irán.
Sin embargo, incluso si eso sucediera, los diplomáticos iraníes ha dejado un documento para que la UE remita a Washignton en el ratifican que no se reconocerán concesiones nucleares adicionales sobre ese u otros temas para volver al Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en ingles) suscripto en 2015.
Mientras esto sucedía en Europa, las fuerzas armadas de Irán llevaron a cabo una serie de ejercicios militares en conjunto entre la marina, el ejército y su fuerza aérea para mostrar su capacidad en ejecutar la amenaza reiterada de Teherán: la de bloquear el Estrecho de Ormuz. Semanas antes, la marina iraní había incautado un buque petrolero surcoreano para presionar a Seúl a que libere miles de millones de dólares por ingresos petroleros bloqueados en los bancos surcoreanos que se han adherido a la batería adicional de sanciones impuestas en 2018 por la administración Trump.
Para William Burns, el nuevo director de la CIA de la administración Biden, la teocracia iraní pretende hacer uso del terrorismo con el fin de presionar y obligar al presidente a que levante las sanciones económicas vigentes e impuestas por el ex presidente Donald Trump, y culpó a Teherán de no brindar gestos positivos que indiquen su deseo de diálogo con Washington. Por el contrario, Burns señaló en un informe remitido al salón Oval que indica que el plan de Irán no ha variado en cuanto a continuar su trabajo encubierto para alcanzar la producción de armas nucleares que conforma su objetivo principal desde mucho tiempo atrás.
Varios senadores republicanos se muestran activos en apoyar la posición de Burns, un grupo bipartidista del Senado se encuentra trabajando para brindar al presidente Biden un informe completo antes de las primeras reuniones bilaterales entre Washington y Teherán. El dossier nuclear iraní tal vez sea el único tema que requiere consenso por parte de demócratas y republicanos y el presidente Biden es plenamente consciente de la verdadera importancia de eso dada la naturaleza del régimen islámico.
Para muchos analistas las conductas de Irán ofrecen una imagen dicótoma, errática y contraproducente. Sin embargo, eso no es así, tales acciones deben ser entendidas en el marco de lo que conforma una táctica planificada de una potencia que se sabe débil pero percibe que su principal adversario podría allanarse y aceptar un trato favorable si continúa presionándolo. Por otra parte, Irán sabe de la incertidumbre de sus vecinos regionales y conoce perfectamente la preocupación saudita sobre la administración Biden y que ella ya no sea un socio incondicional y confiable como la anterior.
Sin embargo, el presidente Biden declaró reiteradamente que Washington está dispuesto a volver al JCPOA siempre que Irán asuma el completo cumplimiento del mismo. Esas declaraciones son las que justamente preocupan sobremanera a los vecinos de Irán, particularmente al grupo del Consejo de Cooperación de los Países del Golfo (CCPG) liderado por Arabia Saudita que creen -razonablemente- que si se levantan las sanciones relacionadas a las armas nucleares se estará facilitando la agresión de Irán en su contra.
Si Biden cambia las relaciones estadounidenses con la región esa posición será interpretada como una debilidad de Washignton y sin duda alentará a Irán, lo cual inevitablemente y a menos que la administración norteamericana realice un verdadero esfuerzo y brinde un mensaje muy claro profundizaría las preocupaciones válidas no solo de sus socios del CCPG, también de Israel, su socio histórico regional, por lo cual es muy probable que en los próximos meses las relaciones de Washington con el liderazgo israelí sean distantes y problemáticas.
El respeto por las preocupaciones de seguridad de los vecinos de Irán mostrará cuál será la definición y dirección de la política de Biden más allá de Europa occidental. Pero sólo un examen y abordaje honesto y adecuado del problema con Irán mostrará que el éxito del acuerdo nuclear se basa en una política sólida y no en ideas políticas del nuevo inquilino de la Casa Blanca. En ese punto lo que queda por ver es si la administración Biden sigue un enfoque exclusivamente demócrata para Irán o si está dispuesto a considerar con amplitud un esfuerzo multilateral más allá de la Unión Europea, el Reino Unido, Francia y Alemania.
Francia ha enviado un mensaje directo el pasado jueves cuando el presidente Macron pidió a Irán que sea responsable, demuestre su seriedad y se abstenga de continuar con sus violaciones al acuerdo nuclear. Al mismo tiempo que reclamó a las autoridades iraníes detener las actividades de su programa de misiles y sistemas balísticos que agravan la situación regional.
En contraste a los dichos de Macron la respuesta iraní no se hizo esperar, ayer Ali Shamkahni, Secretario del Consejo Supremo de la Seguridad Nacional de Irán negó los dichos del presidente francés y declaró que no hay ningún obstáculo por parte de Irán al tiempo que culpó directamente a los Estados Unidos por cualquier retraso o fracaso en las negociaciones.
Luego de las primeras aproximaciones para abordar el controversial con el régimen iraní queda claro que el camino que escoja el presidente Biden definirá el éxito o el fracaso de su administración mucho más allá de la cuestión de Irán, y ello comprometerá no sólo a la zona del Golfo sino que toda la estabilidad de la región del Oriente Medio se vería afectada.