Por George Chaya

INFOBAE

 

La Administración demócrana no ha logrado conformar una estrategia consensuada. La demora en su presupuesto y el consenso con sectores de la oposición están ahondando fricciones.

El presidente estadounidense Joe Biden ha implementado durante su gestión una estrategia para abordar distintos problemas, entre ellos el hambre y el cambio climático. Sin embargo, su administración no ha logrado conformar una estrategia consensuada en materia de seguridad nacional. La demora en su presupuesto y el consenso con sectores de la oposición están ahondando fricciones de cara a la elección de medio tiempo con el bloque republicano.

Durante esta semana un grupo de asesores estrechos del presidente anunció que su proyecto para una estrategia de seguridad nacional está elaborándose y prontamente será dado a conocer a la oposición y a la ciudadanía. No obstante, varios congresistas republicanos han declarado no tener demasiadas expectativas de que así sea y criticaron la falta de celeridad al tiempo que manifestaron su preocupación sosteniendo que la seguridad nacional no está siendo abordada con responsabilidad por la administración Biden.

El bloque republicano recordó que el presidente había dicho en diciembre pasado que una nueva estrategia sería implementada durante enero del año en curso. Sin embargo, eso no ocurrió. Luego, al consumarse la invasión rusa de Ucrania el evento fue sindicado como la razón para postergar y revisar la estrategia a aplicar. No obstante, el problema que afronta la gestión Biden es que el marco legal, obliga a la administración a enviar dicho proyecto al Congreso junto al presupuesto correspondiente, eso ocurrió recién en la última semana de marzo, pero el proyecto sólo trataba el presupuesto “la estrategia no estuvo incluida” y ello creó mayor incertidumbre.

El pasado miércoles, la comisión asesora en política de defensa y control de armas de la administración declaró en Washington que los temas estratégicos finales en seguridad nacional se mantendrán sin modificaciones respecto de la estrategia delineada por el presidente Biden de forma provisoria en marzo de 2021. Sin embargo, en los meses, posteriores a la invasión de Putin sobre Ucrania y con la profundización de la guerra en curso el atraso continua.

Al mismo tiempo, Washington y Seúl (Corea del Sur) realizaron simulacros conjuntos en materia de misiles al día siguiente de que Piongyang (Corea del Norte) lanzo el primero de dos misiles que sobrevoló el espacio aéreo de Japón, por lo que el presidente ordenó el desplazamiento de un portaaviones y un grupo de respuesta rápida al estrecho de Taiwán, esos buques estadounidenses navegan la zona del noreste de Corea del Norte, por lo cual, tanto Japón como Corea del Sur están realizando movimientos militares e implementando planes preventivos con la fuerza aérea, la marina y el ejército, quienes evalúan respuestas de Washington a un probable ataque nuclear ruso en Ucrania. A pesar de todas estas hipótesis de conflicto abiertas, varios asesores de la administración Biden insisten en un discurso poco claro y generan incertidumbre en sus aliados; por ejemplo: los sauditas están preocupados -como todos los sunitas del Golfo- cuando escuchan decir a los negociadores estadounidenses involucrados en el Tratado Nuclear con Irán que: la diplomacia está de regreso en plenitud y que Estados Unidos no estará ausente del tablero global.

Por otro lado, las acciones extremas de Rusia, Corea del Norte, China con su potencial invasión sobre Taiwán e incluso la falta de respuesta a una solución duradera en materia de las conversaciones sobre el nuevo acuerdo entre Washington y Teherán agudizan el escenario internacional a una amenaza mayor para la estabilidad y la paz, pero también a la seguridad interior de los Estados Unidos.

En eeste marco al que los republicanos denominan “de confusión y desorganización”, el secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, expresó en un comunicado que “su misión, permanece sin nuevas órdenes, aunque reconoce que varios puntos del globo se encuentran frente a un cambio muy dinámico por lo que los Estados Unidos deben estar preparados para responder si hubiera que enfrentarlos militarmente”.

También altos jefes militares expresaron a la Secretaria del Ejército, Christine Wormuth, que deben adaptar instalaciones para operar exitosamente acorde a los cambios del entorno actual; Wormuth, agregó que “El plan en curso mejorará la preparación del Ejército frente a los cambios y al desafío de potenciales conflictos militares”. No obstante nada se mencionó sobre lo que podría suceder si potenciales oponentes como el presidente chino, Xi Jinping se enfoca en un programa de desarrollo de armas nucleares a gran escala o si el presidente ruso, Vladimir Putin, cumple con su amenaza de usar armas nucleares. Allí es donde es necesario disponer de una estrategia de seguridad amplia y claramente delineada que contenga suficiente fuerza disuasiva a las ambiciones de Rusia y China.

La Iniciativa de los congresistas republicanos confronta con la politica del presidente Biden y sus legisladores en materia de seguridad y busca ofrecer a los estadounidenses y europeos perspectivas razonables no sólo en el campo militar, también en recursos y bienes. De allí que la critica al manejo de Biden es que su programa no contiene una visión aplicable ni políticas pragmáticas que den respuesta a los actuales desafíos mundiales.

La Iniciativa republicana se centra en los desafíos de seguridad que indefectiblemente enfrentan los Estados Unidos actualmente y señala e identifica políticas que favorecerán el desarrollo exitoso de Occidente ante cualquier evento no deseado ni esperado -como la invasión de Ucrania-, también refiere a políticas de desarrollo económico que no solo se potencian en tiempos de paz. Esto es primordial en cualquier conversación internacional sobre Ucrania, la crisis del estrecho de Taiwán o la amenaza recidiva de Corea del Norte, pero sin apartarse de la seguridad al compromiso militar ni a los aspectos políticos generales, como la significancia de apoyar inversiones, mejorar aspectos de gobernanza y del papel geopolítico de sus aliados. Para Estados Unidos la importancia de su estrategia de seguridad también debe incluir, desarrollar y fortalecer sus lazos con funcionarios de países socios para acrecentar la relación con tomadores de decisiones estadounidenses para alcanzar resultados beneficiosos mutuos. Mientras la contraparte política demócrata rechaza la propuesta de los republicanos y defiende “su hoja de ruta provisoria”, la que prometía poner fin de forma responsable a la guerra en Afganistán -la más costosa de la historia para Washington- y garantizar que Afganistán no vuelva a convertirse en santuario seguro para futuros ataques terroristas en su suelo como el ocurrido el 9-11. Sin embargo, hoy los talibanes controlan nuevamente Afganistán como antes de 2001 y Al-Qaeda regresó a Kabul y amplias regiones del país.

No obstante, “el presidente Biden afirmó que su proyecto de seguridad nacional incluye aspectos que su administración juzga altamente relevantes, como el cambio climático, la inseguridad alimentaria, el racismo, la era post-pandemia del Covid-19, los derechos LBGT y el empoderamiento de la mujer. Así las cosas, las amenazas militares como China, Rusia y Corea del Norte quedan relegadas a un plano secundario aún con los peligros que encarnan”.

En Agosto pasado, informes de agencias de inteligencia europeas enviados a los Estados Unidos hicieron saber a Washington que transita un presente peligroso y describen ciertos planes de sus enemigos. En ellos se indica que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) alberga profundas dudas sobre los niveles de enriquecimiento de uranio de Irán en el marco de su política por alcanzar un arma nuclear. Por otra parte, China esta construyendo buques para su marina de guerra en niveles equivalentes a la flota del Reino Unido; al mismo tiempo que el presidente ruso amenaza de forma abierta con usar armas nucleares en Ucrania si es confrontado por la OTAN y Corea del Norte no ha detenido sus pruebas constituyendo una gran incógnita en materia de su producción de armas nucleares.

Ante tal escenario, después de más de siete meses de la cruenta invasión de Putin a Ucrania y a poco más de 30 días de que Xi Jinping envió sus buques de guerra y aviones a territorio soberano de Taiwán ante el fastidio que le ocasionó la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, la administración Biden no debería darse el lujo de mostrar estrategias de seguridad nacional insinuando que son adecuadas sólo para congraciarse con algunos sectores de su interés, pero que fallan de manera significativa en materia de su propia seguridad como país líder y libre.

Como forma de contrarrestar esos peligros, el presidente Biden necesita inexorablemente una estrategia nacional que articule claramente sus metas en seguridad. Para ello, debe presentar una evaluación clara y amplia que asuma estas amenazas y describa formas realistas de contrarrestarlas reuniendo los recursos para que esa estrategia funcione. Hasta aquí para sectores republicanos y una gran parte de la ciudadania estadounidense, su administración no alcanzó esos objetivos.

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