Por George Chaya

Infobae

 

Durante la primera parte de la pandemia, las medidas adoptadas por los gobiernos Occidentales paralizaron a distintas redes internacionales de terrorismo, tráfico de drogas y lavado de activos.

Para el narcotráfico, especialmente en Europa, Oriente Medio y Asia, el Covid-19 presentó un grave problema que bloqueo la mayoría de sus operaciones, especialmente en lo relacionado con la producción pero también en lo inherente a la oferta y la demanda. Tanto cultivos como precursores químicos para fabricar drogas sintéticas no pudieron saltar los controles de puertos, fronteras y aeropuertos que la mayoría de los gobiernos del mundo establecieron con sus bloqueos, suspensión de viajes internacionales y restricciones en el comercio. En consecuencia, a lo largo de la pandemia, los cárteles de la droga como las sociedades, se enfrentaron con medidas gubernamentales y variables tendientes a evitar la propagación del coronavirus. Así, los traficantes se vieron afectados en gran medida respecto de sus operaciones.

Cuando los gobiernos reconocieron la gravedad de los efectos del Covid y la magnitud de la pandemia que el virus generaba, las medidas fueron enriqueciéndose a nivel fronteras desde mediados de marzo de 2020. El nuevo escenario se convirtió en un problema para las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico que se vieron muy afectadas en sus operaciones.

En la primera fase de la pandemia, a través de diferentes medidas de sus gobiernos los estados neutralizaron operaciones de un gran número de cárteles de la red mundial de tráfico de drogas, esto generó pérdidas por cientos de millones de dólares al crimen organizado. Tal vez la muestra mejor acabada del momento crítico para las redes del narco se evidencio en el desplome del precio de la coca en la región andina donde su valor bajó un 70%, en tal sentido un ex-funcionario de la Agencia de Control de Drogas estadounidense declaró en la cadena NBC que las organizaciones del narcotráfico más conocidas en la comunidad internacional estaban transitando el peor momento de su existencia.

Lo mismo ocurrió en materia de la demanda donde los precios del mercado a los consumidores aumentaron significativamente en virtud del lógico faltante y las dificultades para conseguir la droga ya que los distribuidores también quedaron recluidos e imposibilitados de hacer contacto con los compradores y consumidores debido a las medidas restrictivas de los distintos gobiernos.

También los traficantes debieron enfrentarse a un segundo problema ocasionado por la pandemia en materia de lavar el dinero que se generaba en las magras operaciones que podían realizar, los grandes cárteles no pudieron efectuar sus operaciones normales de comprar bienes de consumo y mandarlos de regreso a los países donde se sitúan los centros de su cadena ilícita en materia financiera.

Así, las fuerzas policiales y agencias de seguridad internacionales pudieron incautar mayor cantidad de activos que antes de la pandemia, lo cual generó un perjuicio mayor a las operaciones de distintos cárteles. Como contramedida y para abaratar los costos que ha causado la interrupción de las operaciones, esos mismos cárteles debieron achicar erogaciones en la retribución a sus colaboradores y trabajadores de niveles más bajos además de suspender la actividad de redes que no significaban grandes ingresos en la comercialización. Sin embargo, la afectación de los intereses importantes de esas  organizaciones no dio lugar a la neutralización definitiva de los carteles más importantes.

Del mismo modo que antes de la pandemia, las organizaciones del narcotráfico buscaron alternativas innovadoras para escapar a las restricciones estatales. Los grupos criminales de distintas latitudes como en Colombia o Afganistán, en algunos casos trataron y lograron saltar las restricciones impuestas. Aunque las normativas estatales de prohibición de circulación, los controles y las medidas de distanciamiento social junto a otras muchas políticas gubernamentales lograron reducir la actividad criminal de esas organizaciones, aunque en muchos casos las distintas policías, las fuerzas armadas, los servicios médicos y las agencias de seguridad se han visto vulneradas en virtud de la magnitud de la pandemia, lo cual hizo que deban diversificarse y prestar asistencia también en otras aéreas dada la impresionante cantidad de personas afectadas por el Covid-19 o porque su personal se infecto con el virus, lo cual presento una mayor vulnerabilidad en sus tareas habituales que fue usufructuado por los narcotraficantes.

Así, a pesar de la estrecha relación entre narcotráfico, lavado de activos y terrorismo las estadísticas muestran que las operaciones militares de grupos terroristas han descendido sensiblemente en las regiones donde el flagelo mantenía actividad alta (Siria, Afganistán, Libia e Irak). Las operaciones financieras de lavado de dinero a través de bancos europeos también exhibió un descenso importante, los carteles diversificaron su actividad en áreas y actividades nuevas como por ejemplo participando en la entrega de suministros sanitarios con lo que las organizaciones de traficantes confrontaron la legitimidad de los estados en distintos países. Esta nueva realidad llevó a que diferentes gobiernos estén enfrentándose a la nueva modalidad de los narcotraficantes.

Sin embargo, a medida que las restricciones derivadas del Covid-19 se volvieron más familiares y laxas entre las sociedades, los cárteles enfocaron nuevas estrategias para penetrar la economía legal de los estados a efectos de que el dinero generado en sus operaciones retomara el círculo financiero que les permita moverlo y blanquearlo.

Las organizaciones del narcotráfico están tratando de adaptarse a las restricciones derivadas de la pandemia, utilizan formas más creativas e innovadoras, así han logrado eludir aduanas y fronteras a través del contrabando de drogas en envíos de suministros médicos que siguieron circulando en distintos países del mundo. Según un informe de la prensa estadounidense, los cárteles mexicanos han sido innovadores durante el confinamiento originado por la pandemia. Así es que han empezado a  utilizar drones en el traslado de la droga a distintos puntos de la Costa Oeste estadounidense.

El interrogante que se plantean las agencias anti-drogas occidentales es si en la era post-pandemia algunos cárteles emergerán como estructuras más fuertes y poderosas. De momento tal pregunta no puede ser respondida con certeza porque no se sabe aún el nivel de pérdidas económicas que experimentaron las organizaciones de tráfico de drogas. Sin embargo, el achicamiento de personal de niveles menores y los recortes de sueldos claramente han sido medidas extremas y sin precedentes en la actividad de dichas organizaciones. Lo concreto es hay poca información verificada de las agencias que combaten el narcotráfico sobre este punto y no parece que pueda afectar a futuro sus operaciones de forma relevante ya que ante la pérdida de empleos y puestos de trabajo en la economía lícita y formal, los cárteles tendrán la posibilidad de contar con mucha mano de obra para futuros reclutamientos.

Otra consecuencia de la recesión económica del mercado laboral lícito es el gran número de empresas a las que la pandemia colocó en situación de dificultad, o peor aún, de quiebra, ellas pudieran asociarse a futuro con el narco dependiendo de la liquidez que los cárteles estén buscando inyectar en esas empresas necesitadas. En consecuencia, se abrirán nuevas y mejores oportunidades para lavar dinero en empresas y negocios que se encuentran en la necesidad extrema de inyección de capital para continuar con sus actividades y salvaguardar puestos de trabajos. Este es el nuevo peligro de los tiempos post-pandemia en el que las agencias internacionales que combaten el narcotráfico  deberían focalizarse ante la probabilidad concreta que inversiones provenientes de actividades ilícitas puedan ser el maridaje perfecto que robustecería al crimen organizado ingresando en las economías legales.

En la medida que los estados continúan luchando contra el Covid-19, las organizaciones criminales implementarán nuevas estrategias con las que pretenderán presionar sobre los gobiernos y las instituciones estatales. En consecuencia, los tomadores de decisiones como aquellos funcionarios encargados de implementar políticas de seguridad deben ser igualmente hábiles y focalizar sus agendas para garantizar que las organizaciones narco-terroristas no consoliden sus planes en detrimento de la legitimidad y la autoridad de los Estados. Este será el escenario futuro cuando el flagelo del Covid-19 vaya quedando atrás, y exigirá un esfuerzo ampliado de los estados y sus gobiernos para detectar y neutralizar el dinero proveniente de actividades criminales para evitar que derive en inversión y capitalización que invadan empresas y favorezcan que esas organizaciones criminales se extiendan en las sociedades occidentales.

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