Por George Chaya

 

La recientemente promulgada Ley César modificó el tablero político regional. Para muchos expertos, Siria debería comenzar a morigerar sus posiciones después del rechazo total del régimen a cualquier aspecto de la ley. Sin embargo, las últimas declaraciones de funcionarios rusos aliados al presidente Bachar Al-Assad, la posición de Damasco podría estar cambiado.

La ley es un instrumento jurídico por medio del cual se busca aislar al régimen sirio y bloquear a sus aliados. Uno de sus puntos más relevantes es que prohíbe la reconstrucción de la infraestuctura del país bajo el régimen actual no permitiendo la inversión de compañías extranjeras en dicha reconstrucción. Lleva su nombre por un militar desertor del ejército sirio que obtuvo pruebas de los crímenes y torturas ejecutados por el régimen que obran en más de 50.000 fotografías que han llegado a la Corte Penal Internacional (CPI).

Varios países están detrás de la investigación para bloquear al gobierno del presidente Assad y ante la normativa, también Rusia ha mostrado un retroceso del Kremlin tanto en su papel en Siria como en sus relaciones con la República Islámica de Irán. Moscú está analizando confrontar cualquier bloqueo derivado de la ley sobre Siria en virtud de las pérdidas políticas y económicas que esto pudiera generarle.

Lo cierto es que la intervención de Rusia en Siria no fue solo para salvar la continuidad de Assad. Los negocios a futuro y su rentabilidad siempre fueron los objetivos de Moscú. Pero también, evitando el cambio de equilibrio de poder allí, Putin ha dado a Rusia una posición diplomática de avanzada a nivel regional convirtiéndose en el actor mas relevante cuya estrategia apuntó a la mediación en la resolución de la crisis. No obstante, debido a la nueva ley, el líder ruso podría estar a punto de perder gran parte de terreno ganado en caso de que Siria se convierta en un problema político imposible de resolver por la Ley César.

Las primeras repercusiones que indican inestabilidad al interior del gobierno sirio y problemas que pueden agravarse en el futuro inmediato ya se han manifestado en la disputa que tomó estado público entre el presidente Assad y su poderoso primo, el empresario de las comunicaciones más importante del país, Rami Makhlouf, donde miles de millones de dólares están en juego por el manejo de las empresas de telefonía móvil. Putin no está viendo eso con buenos ojos y como buen tiempista de la política regional, sabe que más temprano que tarde Moscú tendrá que intervenir si no quiere quedar fuera de ese millonario negocio que busca asignar a empresas rusas. Aunque los iraníes apuestan por lo mismo y presionan a Assad en el rubro comunicaciones para que el presidente sirio otorgue luz verde a Teherán en ese rubro. El conflicto de intereses allí, será descarnado.

Uno de los expertos rusos más conocidos en asuntos de Oriente Medio dentro del Consejo Ruso para Asuntos Internacionales, Alexei Glenbekov, declaró días pasados al diario libanés An-Nahar que La ley no cambia sustancialmente las políticas de Rusia para Irán y Siria. Pero que aumentaría la carga que significa Siria sobre la economía rusa. Aunque no explicó cómo Moscú podría equilibrar esa carga, que, según él, se está volviendo más pesada que tiempo atrás.

Por otra parte, el académico del Instituto Político Ruso para Oriente Medio, Antón Mardassov, también sugiere que la Ley César no cambiará la posición de Rusia hacia Siria en sentido negativo ni generaría distanciamiento de Moscú con Damasco como muchos esperan en Occidente.

Al mismo tiempo y un día antes de que entrara en vigencia la ley, la embajadora de EE.UU. ante Naciones Unidas, Kelly Kraft, dijo que las sanciones fueron diseñadas para privar al régimen de Assad del apoyo y los ingresos que usó para cometer atrocidades y violaciones de los derechos humanos que impidieron una solución política y bloquearon cualquier perspectivas de pacificación.

Según Kraft, el régimen de Assad tiene que tomar una decisión clara, seguir el camino político establecido por la Resolución ONU 2254, o EE.UU. no tendrá otra opción que continuar congelando el dinero de la financiación para la reconstrucción y profundizando las sanciones contra el régimen y sus socios y financistas.

Esta posición abre el interrogante de si Rusia tendrá que modificar su relación con Assad a una solución política que el presidente sirio no puede dar en el escenario actual. En esa linea, Mardasov declaró a la cadena Al-Arabiya en idioma árabe que Rusia está en absoluta capacidad de presionar a Assad para que active el Comité Constitucional implementando la Resolución 2254. Así, Rusia propondría activar un gobierno de transición por medio de ese comité sin desplazar a Assad, por el contrario, la idea de Moscú es otorgar más legitimidad y mantener a Assad en el poder.

Desde 2011, Siria ha sido objeto de sanciones económicas estadounidenses y europeas que no han logrado cambiar el comportamiento del régimen debido al apoyo ruso e iraní. Lo cual hace poco probable que cambie su comportamiento ante las sanciones de la actual Ley César si evalúa que el Kremlin en Moscú y el Majlis en Teherán continuarán brindándole su apoyo.

Aunque probablemente Putin continuará apoyando a Assad, es poco probable que el presidente ruso confronte con Washignton por las nuevas presiones. En consecuencia, Assad debería hacer algunas concesiones si desea superar la crisis y tener fondos suficientes para su gobierno. Rusia lo está ayudando en eso, Moscú está tratando de hacer que el proceso de concesiones sea menos difícil y doloroso que lo que están ofreciendo como solución los khomeinistas iraníes. De allí que en la futura reconstrucción siria es altamente posible que sea Rusia quien gane la aceptación del pueblo sirio y no Irán.

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