Dr. Oscar Elías Biscet
Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos
Presidente del Proyecto Emilia
Medalla Presidencial de la Libertad
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Este análisis fue presentado en la Sección de Resistencia Activa Noviolenta del programa Lawton Libre, de Radio Martí. Basado en el libro De la dictadura a la democracia de Gene Sharp y otros autores de la noviolencia. Este tema refleja mis opiniones y no de la institución.
Cualquier ley que no ofrezca el resultado que le corresponde como ley o que se desdobla por los administradores de la justicia en perjuicio del individuo, pierde la esencia de la justicia y se vuelve un suceso violento que, en ocasiones, es mucho más despreciable que la propia violencia física, pues los actos corruptos destruyen la institución democrática.
El objetivo de la desobediencia civil o lucha cívica noviolenta es poder conseguir la reparación de la ley u otro daño en la sociedad y al individuo de forma armónica, que implica la erradicación de la violencia física y verbal. Pero que no deja de ser una resistencia activa y valiente. Es combinar las fuerzas de amor, el racionamiento y la civilización. En fin, nos brinda un método científico para desarrollar las estrategias y tácticas de lucha y que podemos usar en los diferentes objetivos de la sociedad. Con ella se neutraliza la superioridad del opresor, donde estos están entrenado magníficamente para el uso de la fuerza de la violencia y no para enfrentar a individuos con las armas pacíficas o métodos de la noviolencia (protesta persuasión, nocooperación e intervención noviolenta).
En la lucha cívica noviolenta, las personas deben entrenarse con gran disciplina, como lo hacen los soldados de los ejércitos. Incluso conlleva una transformación profunda en el enriquecimiento del carácter de la persona; porque existen circunstancias a realizar que están fuera de la educación de la misma persona. Por ejemplo: dar gritos de viva a la libertad o abajo a la dictadura en lugares públicos, para llegar a muchas personas y despertarlos del letargo impuesto por el adoctrinamiento intelectual y escolar de la dictadura.
Sin embargo, describiré algunas de las casi 200 acciones, que vistas fríamente o con ánimo de devaluar a las personas, serían contraproducentes para un individuo bien educado. Hay otras cosas difíciles de ejecutar por el freno del individuo educado en las normas de urbanidad, como acoso o morfa de los funcionarios, volverse la espalda; estas son acciones de protesta persuasión.
En los métodos de nocooperacion económica existen circunstancias complejas para realizarse en una sociedad civilizada, como negarse a pagar estipendios, deudas y asignaciones o deudas e intereses o impuestos. Estas son situaciones, donde el individuo es educado desde niño en el cumplimiento de esos deberes socioeconómicos.
En los métodos de nocooperacion política: rechazo a la autoridad como negar o retirar la obediencia y la no cooperación de los ciudadanos con el gobierno: boicot de los cuerpos legislativos, negarse ayudar a los agentes de coacción del gobierno; quitar señales y marcadores de su lugar; negarse aceptar a los funcionarios designados.
Los métodos de la intervención noviolenta: acoso noviolento definido como una intervención psicológica. En las intervenciones físicas están: entrar y sentarse; entrar y quedarse de pie; meterse a tropel; meterse empujando; incursión e invasión noviolentas; intervención noviolenta; obstrucción y ocupación noviolentas. La intervención social: entrar y hablar; teatro de guerrilla. La intervención económica: ocupación noviolenta de tierras; desafiar cercas y rejas; falsificación política motivada; apropiación de fondo.
“Es probable que a cualquier régimen ilegitimo le cause graves problemas el uso considerable de estos métodos, cuidadosamente escogidos, aplicados persistentemente y en gran escala, fundidos en el contexto de una sabia estrategia y de tácticas apropiadas, por civiles adiestrados. Esto es aplicable a todas las dictaduras, estas son vulnerables”, según Gene Sharp.
También pienso que, esos métodos de la resistencia noviolenta pueden conseguir los objetivos planeados por los activistas en una sociedad democrática. Cuando analizamos las tácticas utilizadas, contrastan con las normas y buenas costumbres en la sociedad, pero que son necesarias y eficientes en la búsqueda de la justicia, la verdad y la libertad.
Henry David Thoreau nos dice: “Es tan difícil verse a uno mismo como mirar para atrás sin volverse. He venido a este mundo no para hacer de él, ante todo, un lugar donde se viva bien, sino para vivir. La desobediencia es el verdadero fundamento de la libertad”. Por eso podemos comprender cuando nos expresa que “La ley nunca hará a los hombres libres; son los hombres los que tienen que hacer a la ley libre”. Y cuando existan muchas críticas; por eso, los métodos descritos anteriormente, que ponen en duda tu educación y sensibilidad humana ante el respeto de la ley, recuerden este pensamiento de Thoreau: “Es más deseable cultivar el respeto al bien que el respeto a la ley”.
Conocer la ley y cumplir con sus obligaciones están en la decencia de la persona y es lo que definimos como hombre de buena ley. Esta es la que hace avanzar la sociedad y la mantiene en igualdad cuando se busca el bienestar de todos los ciudadanos en la sociedad.
También entre la ley y el violentador de esta, debe haber un equilibrio a la hora de impartir la justicia, para no castigar al sujeto más allá del crimen cometido y no usar ese mandato que imprime un sello de prepotencia. Sería un crimen a revés, o sea, de parte de los impartidores y cuidadores de la ley y se propiciará el desarrollo de la injusticia. Donde hay muchas leyes, facilita la comisión de más delitos y la naturaleza escondida de la acción de la corrupción por parte de las autoridades conocedoras de este proceso legal.
Por supuesto, las leyes están para su cumplimiento, pero solo se deben obedecer las que no degraden nuestra dignidad como persona. Ante las injusticias y las censuras de la libertad, todo ciudadano debe buscar cómo resolver pacíficamente todas esas arbitrariedades que secuestra la esencia del humano. Esa mala posición de práctica legalista debe resolverse para garantizar una vida armónica en la sociedad, sino el individuo no tendrá otro camino que la rebelión; ojalá que fuera a través de la resistencia noviolenta; pero aún se vive bajo las normas del Estado, que de por sí, es la esencia máxima de la fuerza de la violencia.
En las leyes van la razón humana, lejos de las pasiones de los hombres, para juzgar rectamente y brindar la mejor justicia posible. Esta se debe observar para bien de todos en la sociedad y las fuerzas de las costumbres que dignifiquen a las personas, para evitar las calamidades públicas y la rebelión en la sociedad.
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