Por Esteban Fernández Roig Jr.

 

Recuerdo hoy un 16 de septiembre de la era  prehistórica.

Era mi  cumpleaños,  pero yo no distinguía quien era quien. Oh, sí, veo  varias caras recién conocidas, una dulce mujer y un hombre con su sempiterno tabaco en la boca que dicen ser mis padres.

¿Ustedes se sorprendieron  que a esa tierna edad yo conozca la palabra “sempiterno”? Es que yo era “un mojón muy atrevido”…

Oh, también puedo notar a unas señoras que dicen ser mis tías: Chacha, Madrinita y Yota Gómez.

Y a un  señor gordo y cariñoso llamado “el tío Carlos Gómez”…

Los demás  me eran completamente desconocidos y no sabía que huevo los puso ni que pintan en “party “. Perdonen, esa es otra palabra americana que aprendí después.

Recuerdo que había cantidad de comida: bocaditos, tamales, croquetas y un cake con una velita , pero a pesar de ser supuestamente el “rey de la fiesta”, no me permiten comerla.

Ana María (la mujer que me pide le llame “Mami”) me dio un puré de malanga con una cucharita y me decía : “Mira, Estebita, aquí viene tu primo Jorge Ortega en el avióncito”..

Desde muchas horas antes a un amigo de la familia que le decían “Joseíto el Colorado” se le ocurrió la increíble idea de abrir un hueco en el patio y comenzar a darles vueltas y cocinar un cochino. Yo lo miraba aterrorizado.

Allá afuera estaban los hombres hablando muy alto y tomando cervezas. Las mujeres estaban alrededor de mi madre que ya estaba en estado y en 12 días traería a Güines  a mi hermano Carlos Enrique. Y en el grupo ya puedo distinguir a Maria Cobas que también está embarazada y esperando a mi primita Maria Mercedes Quintero Hernandez en los próximos días.

Y hasta ese momento “el hojomeneado” -como decía Trespatines- estaba completamente ignorado, pero de pronto un amiguito del barrio llamado “Nolly” Mata llama y todo el mundo comienza a gritar y aplaudir: “¡Estebita, ven que vas a apagar la velita y vamos a cantar tú “happy birthday”.

Me subieron a una silla, me rodeó la gente, por primera vez en mi vida me sentí importante. Soplé con todas mis fuerzas y me aplaudieron.

Y por la persiana  vi pasar a unos dinosaurios.