Dr. Oscar Elías Biscet

Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos

Presidente del Proyecto Emilia

Medalla Presidencial de la Libertad

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No importa el terror de estado, la dictadura castrista tiene sus días contados.

Los cubanos viven un proceso libertario, donde se reencontraron en la lucha por su liberación con las categorías más hermosas de la existencia humana: la vida y la libertad. Los isleños, su reencuentro con su designio y sus objetivos reparadores de sus sueños rotos por 62 años de tiranía castrocomunista, rechazan el traumatismo sistémico vivido en una perenne oscuridad, que se exacerba por la falta de libertad.

El régimen castrista con su poderoso control totalitario de la sociedad hizo uso de las ciencias como instrumentos para subyugar y corromper a la gente. En muchos prevalecieron trastornos de salud, manifiestos en el abuso o dependencia del alcohol, síndrome de Estocolmo, los trastornos de estrés postraumático, síndrome ansioso depresivo y el trastorno de indefensión aprendida e incluso utilizó la psiquiatría como tortura para doblegarlos en la hipocresía y romper la virtud del disentimiento político de los ciudadanos.

Este mes de julio la humanidad recuerda dos grandes procesos de profundo cambio para el mundo: la Revolución Americana, 1776, y la Revolución Francesa, 1789. También los cubanos tuvieron un 4 de julio de 1851, donde los criollos se levantaron en rebeldía contra el despotismo colonial y buscaron su patria independiente y soberana. Ese espíritu de patriotismo y cubanía se reveló en el orgullo de toda una nación en la rebelión de liberación este 11J.

La rebelión libertaria en Cuba fue un estallido social nacional, en todas las provincias, desde ciudades y pueblos del occidente al oriente del país. Desde la fundación de la Republica, 1902, hasta la actualidad, régimen castrosocialista, 1959-2021, nunca antes en la historia nacional hubo expresiones de descontento popular de esa gran magnitud, en varias localidades, espontáneas y pacíficas de la ciudadanía, exigiendo su libertad, incluso, desde el período de la llegada de los primeros europeos a la isla cubana, 1492, hasta el surgimiento de la República Cuba.

En realidad, el jefe del Partido Comunista de Cuba (PCC), Miguel Díaz-Canel Bermúdez, pudo engañar a académicos, catedráticos, universitarios y politólogos en sus sueños de encontrar en su persona el Gorbachov cubano, aunque siempre expresó que era continuidad. Lo cierto es que el pueblo cubano le quitó la máscara de la bondad y la democracia y puso al descubierto la esencia de la violencia brutal de individuo y su Partido Comunista. Simplemente Díaz-Canel mostró su enseñanza ideológica y deseo de la niñez en ser un matón como el Che.

El orgullo cubano arde junto a la libertad en Cuba. Mientras el sucesor designado Miguel DíazCanel, el Partido Comunista y su régimen buscar aplastar esos anhelos de libertad. Díaz-Canel, en una arenga pública, ordenó el uso de la violencia extrema a sus secuaces, al estilo de las camisas pardas hitleriana (SA), los camisas negras de Mussolini y los colectivos del madurismo.

Díaz-Canel y el Partido Comunista son los responsables intelectuales de los linchamientos de alrededor de media decena de personas, aunque no se conoce la magnitud de este hecho por el control totalitario de la presa, información general y las comunicaciones, y del ejercicio del exceso de fuerza brutal militar policiaca en las palizas desmedidas a la población en las protestas pacíficas, que las cancillerías de un grupo de 21 países democráticos condenaron por las graves violaciones de los derechos humanos.

Esos crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen castrocomunista deben ser documentados y sancionados en la Naciones Unidas por un Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), asimismo en la Corte Penal Internacional (CPI) y EEUU debe liderar junto a varios países las condenas, velar por los cumplimientos de las sanciones y entre todos acelerar la desintegración de la tiranía.

La administración estadounidense sancionó a Álvaro López Miera, Ministro de la FAR y la Brigada Especial Nacional del Ministerio del Interior. Aunque un enfoque más realista sería sobre el Secretario del Comité Central del PCC, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, la organización política del Partido Comunista de Cuba, su régimen e individuos ejecutores en la práctica de la violencia extrema y los crímenes de lesa humanidad.

Durante los días de rebelión ciudadana, cinco generales murieron en la isla, levantando suspicacias en muchas personas. Quizás fueron muertes por ejecuciones extrajudiciales, no lo sabemos, reafirmar esos conceptos sería caer en la teoría de las conspiraciones, aunque es una forma habituar de deshacerse de los personajes molestos a la cúpula del régimen.

No obstante, estos generales estaban comprometido con la tiranía; uno de ellos cumplió la orden de Raúl Castro de derribar dos avionetas donde murieron cuatro pilotos en labores humanitarias en el Estrecho de la Florida e inclusive disfrutó de sus muertes como lo hacía el Che Guevara cuando fusilaba a los opositores al régimen en la fortaleza de la Cabaña. Lo seguro es que todos intervinieron en las guerras imperialistas de Fidel Castro en África y posiblemente participaron directamente en los múltiples crímenes de guerra, sobre todo en Angola. Estos casos de crímenes de guerra son imprescriptibles y están pendientes por la justicia.

La libertad es parte del pensamiento cotidiano de los cubanos y esto rompió las ataduras impuestas por una sociedad de miedo. No importa el terror de estado, la dictadura castrista tiene sus días contados. Ahora es continuar la rebelión ciudadana, enriquecerse en las teorías del desafío político que las propician y organizarse para la desintegración definitiva del régimen tiránico para dar pasos irreversibles a la República de Cuba libre.

https://www.diariolasamericas.com/opinion/rebelion-cuba-diaz-canel-un-maton-como-el-che-n4228277

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