Dr. Oscar Elías Biscet

Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos

Presidente del Proyecto Emilia

Medalla Presidencial de la Libertad

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Publicado originalmente en The Washington Times el jueves 19 de mayo de 2022.

¿Por qué el presidente no habla tan duro de Díaz-Canel como lo hace con Putin?

El secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, dice que vivimos en un “momento de ajuste de cuentas para la democracia en todo el mundo” y promete que Estados Unidos “dará un paso adelante y traerá a otros” con él. Esas son bellas palabras, pero para muchos cubanos suenan huecas. A pesar de todo su discurso de oponerse a la autocracia y apoyar las democracias en peligro, la administración Biden ha hecho poco para abordar la supresión de los movimientos de la democracia en Cuba.

Los disidentes cubanos están sufriendo la peor persecución en décadas. Sin embargo, la administración Biden, la comunidad internacional en general y los medios han ignorado en gran medida esta represión.

El verano pasado, el 11 de julio de 2021 (11J), los cubanos salieron a las calles para protestar pacíficamente por las prácticas tiránicas del gobierno y la mala gestión económica crónica del país. El régimen de Miguel Díaz-Canel ha tratado este acto sencillo y pacífico de expresión democrática como una serpiente a la que hay que aplastar en su caparazón. Ha autorizado juicios masivos para cientos de manifestantes inocentes, incluidos unos 55 menores. Algunos de los acusados terminarán en prisión durante décadas. Según Samantha Power, administradora de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, “el gobierno cubano ha condenado a 128 personas a un total de más de 1900 años de prisión por manifestarse y expresar sus puntos de vista”.

Esta represión es más amplia y dura que las anteriores, ya que tiene como objetivo asustar a los cubanos sencillos para que no apoyen tales protestas en el futuro. Lejos de dejar atrás la crueldad de los hermanos Castro, Díaz-Canel está volviendo a ella. Sin embargo, ¿cuántos estadounidenses están siquiera familiarizados con el nombre de Díaz-Canel? La suposición complaciente de la prensa y la comunidad internacional es que es una figura más benigna que sus predecesores. Los hechos brutales sobre el terreno en Cuba cuentan una historia diferente.

Si la democracia va a tener alguna oportunidad en Cuba, la administración Biden deberá hacer algo más que retirar las visas de viaje de un puñado de funcionarios cubanos, y la prensa y la comunidad internacional deberán arrojar una luz implacable sobre las fechorías del Sr. Díaz-Canel.

Un paso positivo que podría tomar la administración Biden es apoyar la expansión del acceso a Internet en Cuba. El señor Díaz-Canel lo ha restringido en respuesta a las protestas pacíficas. Esto impide el libre flujo de la información, sin la cual es imposible la recuperación de la democracia en Cuba.

¿Hablará el mandatario Biden tan duramente sobre Díaz-Canel como lo hace sobre el autócrata ruso Vladimir Putin? La tiranía marxista a las puertas de Biden es mucho peor que cualquier cosa en la esfera de influencia de Putin. ¿Por qué el destino de los cubanos le preocupa menos al Sr. Biden que el de los ucranianos? ¿Por qué el Sr. Biden no hace un llamado a las Naciones Unidas y a la comunidad internacional para que boicoteen y sancionen al Sr. Díaz-Canel tan severamente como al Sr. Putin?

Todo esto se vuelve aún más urgente por el hecho de que Cuba está en una alianza peligrosa con Putin. El régimen de Putin ya ha revelado su voluntad de instalar cohetes nucleares en Cuba, planes que no ha negado la dictadura cubana.

La administración Biden es consciente de este problema. Al referirse a la posibilidad de que Rusia instale estas armas en Cuba y Venezuela, Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de Biden, dijo en conferencia de prensa en la Casa Blanca el 13 de enero de 2022, que “si Rusia se moviera en esa dirección, se ocuparía de ellos con decisión".

Meses antes, en la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, el secretario de Estado, Antony Blinken, también expresó la preocupación de la administración por el creciente papel de Rusia en Cuba y Venezuela. La general del Comando Sur, Laura Richardson, atribuye en parte la inestabilidad del Hemisferio Occidental a la injerencia de Cuba en Venezuela, lo que ha contribuido a una ola de delincuencia transnacional en América Latina.

“Cuando se trata de Cuba, el objetivo es la democracia y la libertad para su pueblo”, ha dicho el secretario Blinken. Pero, ¿dónde están las medidas efectivas para promover estos cambios democráticos?

A principios de este año, los legisladores de Florida presentaron un proyecto de ley que pedía al Sr. Biden la promulgacion de la Carta de las Naciones Unidas (ONU). El proyecto de ley aún está pendiente. Dice que el artículo 54, si se promulga, permitiría al Consejo de Seguridad de la ONU tomar medidas contra Díaz-Canel, quien preside una dictadura que “está utilizando la tortura, la violencia y la intimidación; y reteniendo alimentos, agua, medicinas, electricidad, educación y comunicación al mundo exterior para estrangular a la población hasta la sumisión”.

El Sr. Biden debería prestar atención a las palabras de este proyecto de ley. ¿Por qué no lo ha hecho? ¿Por qué una administración ostensiblemente dedicada al renacimiento global de la democracia ha ofrecido un apoyo tan tibio a los discípulos cubanos de la misma? Cuba es una prueba de la sinceridad de Biden. ¿Estará con su pueblo perseguido o ignorará los abusos de sus torturadores?

Este no es el momento de la “normalización”, como algunos aconsejan al Sr. Biden, sino un momento que clama por una sólida defensa de los derechos democráticos del pueblo cubano. Hace nueve años, impulse la iniciativa de establecer el Proyecto Emilia para defender esos derechos. El propósito del proyecto es tan importante hoy como lo fue entonces. Clamamos por “un orden jurídico de nuestra patria que tenga como base los principios democráticos que rigen en otras naciones del mundo civilizado”. Pero nuestra exigencia sigue sin ser escuchada, como ilustran vívidamente los juicios masivos contra cubanos pacíficos del 11J. Cuba sigue siendo una terrible tiranía comunista.

Apruebo la celebración de una “cumbre sobre la democracia” por el Sr. Biden, como lo hizo en su primer año administrativo. Pero, ¿de qué sirve la elevada retórica en esa cumbre si no se responde con la acción? Este es, de hecho, un momento de ajuste de cuentas para la democracia en todo el mundo, como dice Blinken. Pero la historia juzgará que Biden ha fracasado si continúa pasando por alto el aplastamiento del renacimiento de la democracia en Cuba.

El Dr. Oscar Elias Biscet es un líder de derechos humanos, ex preso de conciencia durante 12 años y ganador de la Medalla Presidencial de la Libertad. Vive en  La Habana, Cuba, y puede ser contactado a través de su teléfono 011-537-699-1774. y de su sitio web: www.OscarBiscet.com.

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