Dr Fernando Dominguez

 

La sociedad, tal como la conocemos, es un organismo vivo. Su salud, como la de cualquier otro elemento vivo de la naturaleza, depende de factores múltiples, variados y, generalmente, fuera de su propio control.

Formas altamente superiores de la sociedad, capaces de controlar su propia evoluciόn, crecimiento, desarrollo y su desapariciὁn, no son han sido hasta ahora conocidas. Pero es indudable que como todo lo que vive, ella está sujeta al ciclo eterno de nacer, crecer, desarrollarse, multiplicarse, envejecer y finalmente, morir.

La muerte de una sociedad genera el nacimiento y la existencia de una nueva, sustituta de la anterior. Es hasta ahora especulativo si es posible o no, someter ese proceso a un planeamiento. Lo único cierto es que hemos asistido a la existencia de sucesivas sociedades, que han nacido, crecido, desarrollado y agotado sus posibilidades, porque se ha generado, dentro de ellas, una nueva, más pujante, más favorable a la existencia humana y social.

Es importante hacer hincapié que ha sido una constante que el surgimiento, desarrollo y florecimiento de las sucesivas sociedades siempre ha ocurrido mejorando  sus capacidades sucesivas de satisfacer las necesidades humanas. Nunca al revés.

Hasta ahora ha ocurrido, inexorablemente,  que imponer por la fuerza cambios a sociedades ulteriores que signifiquen pasos regresivos a las capacidades sociales de mejorar la vida y las condiciones sociales, siempre han generado implosiones con graves consecuencias, grandes pérdidas de vidas y haciendas, y han sido cambios meramente transitorios, que han visto el regreso a las formas anteriores, más favorables a la condición humana.

Así, vimos nacer de la propia naturaleza humana, la llamada comunidad primitiva. Surgida de la necesidad humana de agruparse para protegerse, para producir, para generar bienestar elemental.

Fue sustituída por una manera nueva de organizarse y distribuir la riqueza, basada en los derechos de propiedad territorial, generados por la esclavitud de sus competidores y vecinos, que finalmente derivὁ en supuestos derechos divinos, de sangre noble, que dominaron al resto.

El propio desarrollo de esa manera de vivir creό a los nuevos grupos dominantes mediante la riqueza, la producciόn mercantil, la competencia y el fomento máximo de la libertad en todo sentido.

Estamos viviendo la madurez de ese modo, modificado por las políticas de redistribuciόn por razones ideolὁgicas, de dominio de las fronteras geográficas, de superioridad extrema de las formas de subordinaciόn, agrupadas por grupos de poder, llamados partidos políticos, que han desarrollado una nueva clase dominante que se ha apoderado del estado, de la riqueza, de la distribuciόn, del poder militar y de las organizaciones encargadas de la violencia jurídico-político-social que gobierna la sociedad.

En este momento histórico, se pueden apreciar dos grandes fuerzas económicas, políticas y socio-culturalres, opuestas:

  •            - Aquellos que han concentrado oligárquicamente el poder econόmico y que mundialmente pretenden legitimarlo y hacerlo totalmente dominante, mediante un poder global único, indiscutido, mediante la sustitución de las formas tradicionales de vivir socialmente alrededor de la familia, las tradiciones que definen las naciones, el amor a ellas, por una ideología y cultura ausentes de fe y religiὁn; un poder absoluto, libre de “ataduras” de familia, creencias, patriotismo, género, posesiones personales, para establecer una “felicidad” sustentada en la ausencia de obligaciones y deberes, limitada a consumir lo que la inteligencia artificial y la producciόn “sustentable” ofrecerán, igualitariamente.
  •       - Los opuestos a ello, que quieren conservar los valores tradicionales, de familia, patria, competencia, libertad, sociedad basada en la producciόn libre que generό originalmente este modo de producciὁn; fomentar la cultura y el espíritu humano tradicionales, cuidar y desarrollar una niñez sujeta a las concepciones judeo-cristianas tradicionales, que originaron la cultura mayoritaria existente hasta hoy.

Paralelamente se ha contaminado la cultura mayoritaria original, mediante la masiva introducciόn de ideologías igualitarias, redistributivas; el favorecimiento de cultura de países enemigos de la libertad y la competencia, todas basadas en formas y variantes de la fracasada ideología marxista que le ha costado a la humanidad casi 200 millones de victimas en los últimos 100 años. Se insiste en pretender desconcer esa realidad y se fomentan lealtades a esas formas, presentandoles como novedosas y justas.

Uno de los puntos centrales de esa batalla político-cultural se encuentra en los Estados Unidos de América, los que fueron fundados y desarrollados en el principio de la sociedad mercantil. Una forma incisiva es una constante invasiόn de inmigrantes, mezclados con agentes de gobiernos agitadores, y todo tipo de personas, incluyendo los que siempre fueron enemigos del capitalismo, y que ya suman millones; Es una de las armas contra los defensores de la cultura conservadora y la economía mercantil, herederos del modo que convirtiὁ a la naciόn en el faro del mundo y la potencia invencible.

Ninguno de los países enemigos de la nación americana puede mostrar logro alguno social, político o material. No obstante, coludidos con los que quieren destruir al modo actual para lograr el globalismo absoluto, la sociedad ha llegado a un estado de crispación y polarización enormes. El fetichismo creado artificialmente sobre una supuesta superioridad inexistente, no demostrada, del igualitarismo, con la utilizaciὁn abierta de la mentira, del odio fomentado a la tradiciὁn, a la familia, a la educaciόn basada en los valores tradicionales, ligado todo ello al uso del poder administrativo en forma arbitraria, pintan un futuro desesperanzador.

La contínua infiltraciὁn enemiga en las mismisimas filas de las organizaciones encargadas de la vigilancia de la sociedad, se ha basado en dos principios que la han llevado hasta esta semi-postraciόn frente a los enemigos: buscar, escoger y empoderar a quienes odian a la naciὁn y reclutarles para asesinarla desde dentro, ubicandoles en posiciones estratégicas de la seguridad nacional.

Particularmente efectiva ha sido la tiranía castrista para hacerlo sistemáticamente desde hace 65 años, acompañadas por un accionar defensivo débil, casi inexplicable, de sus autoridades.

La sociedad, como cualquier otro organismo vivo, tiene que erradicar cualquier cáncer que la infiltre. Desatender un cáncer detectado es condenarse a perecer, a mediano o largo plazo; porque todo cáncer existe únicamente para infiltrar, conquistar, destruir tejidos y ὁrganos, hasta lograr la muerte del cuerpo invadido. Paralizar y destruir las defensas del invadido es la regla de oro del cáncer infiltrado.

El cáncer castrista tiene 65 años de contínua, incesante e impune infiltración y conquista.

Ha provocado desde un enfrentamiento nuclear mundial en 1962,  hasta casi conquistar un continente, logrando un 50% de enemistad, complicidad anti-libertaria, guerrillas, desembarcos e infiltraciὁn una buena cantidad de países y hasta en el propio cerebro de su victima que aspira a destruir: los Estados Unidos de América.

¿ Reaccionarán y combatirán hasta la erradicaciόn de ese cáncer, las autoridades encargadas de la “salud” de la sociedad norteamericana?

¿Seguiremos viendo, ejemplo tras ejemplo, cόmo ese cáncer sigue carcomiendo, hasta la muerte a nuestras libertades?

¿ Podremos los anti-castristas que hemos sido sus víctimas, contribuir a la concientizaciόn de este peligro, o seremos víctimas adormecidas de ese propio cáncer, que utiliza nuestras familias esclavizadas para pretender nuestra colaboraciὁn, activa o pasiva?

¿ Seguiremos contribuyendo al desarrollo del cáncer, ayudando al financiamiento de su alimentaciὁn mediante el chantaje con nuestras familias secuestradas?

En nuestra doble condición de víctimas como cubanos escapados y como norteamericanos que vemos nuestra nueva Patria amenazada contínua, sistemática e impúdicamente, esperamos que el cáncer sea extirpado y se realice el correspondiente tratamiento posterior de desinfección con quimo y radio terapias… para evitar la re-infección.