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“Prefiero ser el primero en una villa que el segundo en Roma.”, Julio César

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Orlando Viera Blanco

Diario Las Américas

 

Nuestra ‘batalla de Waterloo’ no son unas presidenciales. Es un cambio esencial de nuestra cultura y actitud colectiva. Ese es nuestro gran debate, nuestro ser o no ser...

El gran debate de la humanidad que es la libertad moderna, productiva, creativa, tecnológica, no se reduce a superar un cepo electoral. El reto es más evolutivo, inmensamente ciudadano, sensiblemente humanista.

Uno de los grandes debates de la humanidad lo colocó sobre la mesa Henri-Benjamín Constant de Rebecque. Fue uno de los primeros pensadores [político, activista y escritor suizo-francés], que se hizo llamar "liberal". Criticó la Revolución Francesa y fue cuidadoso observador de la libertad en términos modernos: libertad de expresión, de pensamiento, de poder representativo de opinión y de tradición; libertad de empresa y derecho a propiedad. Gran Bretaña-en lugar de la antigua Roma-es el modelo práctico de libertad en una gran sociedad mercantil. Su ideal: La monarquía constitucional.

En tiempos turbulentos como los vividos en Venezuela, es bueno revisar cómo en medio de notables movimientos sociales y revolucionarios, la humanidad “en marcha” detuvo el avance del despotismo y el reino terror representado-según pensó-en ilustradas ideas como la de Jean-Jacques Rousseau y Abbé de Mably. Y aquí la idea clave de Constant que se traslada como un martillo revelador a nuestros días: los clásicos de la ilustración francesa confundieron libertad con autoridad, extendiendo cualquier medio para justificar la acción del estado. La fraternidad se convirtió en el Reino del Terror, la igualdad en muerte de miles de hombres y mujeres que por ser no iguales a la revolución justificaría la aparición de déspotas como Napoleón, y la solidaridad la imponían los Comités de Salud Pública de Robespierre.

LA LIBERTAD DEL CONSEJO NACIONAL ELECTORAL

Para el Consejo Nacional Electoral [CNE] venezolano, la libertad de elegir o ser elegido no supone una evaluación ciudadana, sino una “preevaluación del pensamiento político”. Si están alineados con el régimen podrán optar a una elección, igualmente vigilada y condicionada. Si no corresponde “a un pensamiento correcto” simplemente no participa.

La libertad implícita en el CNE es la misma que cabalga en el pensamiento revolucionario clásico: la guerra, la confrontación, la lucha de clases, la confiscación, la exclusión, el dominio como respuesta continua al deseo de vivir en una sociedad liberal. En otras palabras, si el costo de los abusos de autoridad supone un conflicto, una acción desmedida del estado, lo justifico [Patria, revolución o muerte]. Si producto de un comportamiento arbitrario [bloqueo, vetos, inhabilitaciones, secuestro de los partidos políticos, ventajismo, desinformación, discriminación, baldón], la consecuencia es la negación, la violencia, la humillación, pues bienvenida porque justifica la limpieza revolucionaria. A partir de esta lógica aplanadora del poder, es difícil concebir unas elecciones justas. Aun admitiendo el denominado “efecto baranda o rendija” de transiciones de dictaduras a democracias, el predominio de un despacho electoral cooptado y parcializado, hace de la elección una quimera.

La hendedura política transicional de dictaduras a democracia, sea mediante convivencia con el pasado, ruptura moderada [Chile de Pinochet, España de Adolfo Suárez; reforma pactada [Polonia y Solidaridad de Lech Valesa] o ruptura absoluta [la revolución de los claveles de Portugal], tienen como común denominador lo que Constant denominaba, el respeto a los grupos de representación de agruparse en coaliciones políticas. En este caso debe existir un mínimo de garantía electoral como lo tuvo el referéndum constituyente español para votar la constitución de 1978 e ir a elecciones generales; el referéndum Chileno [1989] o las elecciones polacas [1.990]. En medio de las tensiones, la salida electoral fue plausible. Incluso Chamorro en Nicaragua derrotó a Ortega.

El gran desafío en Venezuela es lograr una elección meritoria, mínimamente vigilada y participativa. No he leído transición política en la historia de la humanidad, que teniendo la herramienta del voto censurada [Cuba], haya logrado deslizarse por la “baranda” de la voluntad pacífica de la gente. En múltiples entregas analizamos transiciones como la Uruguaya, El Pacto del Club Naval [1984]. Como Julio María Sanguinetti a diferencia de Ferreira, se coló por el balaustre con la alianza de los partidos Colorado, Frente Amplio y Unión Cívica y llegó a la presidencia; o la Argentina, donde Héctor Cámpora derrota a la dictadura [1973] y se escurre con su lema, Cámpora al gobierno Perón al poder.

Estos procesos transicionales no parecen posibles en una Venezuela donde las libertades electorales se han convertido en un reino de persecución, parcialidad y terror. Un clima social violento, que viola los DDHH y siembra magnicidios, transgrediendo el Acuerdo de Barbados [Artículos 3.5 y 6to], que llama a la cultura de la tolerancia, respeto a la ciudadanía y convivencia pacífica. Nos gustaría ver a Gerardo Blyde abogar por la libertad de los presos políticos como condición de un proceso electoral libre. No hay elecciones libres si no hay presos políticos libres.

ENTONCES QUÉ PODEMOS HACER

¿Quiénes participan en las elecciones presidenciales del 28/7/24 después haber superado los setos del CNE? Primero candidatos tarifados por el régimen. Por otro lado los “tolerados”. Los candidatos que mantienen una imagen opositora que sin el aval de María Corina, no llegan-todos juntos-a un 15% de intención de voto. María Corina contra Maduro, registra una relación victoriosa 80/20. Además, los candidatos de oposición que no participaron en las primarias registran entre 75% y un 85% de rechazo. El mayor rebote lo tiene el Señor Rosales (Meganálisis Marzo 2024). Ante esta realidad, lo más preocupante es que sin la participación y aprobación de María Corina en las presidenciales, la abstención se dispara a un 60%. En ese escenario Maduro gana.

Si las elecciones están encadenadas por el CNE, el voto es una simulación. No llamo a la abstención. Lo que quiero subrayar es que el asunto dejó de ser estrictamente electoral. Es inmensamente estratégico, funcional, orgánico. En este terreno el compromiso es organizarse disciplinadamente a lo interno y externo, para evidenciar que tendremos un evento electoral ilegítimo y dejar constancia que se ha ejecutado un fraude.

Nada de lo escrito excluye la posibilidad que María Corina dialogue y le dé su “bendición” a una candidatura postulada, como arbitrariamente asoman voceros del régimen. Supongamos que ella decide “en consenso”, favorecer a uno de los postulados. Parto del supuesto que no permitieron [arbitrariamente] la participación de la Dra. Corina Yoris. Lo primero es elegir aquél que tenga menos rechazo en la población. Lo segundo, optar por aquél que resulte más confiable para respetar los términos de una posible transición, agotando todos los medios necesarios para cobrar un resultado favorable, y/o dejar en evidencia el fraude, subiendo el costo político al régimen por mantenerse detrás de las tapias del terror. ¿Existe ese sustituto? Ese es el dilema. No es votar o no votar. Es ser o no ser…

No podemos caer en provocaciones. No estamos en guerra. La “batalla” es ciudadana. Nuestra responsabilidad es movilizarnos y comprender que el débil no es una representación que quiere cambio, sino un régimen que pende de la fragilidad de la represión. Y cuando el poder depende de la violencia se crispa y quiebra por dentro, inevitablemente. En este contexto opera la comunidad internacional. Si bien no es una variable transicional, es un factor decisivo para mantener la presión y la alianza, que reactive un movimiento social y político que logre quebrar los sistemas de lealtad del régimen.

LA LIBERTAD NO TIENE OTRO DUEÑO QUE TÚ. EL ESTADO-DIOS

Según Constant “La participación directa [de la autoridad de los estados] debe ser limitada: consecuencia necesaria del tamaño de los estados modernos […] Los votantes elegirían a los representantes, que deliberarían en el parlamento en nombre del pueblo y salvarían a los ciudadanos de la participación política diaria”. Una sociedad moderna y liberal vota y elige a representantes capaces, honestos y leales, sin ventajismos del estado. Una representación censitaria. Me preocupa la frase, “cualquiera menos Maduro”. El momento demanda mucho más que “es lo que hay”.

Cuando revisamos la historia de la humanidad pasados dos siglos de la revolución francesa, queda claro que las revoluciones son anacrónicas, sangrientas, suma cero. La bolchevique, la rusa, la comunista, la china, la cubana, la mexicana, lo que ha traído es hambruna, represión y muerte. Las revoluciones-como las democracias jóvenes- vienen cargadas de resentimiento y revancha. Puede haber reforma, pero no libertad.

La guerra fría levantó el planeta en armas. No hubo rincón de la tierra que no viviese sensibles conflictos. La democracia venezolana de los 60 a los 90, fue una democracia meritoria, porque a pesar de su juventud, al decir de Russell, no vino invadida de rencores. Pero la llegada de Chávez mutatis mutandis, como llegó Napoleón después del reino del terror, vino acompañado de un estado militarista, resentido y oscuro.

Constant fue un pensador que alertó la libertad de los antiguos, el derecho a participar de los asuntos públicos vs. la libertad de los modernos. Para él ni revolución ni emperadores. Y luchó por la caída de Napoleón, no del militar, sino del todopoderoso.

La batalla de Waterloo [18/6/1815] selló la derrota de Napoleón como militar. Crónica de una capitulación anunciada que nace de la invasión a Rusia y la Batalla naval de Trafalgar. Pero la gran derrota de Napoleón -como la de todo hombre de vocación imperial y autoritaria-fue la que le instauró Fouché en su cabeza: el poder vitalicio. De allí pasó de primer cónsul a emperador. Reformó la constitución del siglo VIII, se autoproclamó emperador natalicio y el resto, tres lustros de batallas y ocupaciones que culminaron con su muerte en el exilio de la Isla de Santa Elena.

Lo que deseamos destacar es que el hombre en la modernidad no concibe ni triunfa bajo la concepción de la libertad de los antiguos, del monopolio o reserva del poder público. Esa convicción de libertad moderna, del poder del individuo, de lo privado y mercantil sobre el Estado-Dios, procuró la caída de Napoleón, y de todos quienes se han creído la personificación del Estado-Dios.

La caída del muro de Berlín, la Unión Soviética, las dictaduras en Asia, África o Latam, más que una lucha por la instalación de la democracia, lo ha sido por el alumbramiento de una nueva relación individuo-estado. María Corina emerge en un momento de vocación luminosa de nuestra historia contemporánea: el nacimiento de un Estado liberal genuino como lo concebía Constant. No más caudillos, no más hombres de charreteras, sables y trapos rojos.

El voto no es por una candidatura. Es por la transformación profunda de nuestra historia, por el nacimiento del ser-ciudadano y la anulación peligrosa de esa fascinación por el hombre a caballo.

El gran debate de la humanidad que es la libertad moderna, productiva, creativa, tecnológica, no se reduce a superar un cepo electoral. El reto es más evolutivo, inmensamente ciudadano, sensiblemente humanista. No es sólo un salto de un régimen totalitario a uno democrático. Es un salto de 200 años de un republicanismo rural, centralizado, oligarca, pastoral a un estado federal, descentralizado y liberal, fundamentado en un ciudadano capaz, educado, pluralista y creador.

La mutación social impostergable no depende de un mesías. Depende de reconocernos como individuos comprometidos a un cambio radical de nuestra relación con el estado. No más populismo, no más presidencialismo. El estado no existe si no es construido bajo un firme andamiaje de contrapesos de poderes y justicia social. La bisagra indisoluble entre el individuo y el estado es la justicia, la propiedad privada y las instituciones en el entendido, que unos ciudadanos aportan más que otros y más que es propio estado, producto de su inteligencia, arte y oficio, por lo cual merecen mayor retribución por su trabajo y menos paternidad del Estado-Dios. El resto es retroceso, es abuso de poder, es utopía.

Nuestra ‘batalla de Waterloo’ no son unas presidenciales. Es un cambio esencial de nuestra cultura y actitud colectiva. Ese es nuestro gran debate, nuestro ser o no ser...

https://www.diariolasamericas.com/opinion/el-gran-debate-la-humanidad-n5354267

 

 

 

 

 

 

 

Orlando Viera-Blanco

Diario Las Américas

 

A casa llena, 38.000 fanáticos [80% venezolanos] retumbaron las antífonas de la sabana criolla, para celebrar entres tambores, lluvia de luces y cerveza, el tercer out que coronó a los Tiburones de Venezuela, ¡reyes del Caribe!

Los Tiburones de La Guaira esperaron 38 años para volver a ganar el Campeonato de la LVPV, purgando el maleficio de Chivita-el amuleto de los Leones-que juró no coronarían un campeonato hasta su muerte [hace algunos meses] sino además se alzaron con la zafra de la Serie del Caribe. Pasaron 15 años para que Venezuela subiese al trono y lo hizo de la mano de Oswaldo Guillen, el mismo que hace 37 años fue el último out del no hit de Urbano Lugo Jr. Así es el béisbol. Parafraseando a Yogi Guerra, The future ain't what it used to be [el futuro no es lo que solía ser] por lo que redime el pasado, y glorifica el presente.

Cuánta emoción y nostalgia invadió el estadio de techo retractable LoanDepot Park sede de los Marlins. Y vuelvo con Yogi: It's like déjà vu all over again [es como un “Déjà vu’ una vez más]. Fue como regresar en el tiempo a los clásicos de béisbol los chaguaramos, en el Campo Universitario…

Talento en tiempos de diáspora

A casa llena, 38.000 fanáticos [80% venezolanos] retumbaron las antífonas de la sabana criolla, para celebrar entres tambores, lluvia de luces y cerveza, el tercer out que coronó a los Tiburones de Venezuela, ¡reyes del Caribe! Era revivir el ambiente fulguroso, trepidante y ensordecedor de nuestra pelota.

Siempre digo con orgullo y pasión, que soy más pelotero que abogado o cualquier cosa. El béisbol se nos mete entre los poros hasta en el alma. Pensamos de lo político, lo jurídico o lo protocolar, a ser parte del elenco entre tierra, cal y grama. Llevamos cualquier evento o cualquier realidad política, laboral o familiar, a una jugada. Para cualquier momento decimos, “el juego no se acaba hasta que se acaba […] estamos en el séptimo, aquí anotamos […] a ese lo vamos a sacar a palo limpio […] arrímale la bola al costado para que se le pase lo guapetón […] si te vas a ponchar hazlo haciendo swing [Dixit Carrasquelito].”

El béisbol para los venezolanos es una bisagra cultural, identitaria. Más rápido recibimos un pelotazo desde niños que una nalgada de mamá. Y cuando la pelota te rompe el labio, escuchas tu primera reprenda de tu padre: “eso te pasa por boquiabierta. ¡Espabílate! Sin duda un reproche que se convierte en nuestra primera triada cultural: “a mí no me vuelven a j…”

Casi al aprender a caminar nos lanzan a un campo de pelota. Nos vamos a jugar al terreno así esté empedrado, lleno de pantano o de monte. Y si no, a jugar pelotica toca de goma. En eso consiste la infancia de cualquier niño venezolano, no importa donde viva ni de donde venga. Hasta los gochos juegan béisbol. Ahí tienen el ejemplo del caballero de Tovar, Johan Santana o del pupilo de San Cristóbal, también zurdo, Ángel Padrón, quien después de 72 años, propinó no hit no run a Nicaragua en la Serie del Caribe. Esa es la magia del béisbol. Saca a relucir nuestro talento, nuestra humildad, nuestro gentilicio.

La noche del 9/2/24, el estadio de los Marlins en Miami estaba a tope. No cabía un alma. Casi 40 mil fanáticos ondeaban banderas tricolores. La atmósfera estaba cargada de sonrisas, furor y calidez venezolana. Cada rincón de esas fascinantes gradas estaba coloreado de amarillo, azul y rojo con paisanos vistiendo uniformes de los Tiburones de Venezuela. No faltaban otros ataviados de Magallaneros o Leones. De pronto el Himno Nacional interpretado por Voz Veis, con sus falsetes sublimes y melodiosos. Al final desataron a brazo alzado y gaznate batiente, un ¡viva Venezuela! Se me hizo un nudo en la garganta. Mi corazón latía como locomotora con sentimientos encontrados. La emoción y la algarabía me hicieron soltar una lágrima….

Un juego limpio y seguro

Comenzó el partido. Venezuela fue home club. Salen al terreno los Tiburones de Venezuela. El desplazamiento de los jugadores del dugout al campo de juego exhibía un poder similar al de las olas y brisas saladas del caribe. Y tuve el primer ‘Deja Vu’. Vino a mi mente la imagen de mi primera visita al Universitario. Tenía apenas 7 años. Si algo no se ha borrado en décadas sobre mi cabeza-hoy invadida de canas y entradas-es el retrato del aquel lanzamiento del pitcher al plato. Como niño me asusté. Pensé que jamás me pararía frente a un pitcheo a esa velocidad. Era impresionante, invisible. La bola salía de la mano del pitcher y no se veía llegar. Sólo escuchaba el tronar de la mascota ¿Cómo podía coger aquella bala?

Mi tío Néstor y papá, al ver mi perplejidad me dijeron: “Acostúmbrate hijo mío. Algún día tendrás que batear a ese monstruo”. De inmediato apareció Chivita-paciente de papá en el Universitario- y llamó a Alcides, el vendedor de sobrecitos blancos de apuestas. Por diez bolívares retabas quien anotaría la primera carrera o daría el primer hit. Una suerte de cábala [10:1] metida en un sobre, donde “la banca” pagaba un marrón [cien bolívares] si acertaste. Sacabas el costo de las entradas para tres y te quedaba para las cervezas…

Hoy, teniendo más edad que papá y mi tío desde aquella vez, mi impresión era otra. No fue el lanzamiento del pitcher porque la profecía de mi tío y papá se había cumplido. No sólo aprendí a devolver pitcheos endemoniados ¡sino también a sobarme los pelotazos! Otras veces subí al montículo y lancé bolas rápidas [me costaba estar en la zona], siendo que muchas me los devolvieron a palo limpio […] Lo que me impactó ahora fue la belleza de una final con jugadores que llevaban la V de Venezuela en el pecho [en su corazón] y en su gorra, con absoluta armonía y palpitante alegría. Nuevamente se me encogió el listón.

¿Por qué no podemos vivir con la misma ilusión y camaradería que antes vivimos en un Caracas Magallanes? El rostro de cada venezolano era la cara de los hombres y mujeres que ríen por estar en un ambiente bueno, sano, festivo, limpio y seguro. La buena vibra era contagiosa. El orgullo de ser venezolano brotaba de aquel apartamiento de aquellos 9 hombres que, al trote como panteras, vestían impecablemente los bancos, azules y rojos que todos reconocíamos como propio, aun siendo un Caraquista irreparable.

Cada out, cada lance, cada jugada la veía en silencio y emocionado. No dejaba de pensar. Cada segundo era una reflexión. ¡Que solvencia, que maravilla, que elegancia en el fildeo, que seguridad! Es que, volviendo a parafrasear el país con nuestro béisbol, me decía a cada instante, ¿por qué no podemos jugar así, en equipo, haciendo el trabajo, con ilusión y con mística? El brazo de Pérez en tercera era un Fusil. Su guante impecable. La bola bote pronto la atacaba como si nada…Siempre gané elogios por mi buen brazo. Pero como era muy nervioso no faltó el comentario: “buen brazo el tema es que necesita una brújula y un lexotanil”. Ese muchacho-Hernán Pérez-lo hizo todo bien.

Wilfredo Tovar-nuestro campo corto-no necesita ni brújula ni calmante. Ante la amenaza de Dominicana en el séptimo, tres en bases, dos out y al bate el sempiterno Michael De León [3B] cuarto bate de los merengues fue dominado con un roletazo a las manos de a Tovar-quien sin tiempo para forzar en segunda-lanzó un misil a las manos de Hernández en primera, quien se abrió como bailarín ruso para liquidar el inning. Cuanto sosiego, fuerza y determinación. Y pensaba: esa es la esperanza, así somos, pura calidad. El talento está vivo. Es jugar en equipo por una causa. Y seremos campeones, en cualquier albur de la vida…

Volver al futuro

Reconozco que tenía tiempo alejado del béisbol. No había regresado a un Estadio en más de un lustro. La última vez que estuve en Venezuela fue en un Caracas-Magallanes [30/12/2015] cuando los Leones dirigidos por Alfredo Pedrique, perdimos el sexto y último partido de la final contra los bucaneros, quienes se hicieron del campeonato. Esa es la magia del béisbol. Salimos tristes pero contentos-magallaneros y caraquistas-abrazados, cantando y bebiendo. Esa imagen volvió súbitamente. Es volver al futuro todos abrazados y felices con la misma camaradería.

La fraternidad era realmente virulenta. Como caraquista que soy, era “un poco complicado” mover los hombros y la cintura al ritmo de la samba de los escualos. Y me dije, calma y compostura potro que estás en territorio comanche. Pero fue imposible. El sonar de la charrasca, los timbales y la conga, al ritmo de ‘Viva Venezuela mi patria querida’ te hacía olvidar cualquier pretensión de lealtad leonina, y nos ponía a cantar con la misma euforia guaireña.

[…] Dos outs. Noveno inning. Gana Venezuela 3 a cero. En la lomita el verdugo y cerrador de Guillén, Arnaldo Hernández. El fanático pide. “Un, dos, tres”. Hernández venía de ponchar a dos. Lanza el poderoso Guayanés nativo San Félix, y el fuerte bateador Gutiérrez, produce roletazo a las manos de Alexis Amarista y los tiburones de la Guaira logran su primera serie de Caribe y estalla el estadio LoanDepot Park entre luces tricolores y el alma llanera. Vibra Miami y vuelan las banderas con nuestras siete estrellas. No podía faltar las cascadas de lágrimas y ¡cerveza! Rostros con ojos vidriosos que lloran y ríen a la vez. ¡Sin conocernos se me acerca un compatriota me abraza! Su esposa también. La celebración era indetenible. Y también lloró Parón Panza en el cielo…

Guillén sigue haciendo historia. Es hablador, pero brillante. Conoce cómo tratar a su tropa y cómo liderar una novena para llevarla a la cima. Y ahí reposa la esperanza.

En líderes que aun con sus defectos y virtudes, tienen la cepa, la nobleza y el talante para llevarnos a la cúspide de la felicidad, y cantar unidos Viva Venezuela mi patria querida…quien la libertó mi hermano fue Simón Bolívar…

Me fui feliz a casa. Y tuve el último Deja Vu. regresando a Venezuela, un volver al futuro y disfrutar un Caracas-Tiburones en el gran Estadio Monumental...

https://www.diariolasamericas.com/opinion/viva-venezuela-mi-patria-querida-n5351471

 

 

Orlando Viera Blanco

Diario Las Américas

 

El alacrán exhibe una de las características más elaboradas de la estupidez: “ignorar las causas y consecuencias de las cosas”. Es la insensatez en pleno.

Paul Tabori fue un psicoanalista húngaro que escribió “La Historia Natural de la Estupidez Humana”. Para Tabori, un estúpido es una persona que no padece ninguna afectación en su cerebro o sus capacidades mentales, es una persona normal, pero que no razona adecuadamente por fallas imputables a la responsabilidad del sujeto. A Papá no le gustaban algunas palabras [imbécil, bastardo, maldito, idiota, estúpido]. Sólo las escuché decir para exigir que no las repitiera. Pero me llamó la atención la obra de Tabori, por su profundidad y una semántica elaborada para analizar la estupidez.

El estúpido-alerta Tabori-no indaga, no escucha, no analiza. “Queda atrapado en las trampas del ego-vanidad, soberbia, narcisismo o se deja vencer por vicios como la pereza, la ira o la lujuria, incapaz de controlar emociones como el miedo o la ansiedad, o en sentido contrario, la euforia”. En la política, la estupidez, puede llegar a ser perversa y muy peligrosa.

Alacranes con apariencia de ardilla

En la política ha surgido el fenómeno del alacrán. Es hincar ponzoña a sus partidarios a sabiendas que la traición los hundirá a todos. Veremos en este ensayo que es un acto de estupidez muy desdeñosa y servil. Porque servir de mula para secuestrar partidos, inhabilitar o cohabitar “no se trata de una incapacidad mental sino de una irresponsabilidad moral enteramente imputable”.

Carlo Cipolla, en su obra “The Basic Laws of Human Stupidity” [Las leyes básicas de la estupidez humana] dice que “la estupidez es por definición. Irracional […] Las personas que actúan sobre una base racional tenderán siempre a subestimar la relevancia de los estúpidos, tanto en su número como en el impacto de sus acciones”. Así a la estupidez no damos crédito. Aquí reposa el peligro de los estúpidos con apariencia de ardilla,laboriosos,buenos. Porque tal irracionalidad vacía de ética es capaz de producir los más inadvertidos trastornos en términos sociales y ciudadanos. Estos [los alacranes] que además son asillas, sujetadores, gorgojos que parasitan con el establishment dominante.

El alacrán exhibe una de las características más elaboradas de la estupidez: “ignorar las causas y consecuencias de las cosas”. Es la insensatez en pleno. Ignorar que no significa desconocer. Ignorancia deliberada y criminal cuyos actos de cooperación pérfida producen graves daños a la sociedad.

Ese acto traidor de ignorar adrede, al decir del Dr. Feldmann [distinguido alumno de Freud] es un divorcio entre el instinto y la razón, entre el pensamiento y la intuición, que genera una negación primitiva y antihumana. Y se actua como animales, como insectos, como alacranes, con una propensión tan maléfica que no descarta su propia desgracia.

NO ES UN DEFECTO DEL CEREBRO. ES UN EGO INDÓMITO

Bastará un ligero examen para comprender que el estúpido no tiene un cerebro defectuoso. Nos comenta Feldmann: “No es la boca del hombre la que come; es el hombre que come con su boca. No camina la pierna; el hombre usa la pierna para moverse. El cerebro no piensa; se piensa con el cerebro. Y el que no piensa con el cerebro carece de mesura. ¿Qué es entonces un estúpido? El ser humano, nos dice el Feldmann, “a quien la naturaleza ha suministrado órganos sanos, cuyo instrumento raciocinante carece de defectos, a pesar de lo cual no sabe usarlo correctamente. El defecto reside, por lo tanto, no en el instrumento, sino en su usuario, el ser humano, el ego humano que utiliza y dirige el instrumento”.

Existe un ego ‘bueno’ que si piensa. Que toma nota acertadamente de los deseos instintivos sabiendo elegir qué hacer con ellos. El ser que domina su instinto, lo amolda. El estúpido alacrán no controla su esencia malandrina. Lo hunde un ego que le impide pensar. Al estúpido es fácil convertirlo en tonto útil porque su pensamiento paralizado, inhibe sus emociones por los demás. Elimina el instinto, aquel que impide ver la normalidad, la espiritualidad, la discrecionalidad.

El estúpido alacrán es incapaz de expresar su propio dolor por lo que no le importa el dolor ajeno. ¿No es estúpida la traición cuando el traidor sabe que las consecuencias de su apostasía lo pueden llevar igual o peor que al traicionado? La inteligencia del ser humano nos permie expresar nuestra belleza o nuestra oscuridad, nuestras virtudes o carencias; nuestro dolor con discreción y sin blasfemia. Incluso un malvado-no estúpido-sabe expresarse, manipular, piensa e intuye. No priva sus emociones por lo cual encanta. El estúpido alacrán no se atreve a expresar su propio yo, su propio sufrimiento. Prefiere infringirlo a otros, a sus propios aliados. Es taciturno, sigiloso, torpe, porque su aparato pensante ha cesado al punto que no sabe ni sobrevivir.

Concluye Feldmann: “el individuo estúpido no puede ver u oír directivas impartidas por sus propios instintos”. ¿Existe vida más peligrosa que aquella incapaz de controlar su propio yo, comprometiendo su propia existencia? Bienvenido al reino de la estupidez.

NUESTRA MODERNA CORONA DE ESPINAS: LA DUDA

Dietrich Bonhoeffer fue un teólogo alemán contra el régimen nazi hasta que fue capturado por la Gestapo, encarcelado y ejecutado en un campo de concentración en 1945. Mientras estaba en la cárcel no dejó de escribir y sus escritos se convirtieron en el libro, Cartas desde la Prisión.

En una de sus cartas elaboró lo que se conoce como la Teoría de la Estupidez de Bonhoeffer. Explica cómo habría sido posible que una población educada y culta se hubiese dejado arrastrar por la irracionalidad y maldad, hasta el punto de enterrar sus principios éticos y religiosos, cooperar con el mal, denunciar a sus vecinos, apropiándose de sus bienes o participando directamente en su encarcelamiento o ejecución. ¿Historia parecida?. Según la teoría de la estupidez de Bonhoeffer la estupidez llega a tope cuando no basta obedecer sino favorecer. Es el salto a la anomia que alimenta el totalitarismo, a diferencia de la dictadura, que se fundamenta en el terror. El estúpido que sabe que coopera con una tiranía totalitaria y aterradora, cancela sus emociones y cancela toda desobediencia ética. Diría Kant “es la confinación de la lógica que cede ante las máximas presiones”. ¿Cobardía?

Hannah Arendt profundizó el estudio del totalitarismo. Cita en su estudio el caso de Lawrence de Arabia, sus descripciones sobre el imperialismo británico, y su visión del caso Dreyfus bajo la óptica de Marcel Proust. Para Arendt , el sentido de diversidad de un apasionado como Lawrence, podía controlar sus instintos, obedecer sin cooperar, porque respetaba la capacidad del pueblo árabe de vivir en la ensoñación, en la contemplación y la admiración por la serenidad. Lawrence sometía su ego y articulaba. No era tonto. Menos traidor. Arendt reconoce en el diplomático, arqueólogo militar y escritor [los siete pilares de la sabiduría] como uno de esos “Caballeros del imperio” que, a pesar de imbuirse en la cultura beduina, no renunció ser un engranaje entre la civilización europea y el mundo árabe.

Escribió Lawrence: “[Los aldeanos árabes] despreciaban la duda [de occidente], nuestra moderna corona de espinas. No comprendían nuestras dificultades metafísicas, ni nuestra introspectiva forma de interrogarnos” André Malraux sentenció que Lawrence pertenecía al “linaje de los sueños”. “Quizás por eso nos cuesta tanto entender su necesidad de vivir entre la ensoñación y la realidad, el frenesí de la guerra y la serenidad de contemplación, el entusiasmo más puro y la desolación más profunda.” Arendt veía en esta visión soñadora, lirica, romántica, la virtud conductora a la más elevada razón del ser humano: la pluralidad. “Al fin y al cabo todos somos iguales, somos seres humanos, y por lo tanto no somos iguales a otros que haya vivido, vivan vivirán”. Este sentido humanista de la igualdad es el gran pilar de la moralidad, de la piedad, del respeto a la vida. La estupidez no sabe de eso.

Referido al caso Dreyfus o Eichman, Arendt se pregunta: “¿Por qué el antisemitismo encontró base para transformarse en una doctrina social? ¿Cómo el antisemitismo pudo convertir al judío en una figura antihumana? ¿Cómo descendimos a niveles de barbarie tan insólitos? ¿Por qué aceptamos un crimen de tal magnitud y por qué después toleramos que se banalizaran sus consecuencias?”. Y nosotros, ¿por qué aceptamos vivir así?

Debemos insistir en este punto: Nos señala Tabori: “Estúpido no es el hombre que no comprende algo, sino el que lo comprende bastante bien, y sin embargo procede como si no entendiera”. ¿Acaso el alacrán no sabe lo que hace, no mide las consecuencias? Creo que lo comprende bastante bien. "Es [la estupidez] la inteligencia defectuosa de hombres de talento. La percepción inmadura. La escasa capacidad de juicio. La desatención, las asociaciones torpes, la mala memoria. La torpeza, la simplicidad. La megalomanía, la vanidad. La temeridad, la sugestionabilidad. La egolatría. La estupidez y la edad; la estupidez y el sexo; la estupidez y la raza; la estupidez y la profesión; la estupidez, el medio, el fin y el poder. La estupidez en la vida económica y social; en el arte y la literatura; en la ciencia y la política.”

La deslealtad en el amor-por ejemplo-se repite si no se va al fondo del origen. No es el hecho desleal en sí, sino el desprecio de no importar la tragedia. Igual que el desamor a la patria condicionado a socialismo y muerte. Parafraseando a Feldmann. No es el corazón el que ama u odia. Es el hombre que no usa el corazón para amar sino para odiar. Eichman sabía perfectamente las dimensiones de su barbarie y las consecuencias de sus actos. Lawrence por su parte, mantuvo sus lealtades imperiales sin porner de lado el linaje de los sueños beduinos. Contenía su ego, sus dudas, por no perder su contemplación, su serenidad.

Mientras los estúpidos nos colocan coronas de espinas en nuestra cabeza, ellos cooperan hasta que el celestino los desecha...como los que usan para “entender” mejor a Hamas que el derecho de Israel de vivir en paz.

NUESTRA LUCHA. CUIDADO CON LOS FALSOS HÉROES

Qué decir de la estupidez de la idealización del héroe. El fundamento de todos los gobiernos totalitarios. Ni siquiera los alemanes experimentan amor por la tiranía y la opresión. Pero cuando la estupidez del instinto gregario infecta y ponzoña la política, cuando el masoquismo nacional se generaliza, surgen los Hitler, los Mussolini, los Stalin; las páginas tétricas de Mein Kamp [Mi lucha], siendo la verdadera la lucha desmitificar a los falsos héroes.

Durante los últimos veinte y cinco años hemos pagado el precio del silencio, la obediencia, la cooperación de pocos y la duda de muchos contra la destrucción. Concluye Tabori: “la estupidez es como una luz negra, que difunde la muerte en lugar de la vida, que esteriliza en lugar de fecundar, que destruye en lugar de crear. Sus expresiones forman legión, prejuicios y sus síntomas son infinitos”.

Evitemos la duda que esteriliza. Soñemos con la libertad que fecunda. Seamos iguales por ser plurales. Como en Los pilares de la Sabiduría de Lawrence, no incurramos en tópicos, cegueras, en interrogarnos a nosotros mismos. Démosle luz al pensamiento, a la contemplación, a la sana intuición, que concede el don de la serenidad, para pensar y no dejarnos arrastrar por el reino de la estupidez de los alacranes.

https://www.diariolasamericas.com/opinion/la-estupidez-los-alacranes-n5349837

 

 

 

 

Por Orlando Viera-Blanco

Diario Las Américas

 

María Corina ha dado un paso trascendente. Ha acudido al TSJ para reclamar sus derechos políticos. A nuestro juicio la estrategia fue acertada. No anticipó lo que haría, mantuvo un discurso adecuado [mal puede existir una inhabilitación si no existe un procedimiento], no ejerció un recurso de nulidad sino de queja y amparo, y políticamente hizo lo correcto: apersonarse dignamente al órgano judicial, para decir, aquí estoy, explíquenme cómo es que he sido inhabilitada y bajo cuál procedimiento.

Es una gran tentación y de hecho, no deja de ser verdad, decir que “el Acuerdo de Barbados a este punto “es sólo papel y disimulo” Pero la historia de liberación a democratización, de dictaduras a democracias nos demuestra, que los pactos transicionales no son puros ni impecables, es más, pueden llegar a ser absurdos e incluso ilegales, pero en un sentido posibilista, son la herramienta sobre la que hay que cabalgar.

ENTRE PACTOS TE VEA…

La transición Uruguaya arranca con el Pacto del Club Naval. Directrices que finalmente nunca se aplicaron. Pero dejó de lado posturas principistas como las del líder de derecha (Por la Patria/Partido Nacional) Wilson Ferreira, quien negaba todo diálogo que colocara sobre la mesa la “Ley de Caducidad de los Delitos Militares”. Julio María Sanguinetti a la cabeza del Partido Colorado y del Frente Unido, supo imponer la tesis que la paz y la democracia sólo llegarían al Uruguay “desistiendo posturas normativas-aun siendo injustas-y asumiendo sacrificios grupales (consensos), aun siendo duros, de cara al costo/beneficio que podían lograr: la libertad y la democracia”. Después del plebiscito que forzaron las negociaciones de 1981, Juan María Bordaberry abandona el poder quedando el camino abierto para las elecciones que ganaría el Frente Democrático Unido en 1984 con Julio María Sanguinetti a la cabeza. Wilson Ferreira nunca fue Presidente de Uruguay. Sanguinetti lo fue dos veces (1985-90/ 1990-95). El Acuerdo de Barbados es un pacto de fachada jurídicamente absurdo, pero es un instrumento de eficacia política inobjetable.

El caso venezolano–decíamos–parece confirmar la tesis de Burton y Higley, quienes sostienen que el origen de los sistemas democráticos está profundamente vinculado a la instauración de pactos de élites (elite settlements). El Pacto de Puntofijo nació de un consenso de “élites políticas”, cierto, pero expansivo a todos los sectores de la vida nacional: obreros, iglesia, empresarios, agroindustriales. Aún no hemos llegado a un punto de liberación.

Pero el prólogo de esa búsqueda, es Barbados. María Corina no podía autoexcluirse de ese pacto transicional de liberación. Su mandato es agotar todos los actos necesarios para cumplir con la ruta electoral.

Vale mencionar que en Polonia la derecha liberal y autoritaria se burlaba del recién evocado principio de pacta sunt servanda, enunciado por el profesor Bronisaw Geremek, arquitecto principal de la transición polaca a la democracia. Jarosaw Gowin, uno de los principales intelectuales del partido Plataforma Cívica, durante el vigésimo aniversario del debate de la Mesa Redonda dijo: “Hasta hoy resuena aún en mis oídos la famosa declaración del profesor Geremek, pacta sunt servanda. Ya en el momento en que lo oí me pareció una disonancia profunda […] ¿Cómo podemos cumplir los acuerdos cerrados con unos criminales? Con un bandido que nos apunta con una pistola sólo se puede hacer un trato para arrancarle la pistola de la mano, y si llega la oportunidad de hacerlo, hay que aprovecharla sin dudarlo” […] Una lógica tremendista, impecable y muy seductora. Pero inviable de cara a una trepidante realidad: frente a gobiernos autoritarios los pactos transicionales no son espléndidos y cabales. Son simplemente posibles y utilitarios. Y en este capítulo estamos. La sagacidad que se antepone a la rectitud reglada.

La transición chilena la resume la constitución de Chile de 1.980 [por cierto aún vigente habiendo ganado el NO a la reforma este fin de semana]. Una constitución de vocación democrática que coexistió con un régimen autoritario. Y la alegría llegó a Chile con el referéndum de octubre de 1988 en el cual el país le dice NO a Pinochet y el referéndum de 1.989, donde se aprueba la constitución democrática de Chile, de 1980. Lo pactado debe honrarse, es ley entre las partes; lo pactado obliga [pacta sunt servanda] es un postulado contractualista del derecho civil. Pero en política, aun con regímenes autoritarios, deben esgrimirse irremisiblemente. Si no la salida no es política. Es otra…

Mientras la búsqueda sea una transición política pacífica, es necesario que se cumplan varias condiciones:1.- Eficiencia política de los factores democráticos en el proceso restaurador. 2.-Aprovechamiento de la crisis de gobernabilidad de la coalición dominante. 3.- Una sociedad civil fuerte. 4.- Un liderazgo político opositor unido 5.-Una comunidad internacional solidaria. Es el rol que ha jugado el Reino Unido y EEUU. María Corina no debe dejarlos colgado.

CRISIS DEL RÉGIMEN.

Uno de los elementos que permite un proceso de transición política de regímenes autoritarios a la democracia, es la crisis institucional, social, política y/o económica que enfrenta la coalición dominante. Según Ángel Sermeño; “una crisis de régimen es aquella situación producida a partir de la aparición de disfunciones e inestabilidades al interior del régimen mismo. Es la búsqueda de un equilibrio sumamente difícil de alcanzar y sostener…que no oculta ni obvia la presencia de múltiples cleavages (fracturas) existentes en la sociedad civil y que se transfieren a las estructuras políticas a través de los diversos actores incorporados al régimen político”. En definitiva, las crisis del régimen surgen a partir de la "inexistencia de equilibrio entre demandas políticas, apoyos, procesos decisionales y outputs o respuestas a nivel de la relación estructuras de autoridad-comunidad política", poniéndose, por tanto, en peligro la estabilidad y persistencia del régimen.

¿Cómo aprovecharlo en aras de propiciar la transición? El equilibrio, la unidad y coherencia de los factores de oposición debe traducirse en eficacia política. Y eficacia política es tener una oposición sistémica. Quien debe hoy construirla sin radicalización y sentido de apertura es María Corina. Y ese compromiso pasa por adherirse a los pactos celebrados por la plataforma unitaria, aun cuando María Corina Machado no ha participado en esos acuerdos. Al menos no visiblemente. Algunos podrían concluir que no son vinculantes o en todo caso, que podría desmarcarse de ellos, “asumiendo un nuevo camino”. Pero en la práctica no es así. Aun cuando los pactos suscritos nos luzcan antijurídicos e inconstitucionales, ilógicos en una visión reglada, lo pactado obliga políticamente. ¿El fin justifica los medios? Quizás lo que toca decir es que los medios justifican el fin…

La pérdida del equilibrio del régimen se expresa a través de la fractura de la coalición o debilitamiento de la coalición sostenedora de dicho régimen. Una expresión catalizadora de esa ruptura, es rasgar sus esquemas de manipulación y cerco institucional. Aunque resulta ilegal e injusto recurrir ante un TSJ [parcializado] una inhabitación que no existe, hacerlo agudiza la crisis política del régimen. En el epicentro tanto de la coalición dominante, de la oposición y de la sociedad en su conjunto, existen conflictos y tensiones. Una forma de aliviar las tensiones de una sociedad mayoritariamente fatigada y esperanzada en el cambio es trasladar la conflictividad a la coalición dominante y desencajar su esquema autoritario. Ese es el efecto y consecuencia del amparo y acción “revisoría” María Corina Machado.

La transición política suele caracterizarse por su incertidumbre y ambigüedad. Es decir, es un proceso al que sólo post festum se puede precisar su intensidad, profundidad y gradualidad en el cambio de régimen. Evaluar como bueno o malo, adecuado o inadecuado ciertas decisiones de factores de oposición de cara al reto de lograr la transición es por lo pronto irrelevante. El alcance positivo o no de esas decisiones lo sabremos después, logrado o no el quiebre de la coalición dominante. Mientras no ocurra, es preciso aprender de los errores. María Corina Machado a aprendido. Está dando demostraciones de madurez, de cómo hacer política frente a un régimen que no va de instituciones y en una pelea muy desigual. Ha puesto de lado posturas sustanciales, tajantes, y ha dicho con inteligencia política, “señor Maduro el problema de mi habilitación no es jurídico sino es político…por lo que estoy dispuesta a sentarme y conversarlo”. Entre tanto, hace lo que tiene que hacer: no dejarse provocar, ni dejarse autoexcluirse, y descolocar al contrario.

LA FRONTERA ENTRE ASCENDER O CAER…

Las fronteras que demarcan el ascenso o caída en el reto restaurador de la libertad y la democracia, del inicio y el final de un régimen autoritario, son difíciles de anticipar. De ahí que la transición política puede definirse, “como aquel proceso a través del cual actores, instituciones, posiciones de poder y reglas del juego dejan de corresponder a la lógica del régimen anterior sin definirse del todo en una lógica distinta". Sentencia Sermeño: “La transición justamente termina cuando la lógica emergente queda inequívocamente afirmada”. Esto es fundamental. Pero mientras se agota el proceso transicional hacia la democracia y logramos imponer la lógica de la libertad, la justicia y la paz, debemos corresponder “la lógica” de la coalición dominante. Al decir de Julio María Sanguinetti, ese es el sacrificio por la libertad y la democracia, aun que nos parezca injusto.

Es la lógica del régimen anterior que, en medio de sus crisis y debilidades, se ve obligado a propiciar pactos de gobernabilidad y permanencia, por cierto, ilógicos a su usanza. Así tenemos o bien transiciones pactadas que rompen con el pasado como el caso del Estado Novo Salazarista [Portugal/1974] o aquellas que se ven obligadas a coexistir con él [España de Adolfo Suarez vs. Franquismo; el Chile de Pinochet].

María Corina ha evolucionado inmensamente la comprensión del régimen que enfrenta y cómo hacerlo. Sabe que es fundamental construir alianzas-sistémicas-con factores de oposición, de los cuales se desmarcó en términos competitivos, pero hoy debe aglutinar inevitablemente. Sabe que debe seguir el guión del Pacto de Barbados, que, aunque luce roto y pisoteado, es la base política escrita por la comunidad internacional. Y muy importante, sabe que sus decisiones ya no son individuales. El personalismo no paga porque hoy el mandato es un valor superior: cumplir con el pueblo que la ha elegido y le ha confiado liderar el cambio en Venezuela.

Si es necesario pactar lo ajeno a nuestra propia lógica, toca hacerlo hasta que podamos imponer la nuestra…En resumidas cuentas, María Corina hizo lo que tenía que hacer: política.

https://www.diariolasamericas.com/opinion/machado-hizo-lo-que-tenia-que-hacer-n5348478

 

 

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