Por Oriana Rivas
PANAMPOST
Es probable que el caso por supuesto fraude inmobiliario contra el expresidente Donald Trump se extienda hasta mediados de diciembre cuando el juez de Nueva York, Arthur Engoron, emita un veredicto. Pero mientras tanto, lo que va saliendo a la luz invalida cada vez más los argumentos de Letitia James, la fiscal general demócrata de la ciudad, quien impulsó inicialmente este caso desde sus ansias por apartar al exmandatario republicano de la carrera por la presidencia.
El motivo, es que la directora general del banco para noviembre de 2011, Rosemary Vrablic, subió al estrado para demostrar que de parte de Deutsche Bank nunca hubo una percepción de “fraude” al hacer negocios con el empresario. Por el contrario, buscaban con ansias “cazar ballenas” como Trump. Un término que usaron para definir a clientes millonarios. A sus palabras las respaldaron correos electrónicos y documentos presentados por la defensa del expresidente y que detallan el interés del banco en cultivar esta relación.
Casualidad o no, esta novedad alrededor del supuesto fraude llega casi al mismo tiempo de que la corte de apelaciones de Nueva York restableciera una orden de silencio contra el precandidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos y contra sus abogados. Esta había sido suspendida a mediados de noviembre. Eso significa que podrá hablar públicamente del caso, ni siquiera en su red social Truth Social.
JUICIO PARTIDISTA
Los abogados mantienen sobre la mesa que el caso de supuesto fraude inmobiliario contra Trump esconde motivaciones políticas para impedir su próxima candidatura presidencial. Lo reiteraron dos días antes de que el juzgado silenciara nuevamente al expresidente en un documento de 1902 páginas. Allí se lee lo siguiente:
De manera que mientras el juez Arthur Engoron piensa en el veredicto, seguramente también es consciente de esos reclamos. El propio Trump se lo dijo cuando estuvieron frente a frente hace semanas mientras este rendía su declaración en calidad de testigo en el tribunal de Nueva York.
La defensa del precandidato republicano a las presidenciales de 2024 explica que la orden de silencio es una “violación absoluta” de la Constitución estadounidense y de las normas judiciales. No sin antes rechazar una multa previa por 15000 dólares tras mencionar a Allison Greenfield, asistente legal principal del juez, en redes sociales.
TRUMP, EL CLIENTE “BALLENA”
Cuando se dio a conocer el caso de supuesto de fraude, especialistas explicaban que la justicia no podía hablar de que los bancos “sufrieron daños” si estos nunca afirmaron haber sido perjudicados. Cosa que terminó siendo cierta.
En Deutsche Bank estaban ansiosos por hacer negocios con Trump y al lograrlo, los ingresos del banco con el empresario aumentaron de 13000 de dólares en 2011 a un estimado de seis millones de dólares en 2013, reveló uno de los documentos citados por The Hill. La frase exacta que escribió la directora general Rosemary Vrablic en un correo con fecha noviembre de 2011, fue “estamos cazando ballenas”. Trump y su familia eran los elegidos. En pocas palabras, según esos documentos, habría un acuerdo de las partes, no un fraude como lo cita la fiscal general Letitia James.
Yendo a los tecnicismos, el banco “redujo el patrimonio neto estimado [de Trump] de 4200 millones de dólares a 2400 millones de dólares”, indica Associated Press. Esa discrepancia, al considerar un préstamo para que Trump comprara un campo de golf cerca de Miami, no fue un problema para ellos, añadió David Williams, quien trabajó durante 17 años en la división de gestión de patrimonio privado del banco y estuvo involucrado con préstamos de la Organización Trump. “No es inusual ni atípico que los estados financieros proporcionados por cualquier cliente se ajusten”, dijo durante el juicio.