Por Fernando J. Milanés MD

 

Recuerdo que desde niño íbamos mucho a un hotel de madera en un pueblo en Pinar del Rio llamado San Vicente.  Este pueblo era parte del bello y famoso Valle de Viñales. Caminábamos un trillo por los “mogotes”, camino ya preparado para turistas pero donde estábamos siempre acompañados porque existían partes resbalosas donde podíamos caer a un barranco. También recuerdo cuando a caballo recorríamos el valle y los mogotes.   

En esos caminos mi padre aprovechaba para entrevistar a los guajiros (campesinos) sobre sus dietas para una investigación que estaba haciendo sobre la causa y tratamiento de una enfermedad tropical endémica llamada Sprue. Estábamos, mi hermana y yo, que teníamos que aceptar lo que los habitantes nos ofrecieran, porque un rechazo era un insulto.  

Conocí de estos “guajiros” su bondad, dedicación a la familia y trabajo, y sobre todo su alegría, puesto que gozaban solo por ser dueños de sí mismos.  Mi padre, medico famoso, tenía una fijación por tener siempre de noche un “orinal”. Así nació y así murió!  En sus múltiples viajes al extranjero utilizaba la cubata de hielos de los hoteles.   

Esta realidad hizo que mi tío político Humberto Jardines, que le gustaba viajar, evitara utilizar esos receptáculos. Con los años el Hotel original fabrico uno más moderno de concreto enfrente del primero.  En ese Hotel estábamos cuando sucedió una gran tragedia, el orinal se había quedado en casa.    Ni cortos, ni perezosos el chofer, Secundino, y mi tío Jardines que nos acompañaba con nuestra tía y primos en el viaje salieron al pueblo a buscar otro.  

En la bodega del pueblo lo pidieron, pero les dijeron que no sabían que era, ni lo tenían.    Qué hacer?    Dar la noticia, regresar a la Ciudad?    En esa disyuntiva estaban cuando mi tío vio uno en un anaquel alto de la bodega.    Como alguien en el desierto que vislumbra un oasis, grito “eso, eso es lo que necesitamos”.  

El bodeguero, como si se estuviera dirigiendo a un retrasado mental, respondió “hombre, lo que Ud. quiere es un alcalde de barrio”. Sudoroso, pero feliz, mi tío pregunta “y porque el nombre?”. Pues claro, el mozo respondió, “porque todos se cagan en el!”.

Colorín, colorao este cuento (real) se ha acabao!