Por Dr. Fernando Domínguez

 

Vivimos tiempos excepcionales y también aleccionadores. Suceden cosas que parecían imposibles semanas atrás. Cada día descubrimos que muchas personas que parecían “honorables” no lo son. O al menos no lo son tanto; mientras personas con apariencia y trayectoria “normales” se crecen frente a esas circunstancias extraordinarias. Y todo esto sucede alrededor de todo el mundo. En nuestra América, en nuestra Cuba y en cada rincón del planeta.

Mientras agentes del mal ratifican su condición y atentan contra la convivencia que no sea bajo su bota y sus imposiciones, surgen espontáneamente héroes que se les oponen, ratificando la afirmación del gran Jose Martí: la ausencia de decoro en muchos hombres hace surgir otros que llevan en sí mismos el decoro de muchos hombres. Hay un equilibrio en la naturaleza y en la sociedad, como parte de ella.

En nuestra América se pone de manifiesto un cáncer que nos viene corroyendo hace años: las fuerzas enemigas de nuestra Libertad y de nuestra nación alcanzaron el nivel que los filósofos llaman “de cambio cuantitativo a cualitativo” y descaradamente pretenden arrebatarnos nuestro estilo de vida tradicional, imponer obligatorias formas de coexistencia, restringir qué puedes y no puedes decir, a quién y a quiénes puedes o no puedes apoyar. Y se lanzan a robarse el poder mediante robarse las elecciones, sobre la base de una complicidad basada en tecnología importada con ese fin, combinada con la intimidación, el chantaje público y la compra de conciencias.

En Cuba la tiranía descubre su cara y sus intenciones con el apoyo escondido a los activos  enemigos de la nación en su fechoría electoral, disemina el sigiloso veneno de su ideología basado en la complicidad de los intelectuales “progres” y hace restallar el látigo de la represión y la mentira descarada contra su población, le aprieta las tuercas a su explotación económica mediante un descarado cambio de precios, salarios y monedas y pretende sentarse a vivir gratis, sobre sus víctimas, obligando a sus emigrados a mantener a sus pobladores ya que el robo descarado ya no deja margen para simular alimentar, vestir y calzar, curar y albergar al pueblo cubano y, en consecuencia, ellos se lo roban todo y para comer hay que recibir plata real del exterior.

En otros países de nuestro continente se extiende la “mano peluda” del globalismo y la opresión, combinada con la infiltración del “foro de Sao Paulo” con agentes cubanos y venezolanos y trampeando las elecciones para imponer a los verdugos “democráticamente”.

En Europa, el avance del globalismo enmarcado en el cuento de la buena pipa del calentamiento global, la destrucción de la cultura europea mediante la infiltración masiva de pueblos ajenos para debilitar sus defensas internas y la imposición de la agenda 2030 mediante Naciones Unidas. Ese es el mundo que increíblemente nos imponen.

En todo este mundo hay una condición que los enemigos de la humanidad ignoran: el principio del equilibrio del decoro que ha hecho surgir hombres con el decoro del que carecen otros muchos. Es el caso de Donald Tremp, paladín de la defensa de nuestra Libertad y sus seguidores. Es el caso de los opositores a la tiranía cubana agrupados en diversas organizaciones que cada día enfrentan en mayor número a los tiranos y sus lamebotas. Es el caso de múltiples defensores de la verdad y el patriotismo en Europa, en África y en Asia.

Toda acción genera una reacción, generalmente de signo, magnitud proporcional y sentido opuesto. Frente al colonialismo surgió George Washington y la creación de la nación más avanzada del planeta. Frente a la esclavitud, Abraham Lincoln, que dirigió una batalla en la que 400,000 seres humanos ofrendaron sus vidas por la libertad. Frente al globalismo, Donald Trump, que quiere que América sea de los americanos, la dirijan los norteamericanos y en interés y provecho de los americanos. La humanidad nunca ha retrocedido.