Dr Fernando Dominguez

 

Los 61 años de la opresión castrista han transcurrido de una narrativa en otra. De cuento en cuento. De justificación en justificación. De mentira en mentira. Lo único que se ha mantenido constante es la opresión, la represión abierta y descarada para mantener a la población atemorizada y al mismo tiempo adormecida por el adoctrinamiento constante. Desde el circulo infantil hasta la universidad, desde el hogar hasta el trabajo, desde la visita médica hasta el entretenimiento. Desde la cuna hasta la sepultura.

La mentira, mientras más grande, mejor. Una de las primeras: 20,000 muertos para lograr la derrota del gobierno de Batista. Esa mentira justificaba los fusilamientos, el "castigo" a los miembros de las fuerzas armadas y policíacas del régimen derrotado, con el fin de iniciar el proceso de intimidación de la opinión pública, que no ha cesado nunca. Eran las bases de la represión inmisericorde contra toda disensión u opinión contraria que se ha consolidado como la herramienta principal del sostenimiento de un poder basado en el miedo.

Las mentiras se sucedieron: ante las "agresiones del imperialismo", nacionalizaciones de todo tipo, confiscaciones de la propiedad, de la banca, de la industria, de la infraestructura agropecuaria, todo sin base legal que no fuese la narrativa de justificar la "legítima defensa" ante las "agresiones". La expedición de Bahía de Cochinos del exilio cubano se convirtió en la "primera derrota del imperialismo en América" para amplificar su supuesta invencibilidad y cuando no hubo otra participación de Estados Unidos que no fuese una tímida ayuda a la organización de los invasores, convertida en traición a esa ayuda al dejarles a la mansalva de las fuerzas castristas de millones de hombres contra apenas 2,000 invasores. Fanfarronería mentirosa.

Ante el retiro del crédito comercial y la sanción financiera por el no pago ni el reconocimiento de la indemnización legal que jamás realizaron al nacionalizar bancos, hoteles, tierras, industrias y todos los activos norteamericanos, convirtieron el tímido embargo comercial en un "cruel y sanguinario bloqueo" para posar de víctimas en el mundo y ante los ojos del pueblo cubano y diseñar el "culpable perfecto" de todas sus insuficiencias, negligencias, desatinos, pésima administración y desastrosa política económica.

A lo largo de esos 61 años de barrabasadas y desastres, de desarticulación de las fuerzas productivas por su irracional manejo de la economía, por su desprecio a las leyes económicas y a la experiencia humana, haciendo siempre todo lo contrario a lo que el resto del mundo gestiona exitosamente para producir a manos llenas, les ha conseguido lo contrario, la pobreza extrema, la disminución absoluta y relativa del nivel de vida de la población, la destrucción de la planta industrial, la desaparición de la infraestructura de acueductos, alcantarillados, red vial, cartera de viviendas, infraestructura hospitalaria y asistencial, deterioro de la preparación profesional y científica, concentración de los ingresos en las manos del conjunto de dirigentes de la tiranía, creación de un sistema de corrupción sistémica y el fracaso más absoluto y palpable de sus ideas, consignas, teorías, políticas e ideología ha sido cínicamente achacado al "cruel bloqueo imperialista".

Todos sus ingresos son dedicados a la actividad policíaca y de vigilancia y represión de la población, a la subversión de otras naciones para exportar su ideología y debilitar a otras sociedades mediante la infiltración de agentes y espías, el adoctrinamiento de sus nacionales para efectuar la subversión y el sabotaje y el enriquecimiento descarado de sus jefes, la satisfacción de sus caprichos, el mantenimiento de mansiones y un nivel de vida de lujo, muy secretamente mantenido, frente a la pobreza general.

La masiva huida de casi 3 millones de cubanos a otros países del mundo les ha permitido crear una industria de enriquecimiento adicional. Los desterrados han sido empujados crecientemente a mantener a sus familiares dentro de Cuba, atenazados por una creciente escasez de alimentos, medios de consumo y artículos de primera necesidad, solamente suministrados por una red de establecimientos de esos productos deficitarios solamente en moneda extranjera. Han diseñado un hábil procedimiento de recepción de esas remesas que no van a las manos de los familiares receptores sino a la banca gubernamental, que le entrega a esos familiares una "representación" de esa moneda extranjera mientras el gobierno hábilmente concentra la moneda real, introduciendo todo tipo de impuestos y cobros de servicio, precios inflados y otros mecanismos que reducen el valor real de cada envío a un porciento disminuido de su valor en moneda extranjera que se apropia por los verdaderos "dueños" del país, que se atribuyen ser dueños también de todo lo que entra a sus fronteras.

 Por supuesto que aquellos habitantes que no tienen parientes en el exterior que les envíen remesas apenas pueden subsistir, mientras los gobernantes se apropian del dinero ajeno de aquellos afortunados que sí los tienen. Al igual que la esclavitud de las brigadas médicas y de otros profesionales, técnicos y especialistas que envían al resto del mundo para cobrar ellos sus salarios, ahora, acostumbrados a imponer reglas de esclavitud, pretenden convertir en esclavos económicos a los que reciben y envían remesas. La esclavitud es el único verdadero "logro" de ese régimen de oprobio, que una vez más, miente descaradamente al acusar a los Estados Unidos de "prohibir" enviar remesas a los familiares en Cuba debido a que Estados Unidos se niega a seguir siendo cómplice de esa esclavitud y reclama que les entreguen las remesas a los receptores no en papelitos y dinero virtual, sino en la moneda real que les envían.

 Esa es la "salvación" del pueblo cubano que el monstruo de Birán y sus cómplices prometieron en 1959. Un pueblo que recibía inmigrantes de todo el mundo que venían a disfrutar de su prosperidad, ahora convertido en un pueblo de emigrantes que escapan de la indigencia y que encima, lo quieren convertir a la esclavitud económica inducida a través de la esclavitud que ejercen sobre los que permanecen en la isla.