*Dr Fernando Dominguez

 

Las llamadas "damas de la noche", aquellas dedicadas a ganarse la vida mediante el amor tarifado, a la entrega de su cuerpo a cambio de un pago, que puede ser de muchas maneras, pero que es la esencia y motivo único de la dedicación, desarrollan con el ejercicio de la "profesión" un adormecimiento de su pudor, un cierto cinismo como una especie de acomodamiento de su moral a su profesión inherentemente amoral, que se puede calificar de impudicia profesional.

Es una ausencia del más elemental sentido del pudor y la moral, de la vergüenza y del honor, lógicamente determinado por su diario vivir, por su peculiar forma de "ganarse la vida", ajena a lo que la mayoría de las personas entienden como comportamiento moral aceptado universalmente.

La Organización de las Naciones Unidas hace mucho que ha desarrollado ese comportamiento ajeno a la moral, impulsada por sus fines de convertirse en lo contrario a su esencia. Los hermosísimos pensamientos que la originaron sobre la paz, la coexistencia y el desarrollo de los principios de búsqueda de lo mejor para la especie humana se han venido transformando sistemática y apabullantemente en su contrario: es la herramienta que los aspirantes a dominar a toda la especie humana a través del Nuevo Orden Mundial utilizan, de la forma más descarada e impúdica para imponer sus reglas.

Hace años que la legitimación de lo ilegitimo ha venido imponiéndose; al principio de ese proceso los órganos de la institución se convirtieron en "tolerantes" con los malvados. La excusa era que había que "mantenerlos dentro de la organización para poder manejarlos" y esa excusa se fue transformando hasta llegar a lo contrario: los ilegítimos son los que MANDAN Y MANEJAN por razones del DNA de las tiranías, que tienen el suficiente descaro e impudicia, muy similar a las de las damas de la noche, para hacer lo peor con una sonrisa falsa y justificada por una mentira rampante, que termina por imponer como una verdad conveniente para tapar el desnudo.

Que las tiranías sean de esa manera es entendible. Lo que no es entendible es que las supuestas "democracias" consideren "oportuno y adecuado" regodearse con las tiranías, les ayuden a ocultar sus horrendos crímenes y hasta colaboren en su cometimiento. Eso explica por qué las "democráticas" empresas españolas sean cómplices, desde hace mucho, en la explotación del pueblo de Cuba y no solo lo toleren, sino que lo impulsan al colaborar con la tiranía, lavarle sus crímenes, coadyuvar a esclavizar a sus miles de "empleados".

Y no solo las españolas. Vemos comportamientos similares en muchas otras naciones, más interesadas en el llamado "ingreso fácil" que en el cumplimiento de su deber democrático, decencia social y humanidad, que les impulsa a promover, administrar, impulsar y explotar la industria turística cubana que se desarrolla sobre propiedades confiscadas, con trabajadores esclavizados cuyos salarios son apropiados por un gobierno tiránico y en un medio social tóxicamente impulsado por la ausencia más descarada de derechos humanos, laborales, sociales o políticos.

Otro tanto sucede con aquellas naciones que aceptan la esclavitud descarada de los contingentes médicos de la tiranía cubana, esclavos con bata blanca, a quiénes impúdicamente hasta homenajean, además de pagarle a sus esclavizadores y discriminar a sus propios profesionales nacionales.

La verdadera ausencia de decoro, el descaro impúdico de "elegir" a los regímenes tiránicos, violadores esenciales de los derechos de todo tipo, como "salvaguardas" internacionales del derecho nos da una clara idea de hasta dónde ha llegado la impudicia de las naciones supuestamente democráticas en tolerar, avalar y en muchos casos, impulsar este crimen de lesa humanidad, que equivale a nombrar a los zorros para cuidar a las gallinas.

Ese es el mundo que se opone a Donald Trump, porque el Presidente Trump es el líder de lo contrario, de la defensa de lo correcto, de lo moralmente sostenible y explica por qué, supuestos defensores de la vida, la moral y la democracia se le oponen. Por las mismas razones que las demás de la noche complacen a sus clientes.