Fernando Dominguez

 

Muchas personas no pueden creer lo que sus ojos y oídos le informan: el castrismo todavía está vivo. Los tiranos, sus herederos y compinches conservan la capacidad de reprimir, intimidar, encarcelar y abusar en extremo a la población cubana. Del lado opuesto resulta asombroso contemplar la relativa conformidad de ese pueblo abusado, reprimido, hambreado, abandonado a su suerte en las condiciones más precarias, difíciles e insoportables, sin que haya ocurrido un terremoto sociopolítico.

¿Como se produce ese milagro de equilibrio entre los abusadores y los abusados, entre los reprimidos y los represores, entre los hambreados y sus hambreadores?

Se escuchan montones de explicaciones. Casi tantas como observadores, analistas y expertos. Todas resultan ciertas e inciertas, los pronósticos acertados o disparatados…todo es posible y… no pasa nada.

¿O pasa y no nos enteramos? 

¿Y pasa, pero es profundamente escondido tras la cortina del terror? 

¿Hasta qué momento se puede sostener esa cuerda floja sin que el terremoto se desencadene?

De acuerdo con los datos reales de toda índole y fuente, esa “sociedad” (hay que llamarla de alguna manera) es inviable hace mucho tiempo. Y lo que resulta más llamativo: frente a la crisis existencial, material, política, social, humana, hasta psicológica, los tiranos y sus secuaces arrecian aún más su intolerancia: más multas, más arrestos indiscriminados, más penurias, más escasez, más abusos, más incapacidad de enfrentar las crisis con sistemas de salud colapsados, pandemia incontrolada, red comercial más secuestrada y endiabladamente organizada cruelmente para vender en una moneda extranjera que a la población le resulta cada vez más difícil acceder, aun con familiares en el exterior; acueductos y alcantarillados destruidos, sistema eléctrico decrecientemente incapaz, cartera de viviendas totalmente destruida, transporte público y privado restringido por falta de combustibles, repuestos y una administración pública, local, territorial y nacional con una pobrísima vocación de servicio, una corrupción galopante que enrarece aún más los sentimientos de la población y una mediocridad antológica de más de 60 años de desaciertos, mala administración, indolencia, pésima asignación de recursos y una eficiencia casi nula.

¿Es posible que perdure para siempre ese milagro del equilibrio desequilibrado?

¿Cuánto puede durar?

¿Como se resolverá ese profundo entuerto?

La lógica más elemental hace pensar que el punto de ruptura del equilibrio se aproxima, entre otras razones, por la absoluta falta de visión, de capacidad y de liderazgo real de unos “herederos” de “continuidad” acostumbrados solo a recibir y ejecutar ciegamente órdenes y que ahora les toca generarlas. No solo las habituales de reprimir y encarcelar, intimidar y empobrecer, sino la de diseñar y organizar una estrategia para salir del estancamiento profundo y emprender la más elemental recuperación. Tal cosa ha probado serles imposible. 

Ante esa realidad solo caben dos posibles escenarios:

Escenario 1. Explosión social. La magnitud será consecuencia de la reacción de los que detentan el poder y ello puede ser realmente estremecedor. Frente al hecho hay dos posibles escenarios subordinados:

  • 1A Fuerzas desenfrenadas produciendo un levantamiento que persiga y castigue a los represores, de forma similar a los sucesos de la caída de Gerardo Machado, lo que determinaría una escisión importante entre los tiranos, surgiendo nueva dirigencia que convoque a una conciliación y una salida civilizada, democratizadora y prometedora de una prosperidad y nuevas formas de gobierno, erradicación del comunismo fanatizador y algún proceso inmediato de fomento de las fuerzas productivas, el mercado y las libertades. Una variante posible es una huelga general que paralice a la tiranía y de paso a la variante 1B.
  • 1B Ante el levantamiento popular inminente una escisión del poder actual que represente un alivio del fanatismo estúpido y embrutecedor a formas civilizadas de una transición con intenciones moderadas pero que abra el camino a una abierta discusión sobre la democracia, las libertades económicas y políticas que logre transformaciones que lleven adelante las ansiadas libertad económica y sociopolítica.

Escenario 2. Ante la inminencia de la explosión social, la escisión del poder vigente, con el surgimiento de un nuevo liderazgo que aparezca como esperanzador para alcanzar el progreso, las libertades y encauce las esperanzas populares. Este “nuevo” liderazgo puede dar lugar a dos posibles escenarios subordinados:

  • 2A Fuerzas retrogradas y fanáticas se apoderen abiertamente del poder para recrudecer aún más las contradicciones actuales, precipitando una verdadera explosión social, muy cruda, con enfrentamientos violentos, que nadie quiere pero que surgirían por la estupidez empoderada y la correspondiente reacción popular.
  • 2B Fuerzas realistas tomen el poder desde dentro para aliviar la situación sociopolítica, intenten cambios paulatinos, libertades apocadas, pero que desencadenen el proceso de lucha popular cívica sin enfrentamientos violentos y que lleguen a cambios sustanciales en las libertades personales, publicas, empresariales, económicas y sociopolíticas en el transcurso de ese camino.

Lo cierto es que la situación no es halagüeña, ni está exenta de graves problemas, pero es la consecuencia de 62 largos años de fanatismo, embrutecimiento, mala gestión, peor estrategia, y una meta centrada en destruir a los demás y no en construir para sí mismos.

Dañar lo más posible a los Estados Unidos, sembrar esa mala semilla en el continente, servir de punta de lanza de esa ideología toxica en cualquier otra parte del mundo siempre fueron, son y serán sus metas. Nunca fueron, son ni serán, mejorar al pueblo cubano.