Por Esteban Fernández Roig Jr.

 

Allá en mi pueblo antiguamente había jóvenes de 20 y pico de años expertos bailadores y duchos en la materia de sacar a bailar a las muchachas. Pero, también siempre han existido montón pila de muchachitos, inexpertos, penosos, quienes por primera vez entran a un club, a un salón de baile, a una fiesta de 15 años…

De pronto suena la música y todos los vivos salen como tigres  a buscar sus presas. Levantan a las más lindas, desde luego. Los novatos se quedan pasmados, sin saber que hacer ni adonde dirigirse. Sus amigos los rodean burlándose y dándoles  cranque: “¡Mira, aquella nadie la invitó a bailar, ve pa’llá, invítala, dile algo!”

Colorado como un tomate, asustado, apenado, balbucea: “¿Qué le digo?”

“Nada, chico, solo suplícale ¿quieres bailar una pieza conmigo?” Y lentamente, nervioso, pasito a pasito, camina hacia la joven que se ha quedado sola en la mesa…Todos los amigos desmorecidos de la risa, vaya, como si estuvieran viendo a Trespatines en la Tremenda Corte, están observando la escena queriendo que fracase y que le den un “no” rotundo.

Y, efectivamente, la muchacha viendo la timidez, la voz temblorosa, los granos en su cara, sus manos sudorosas, dice: “No, yo no bailo, tengo novio”.

¿Ustedes han visto en las películas el reo condenado a muerte que camina rumbo al patibulo?  Bueno, así regresa el rechazado “bailarín primerizo” junto a sus burlones amigos.

La escena se repite cien veces, los años pasan, aquel primerizo ha dedicado muchísimas horas viendo  a Rafael Bacallao y a “Ana Gloria y Rolando” bailando por la televisión, ya tiene tabla, y sale rápido junto a los tiburones a buscar las carnadas al primer compás de la música. Y lo principal: Se ha aprendido un montón de estupidas  preguntas y respuestas para “camelar a las jebas”:

“¿Cual es tu signo zodiacal? Yo soy Virgo”… “¿Es primera vez que vienes a este antro? No te había visto antes”… “¿Tienes novio? Oh , no importa, yo no soy celoso”…Hasta un  día en que ya puede burlarse de los novatos y llega el momento cumbre de poder entrar en el Tropicana, tirar unos pasillos y hasta querer sacar a bailar a una de las “Mulatas  de Fuego “…