Por Esteban Fernandez

 

Algunos cubanos recibieron la noticia de madrugada: Fulgencio Batista había puesto pies en polvorosa. En mi casa no nos enteramos hasta las siete de la mañana que era la hora en que nos despertábamos.

Todavía había una actitud de prudente expectativa.  Caminé ocho cuadras desde el Edificio Partagás,  donde vivía hasta  la carnicería de Joaquín  Quintero que ya estaba llena de parroquianos y le pregunté: “¿Qué pasó “Quinito”?” Me contestó: “Parece que se cayó Batista” y siguió cortando carne.

Todas las estaciones de radio y televisión se pusieran en cadena y nos fueron suministrando noticias. Prácticamente yo me pasé días sentado al frente del Zenith de 17 pulgadas escudriñando cada acontecimiento diseminado por todo el territorio nacional, sobre todo en La Habana.

A través de ese televisor fui captando lo que verdaderamente estaba sucediendo, y desde luego, gracias a mi padre que como si fuera un pitirre me aclaraba no solamente lo que estaba pasando sino lo que iba a suceder en Cuba.

No necesité más nada para que en pocos días (quizás pocas horas) me diera cuenta de que aquello era tremenda basura y un engaño de marca mayor mientras millones de cubanos -entre ellos individuos que eran considerados genios- públicamente les rendían pleitesías al recién estrenado dictador.

Decretaron que se iniciaba el AÑO DE LA LIBERTAD pero a mí en aquel momento -y todavía hoy- me lució como que era el año de la guataquería y la sumisión absoluta a un hediondo comunista.

Porque les voy a decir una gran  verdad criticamos a algunos que actualmente llegan al exilio, pero ninguno de ellos ha logrado superar las actitudes emasculadas que asumieron sus padres y abuelos con respecto a Fidel Castro en 1959. En ese instante pudimos ver a “machos enteros” sometiéndose como prostitutas ante un solo padrote.

¡El primero de enero de 1959 se iniciaba un año que todavía da asco ajeno! Poesías y canciones dedicadas a Fidel Castro. Publicaciones comparando a un cochino gángster con José Martí.

La televisión anunciaba constantemente: “¡Primero de Enero, luminosa amanece la mañana!” Carlos Puebla y sus Tradicionales entonaban a voz en cuello: “¡Llegó el Comandante y mandó a parar!” La revista Bohemia lo equiparaba con Jesucristo y ahí mismo comenzaron con la patraña de los 20mil muertos de Batista.

Ese año por primera vez todos escuchábamos gritos de “Paredón”, de “Si Fidel  es comunista que me pongan en la lista” y en las fachadas de las casas letreritos de “Esta es tu casa Fidel”

El Indio Naborí  engolaba la voz y constantemente recitaba la más detestable de sus poesías: “¡Fidel, fidelísimo, retoño martiano, asombro de América, titán de la hazaña, eso que las hieles se hicieran mieles, eso que Cuba ya no sea un cuartel, tiene un nombre: SE LLAMA FIDEL!”. Todavía dan ganas de vomitar.

Mientras Tony Varona y un selecto grupo de cubanos alzaban sus voces y exigían unas elecciones libres había miles de apapipios que a voz en cuello secundaban la ignominiosa pregunta fidelista de “¿Elecciones para qué?”

Para terminar y en palabras textuales de mi padre Esteban Fernández Roig: “El Primero de Enero del año 59  ¡se jodió a Cuba!”