Por Esteban Fernández

 

Aquello todavía no se caído, sólo se está tambaleando, y miren el susto que le hicieron pasar, el día de la libertad será ahorcado con alambre de púas.

¡Que contento estoy de ver como el pueblo de Palma Soriano se encaró con ese monstruo llamado Ramiro Valdés y hasta ASESINO le llamaron!

Lo cierto es que esa hiena sin Fidel Castro hubiera sido un magnífico mamporrero en una finca de Artemisa. Pero la historia se escribe diferente. Entre los miles de hijos de la mala leche que ha dado la Isla de Cuba yo escojo a Ramiro Valdés como el número tres. Es tan perverso que los mini monstruos le temen.

El cerebro de toda la represión entronizada en Cuba desde 1959 fue Fidel Castro con el asesoramiento de los rusos y los checos, de Fabio Grobart, de Osvaldo Sánchez, pero la mano ejecutora fue la de Ramiro Valdés Menéndez. Es más, ya desde la Sierra Maestra fue el pionero y fundador del Departamento de Inteligencia del Ejército Rebelde.

La gente se pasa la vida deseando ardientemente que ese monstruo sea siquitrillado, pero eso nunca llega porque la tiranía no puede prescindir de su diabólico “Luca Brasi” el de la película “El Padrino”.

La tiranía elimina a cualquiera, pero como toda regla tiene su excepción, el perverso y sádico régimen castrista tiene la suya y se llama Ramiro Valdés Menéndez. El siniestro Ramirito ha sido apartado 20 veces, pero jamás ha caído en desgracia allí.

Ramiro Valdés es como un perro rabioso que su dueño (ahora Raúl) le pone o le quita la cadena a su antojo. A veces conviene esconder a Ramiro, desaparecerlo por un rato, y ponen en su lugar a cualquier mediocre o hipócrita (en una época el médico Sergio del Valle, en otra a José Abrahantes, a Fernández Gondín y ahora no sé ni quien diablos es) y mandan a Ramiro a “no hacer nada”, a descansar, a vivir la “dolce vita” o a ocupar una “botella” como la de dirigir la cibernética.

Y Ramiro no hace nada, no dice nada, está ahí tranquilo, observándolo todo, haciendo muy bien el papel de ser el matón más temido en la historia de nuestro país desde la época de Valeriano Weyler. Mató en cantidades industriales, ultrajó, torturó, y ahora vive de su fama de criminal nato.

Ni por la mente le pasa actualmente a Raúl Castro -ni a su hijo- eliminarlo, ni mandarlo a ordeñar vacas, porque Ramiro es demasiado H.P. para prescindir de sus servicios. Y se corren mil rumores sobre él, pero no es más que el desespero de un pueblo oprimido de salir de su principal verdugo.

Es como un cuchillo pendiente de un hilo sobre las cabezas de la población cubana. ¡Qué clase de monstruo tiene que ser que hasta Fidel Castro en determinados momentos tuvo que mantenerlo a prudencial distancia y fuera de la mirada del público!

La primera y la segunda hiena fueron capaces de quitarles las estrellas de General al más pinto de la paloma y lo envían a dirigir una granja avícola, eso ha pasado allí muchas veces, pero todavía Raúl y Alejandro saben que muy pronto van a tener que sacar a su Lavrentiy Beria para la calle. Lo sacaron para meter miedo y por poco el pueblo se lo come vivo.

Ramiro es, SIN LUGAR A DUDAS, la tercera persona a la que hay que barrer del mapa el día de los cuchillos largos en Cuba. Y eso lo sabe hasta el Comité Central del Partido Comunista de la isla.

Aquello todavía no se caído, sólo se está tambaleando, y miren el susto que le hicieron pasar, el día de la libertad será ahorcado con alambre de púas.