Por Esteban Fernández

 

El cubano va al Infierno, y SI LO DEJAN HABLAR, termina en el Paraíso, al lado de San Pedro, recibiendo a los recién llegados.

Somos alegres, divertidos, emprendedores, inteligentes, halagadores, soñadores, idealistas. Al amigo lo convertimos en "hermano"; todos tenemos la mejor madre del mundo, todos tenemos una larga historia personal que contar y todos éramos unos magníficos peloteros durante nuestra juventud. Nos consideramos campeones, caballones, geniales, adivinos, profetas.

Podemos ser más papistas que el Papa y más republicanos que Trump. Sabemos más de política internacional que todos los Senadores norteamericanos. Cualquiera de nosotros cree que está apto para dirigir mejor a los Yankees y a los Marlins al unísono ...

Creemos ser estrategas militares y políticos. Cuando las cosas pasan "ya nosotros sabíamos que iban a pasar". Los cubanos, todos, sabemos que tenemos la mejor música del mundo, y que la mujer cubana es la más linda del Universo...

Los cubanos, ninguno, nos consideramos feos, ni brutos, ni fracasados, ni inferiores, ni analfabetos. El cubano nunca se equivoca en lo que pasó ni en lo que va a pasar.

Somos cariñosos, al amigo le decimos "mi sangre, mi socio, mi tierra", a la mujer le decimos "mi amor, mi cielo, mi corazón"...

Hablamos rápido, interrumpimos, discutimos, discrepamos. Sabemos más de guerra que Napoleón, más de paz que Ghandi. Somos mejores escritores que los escritores, mejores poetas que los poetas.

En ninguna parte encontramos una playa más linda que Varadero, ni podemos leer una sola historia donde encontremos unos patriotas más grandes que Martí, Maceo y Agramonte.

Tampoco encontramos en ninguna biografía un solo H.P. más H.P. que Fidel y Raúl. Es decir ¡qué hasta en eso de darle un par de H.P. a la humanidad somos los campeones!

Somos los mejores bailarines del mundo, mejor que Bacallao el de la orquesta Aragón y que Sonia Calero, tenemos los tres Santos (San Lázaro, Santa Bárbara y la Caridad del Cobre) más milagrosos, y no aceptamos que exista, ni nazca, un solo torpedero mejor que Willy Miranda.

Podemos ser más americanistas que los americanos, mejores negociantes que los judíos, sabemos más de medicina que los médicos, más de leyes que los abogados, y sabemos (desde las salas de nuestras casas, frente al televisor) lo que es "strike or ball" o lo que es "safe or out" mejor que todos los "umpires" ante una jugada apretada...

Le dimos al mundo la guaracha, la rumba, el bolero, el cha cha chá, a Kid Gavilán, a Kid Chocolate y a "Trespatines".

Inventamos la quimbumbia, el quimbombó y el ajiaco. Tuvimos a Celia Cruz, a Olga Guillot y al Benny Moré. Somos los herederos de la sangre de Calixto García y de Carlos Manuel de Céspedes. Creamos el mambo y cocinamos los mejores frijoles negros del planeta.

Le obsequiamos a la humanidad Perez Prado y a Andy García. Podemos estar dos horas discutiendo y regateando el precio de una lata de leche condensada, inventamos la media noche, el Ironbeer , la Materva, la Malta Hatuey, el Ron Bacardí, el Mojito y el mojo de la yuca.

Y si alguien me lee y discrepa tengo la respuesta genial de 11 millones de cubanos: "Tutaloco", "Tutaquivocao" y " Tú no sabes lo que estás hablando"...

Algunos dirán: "Así éramos y ya no somos". Y yo les respondo: ¡Así quedan muchísimos vivitos y coleando!