Alfredo M. Cepero

Director de La Nueva Nacion

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“Armar al sistema legal americano para lograr un objetivo político pone a las leyes “partas arriba”

La política americana se volcó “patas arriba” cuando—quizás de manera permanente—un jurado en Manhattan—una de las ciudades más izquierdistas de América y donde el 80 por ciento de sus habitantes votaron por Joe Biden—decidió enjuiciar  a su adversario político en las próximas elecciones, el republicano que lleva una delantera de 30 puntos sobre su adversario más cercano en las primarias republicanas, el ex presidente Donald John Trump. El jurado tomó esta decisión a instancias de un sujeto que lleva por nombre Alvin Bragg. Este personaje es el Fiscal del Distrito de Manhattan cuyo reclamo a la fama es haber convertido a Nueva York en una de las ciudades más peligrosas de América con su negativa a hacer respetar las leyes contra crímenes como el robo y las violaciones.

En un cambió de opinión y cuando ya nadie lo esperaba—entre los que yo me encuentro—el jurado enjuició a Trump por supuestos pagos a la estrella de películas pornográficas, Stormy Daniels, para que mantuviera silencio sobre supuestos encuentros sexuales durante las elecciones presidenciales de 2016. El pago fue supuestamente hecho a través del abogado y proxeneta de Trump, Michael Cohen, un hombre con bien ganada fama de mentiroso y manipulador. Cohen fue reembolsado del gasto por la Trump Organization—no por ningún fondo de campaña política de Trump—por  medio de un falso contrato que especificaba haber sido hecho para pagar servicios legales.

Donald Trump, quién ha negado rotundamente haber tenido relación alguna con la Daniels, dijo que el enjuiciamiento era “algo impensable”  y lo calificó como una “cacería de brujas” cuyo objetivo era destruir su movimiento de “Hacer a América Grande”.

De todas maneras Trump fue enjuiciado para que se haga realidad el sueño perverso de quienes lo odian de verlo con las esposas puestas y el traje de presidiario. En casi todos los casos, cuando una persona es capturada se procede a la toma de huellas dactilares y de fotos de su rostro en todos los ángulos. Esos datos son transcritos a un expediente y, una vez la persona recupera la libertad, se puede quedar con las copias del mismo. Pero les tengo malas noticias, los abogados de Trump han dicho que se encargarán de evitar este tipo de circo.

Una situación similar fue sufrida por el ex Presidente cubano Carlos Prío Socarras en tiempos remotos en la ciudad de Miami. Con fecha de 15 de febrero de 1958, el diario The New York Times—aliado de Fidel Castro antes de que el satanás se robara el poder—dio cuenta del enjuiciamiento de “el presidente cordial” por la violación de las leyes de neutralidad de los Estados Unidos. Donald Trump, por su parte, es el primer presidente americano en ser enjuiciado por cargos criminales. Por lo tanto, independientemente de lo que pase, estoy seguro de que hemos llegado a un punto donde no hay marcha atrás. Vivimos en una nación en la penumbra del Tercer Mundo. Si no elegimos a Trump en el 2024 dejaremos de ser hombres libres y nos convertiremos en esclavos de un gobierno despiadado y todopoderoso.

Esta sería una república totalmente distinta a la que nos legaron los fundadores de la nación americana. La prueba de lo que digo está en la misma historia de los Estados Unidos. Ahí, como una roca desafiando a un mar embravecido, tenemos el ejemplo de Abraham Lincoln en medio de la sangrienta guerra civil americana.

En un discurso que más parecía una oración que una pieza oratoria con motivo de su segunda toma de posesión, Lincoln abrió su espíritu de perdón y dijo: “Con malicia hacia ninguno y caridad para todos. Con firmeza en la justicia según Dios nos permite percibirla, luchemos para terminar la labor en que nos encontramos, curemos las heridas de esta nación, cuidemos a aquellos que han llevado la carga de la guerra así como a su viuda y a su huérfano, para que hagamos todo lo que podamos lograr y atesorar en la forma de una paz justa y perdurable entre nosotros y con todas las naciones”. Aquí sólo quedaría decir Amen.

Otro gesto que nos da la medida inconmensurable del hombre fue la forma en que Lincoln trató a sus enemigos. En abril de 1861, justo al principio de la guerra civil, tomando en cuenta su reputación como el mejor militar de los Estados Unidos, Lincoln nombró al General Robert E. Lee jefe de las fuerzas federales. Lee se negó a aceptar el cargo y renunció 17 de abril cuando su amado estado Virginia se sumó a las fuerzas sureñas de la confederación. Una situación similar se produjo con Jefferson Davis, presidente de la confederación. Lincoln, en vez de apresarlos o perseguirlos, les dejó el camino abierto para cumplieran el destino que ellos mismos habían escogido. Eran tiempos en que la palabra empeñada valía más que cualquier contrato escrito. Por desgracia, ya no vivimos en esos tiempos.

Regresemos al presente y a la reacción de otros aspirantes republicanos a la presidencia en 2024. El principal adversario de Trump a la postulación presidencial es el gobernador de la Florida Ron DeSantis. El gobernador calificó el enjuiciamiento como “anti americano” y agregó: “Armar al sistema legal americano para lograr un objetivo político pone a las leyes “partas arriba”. El Fiscal de Distrito de Manhattan, financiado por Soros, ha manipulado las leyes para ignorar felonías y otros actos criminales. Ahora está estirando las leyes para atacar a un adversario político.”

Por su parte, el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, acusó a Alvin Bragg de poner en la calle a criminales violentos que aterrorizan a los habitantes de Nueva York, así como prometió que la cámara le pasará la cuenta a Bragg por su conducta vengativa. Al mismo tiempo, el presidente de la Comisión Judicial de la Cámara, Jim Jordan, se limitó a una palabra: “Increíble”.

Asimismo, el siempre moderado, ex Vicepresidente Mike Pence, dijo que la acción de Bragg era algo “inaudito, que dividiría aún más a la sociedad americana.” Y la presidente de la Conferencia Republicana en la Cámara de Representantes, Elise Stefanik, no anduvo “con pelos en la lengua” cuando dijo que Bragg era un “comunista.”

Son tantas las declaraciones sobre esta última persecución a Donald Trump que harían interminable este artículo. Creo que las citadas son suficientes para que sus partidarios nos prepararemos para la cabalgada de odio que será parte de la campaña presidencial que ya tenemos encima. Pues, como Cesar después de pasar el rio Rubicón en su camino hacia Roma, nuestra única opción es la victoria o la esclavitud.

4-3-23