Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com

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A nosotros nos corresponde que el “sueño chino” se convierta en un “cuento chino”.

 “¡Sólo he contado la mitad de lo que vi!” Con esta famosa frase el mercader veneciano Marco Polo resumía el impacto que le causó su residencia en China en el Siglo XIII. Marco Polo vivió en China entre 1271 y1295 y llegó a ella transitando el ancestral “camino de la seda”, un material utilizado en el vestuario de la realeza y la aristocracia europeas de aquella época.

Se dice burlonamente que Vladimir Lenin, el padre del estado soviético, dijo: «los capitalistas nos venderán la soga con la que los colgaremos». Los líderes de China han soñado durante mucho tiempo que el desequilibrio comercial insostenible de Estados Unidos con China es esa cuerda. Pero el poeta español Calderón de la Barca, en su poema “La Vida es Sueño”, ha advertido que los sueños no siempre se convierten en realidad. En unos versos de ese poema dijo:

“¿Qué es la vida? Una ilusión,

una sombra, una ficción,

y el mayor bien es pequeño:

que toda la vida es sueño,

y los sueños, sueños son.”

Además, según se han desarrollado los acontecimientos recientes, esos sueños podrían devenir en una galáctica pesadilla. Las protestas de los últimos días son las mayores desde la matanza de Tiananmén en 1989. Las manifestaciones que se han extendido por distintas ciudades de China durante el fin de semana han derivado en críticas al presidente Xi Jinping y al Partido Comunista Chino, en una oleada de descontento muy poco habitual en un país donde la censura y la represión policial rara vez dejan ver signos de disidencia.

La rabia lleva acumulándose desde hace meses, con multitud de casos de muertes por el confinamiento del Covid 19 que, pese a la estricta censura que llevan a cabo las autoridades chinas, han circulado ampliamente por las redes sociales del país. En septiembre, cuando un terremoto de magnitud 6,6 sacudió la región de Chengdu, se prohibió a los habitantes que abandonaran sus casas. Murieron 65 personas. Ese mismo mes, en Guizhou, un autobús que transportaba a vecinos hasta un centro de cuarentena se estrelló, matando a 27 personas. Para entender mejor los peligros, hagamos un recuento de los acontecimientos en China en tiempos recientes:

LA MASACRE DE TIANANMEN

En Pekín, más de un millón de manifestantes ocuparon la plaza de Tiananmen en abril de 1989 enarbolando banderas y pancartas en un ambiente festivo, convirtiéndose en la mayor movilización en la historia de la China comunista. El gobierno chino jamás dijo cuántos manifestantes murieron y no hay cifras oficiales, aunque se estima que pueden estar entre los cientos y los miles.

TAIWAN

EL presidente de China, Xi Jinping, ha vuelto a amenazar a Taiwan. Hace un par de semanas, durante la sesión inaugural del XX Congreso Nacional del Partido Comunista, ha avisado que Pekín nunca "renunciará al uso de la fuerza" y deja la puerta abierta a "todas las medidas necesarias" para conseguir su objetivo".

LOS IGURES EN CHINA COMUNISTA

Una parte de la población uigur, compuesta por 8 millones de personas, tiene sentimientos separatistas y se opone a lo que denomina «preponderancia cultural impuesta por el Partido Comunista de China» en la región. Más de UN MILLON de estos uigures se encuentran confinados en campos de concentración similares a los de la Alemania de Hitler. Estos prisioneros son sometidos a extremas violaciones mentales y físicas de sus derechos humanos.

CHINA ES CULPABLE DEL COVID 19

Quizá proceda hablar del “virus PCCh”, el virus del Partido Comunista Chino; para que jamás se olvide quién provocó, con su “malévola negligencia”, este “incendio” que está devorando el planeta. De modo que si, como dice Marc A. Thiessen en su “Yo acuso” monumental, la lacra formidable que padecen ya 193 países "merece ser eternamente vinculada al régimen que facilitó su expansión”; y si, como remarca Trump, de lo que se trata es de ser precisos, entonces quizá proceda llamar a este Covid-19 el "virus PCCh", el virus del Partido Comunista Chino.

LA INVERSIÓN DE LOS ESTADOS UNIDOS EN CHINA

La presencia de compañías estadounidenses se extiende a casi todos los sectores manufactureros o de servicios. En 2000 la inversión total estadounidense en China se situaba en torno a los US$11.000 millones. En 2013 había dado un salto a más de US$60.000 millones. Un crecimiento de 600 por ciento en sólo 13 años.

En tal sentido, la dependencia de los Estados Unidos en la fabricación de productos médicos, farmacéuticos y de alta tecnología en China constituye un verdadero peligro a la seguridad nacional de este país. En momentos en que el mercado mundial clama por "microchips" (semiconductores) para cubrir su demanda y pese a las sanciones impuestas por los Estados Unidos (EEUU), llega el principal fabricante de " chips" de la República Popular China (RPC), Semiconductor Manufacturing International Corp. (SMIC), con modernos semiconductores de 7 nanómetros (nm).

LA TRAICIÓN DE APPLE

Apple diseña todos sus productos en Cupertino, California. Pero, a excepción del procesador A5 que se manufactura en Texas, todo el resto de componentes y productos se fabrican y ensamblan en China. Esa es precisamente la razón por la cual Timothy Cook, presidente de Apple, es uno de los principales defensores de China Comunista en los Estados Unidos. Cook pone los intereses económicos de los accionistas de Apple y los suyos propios por encima de la seguridad nacional de los Estados Unidos. Prefiere ser un multimillonario apátrida antes que un patriota americano.

Pongamos los datos que ha lanzado el New York Times en la mesa: Apple tiene contratados a 230.000 trabajadores en China que fabrican sus productos. Una cuarta parte de esos 230.000 trabajadores viven y trabajan en las fábricas, con jornadas de doce horas diarias y seis días a la semana que se pagan con el salario miserable de 17 dólares por jornada, por jornada no por hora.

UNA POTENCIA EN PELIGRO

Aunque impone una política reproductiva de un hijo por pareja, China Comunista es la nación más populosa del mundo con una población superior a los 1,400 millones de habitantes equivalente al 18.47 por ciento de la población total del mundo. A pesar de una inversión extranjera directa superior a los 173 mil millones—de la cual depende prácticamente su prosperidad—y de una tasa de desempleo del 5 por ciento—entre las más bajas del mundo—China  comunista es un “tigre de papel”, para utilizar una frase china. Es una nación cuyo poderío depende de las inversiones de terceros países.

Por eso no debe de extrañarnos que corra progresivamente la suerte de otras potencias y otros imperios. Ahí están como ejemplo imperios como el británico, el mongol, el ruso y el español—más poderosos en su tiempo que China Comunista—que desaparecieron bajo el peso de sus injusticias y de sus ambiciones. El más reciente una Unión Soviética que parecía inexpugnable hasta que cayó el Muro de Berlín en 1989.

DESPERTAR ANTES DE QUE SEA TARDE

Un país envidiado por su poderío y su prosperidad como los Estados Unidos no puede darse el lujo de “dormirse en sus laureles”. Es hora de que confronte los peligros a su seguridad nacional. Para ello es importante que produzca en su propio territorio los productos y los elementos que garanticen esa seguridad. A nosotros nos corresponde que el “sueño chino” se convierta en un “cuento chino”. Llegó la hora de poner en práctica el lema de los fabricantes de los rifles Henry: “MADE IN THE USA OR NOT MADE AT ALL.”

12-6-22