Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com

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Los votos no se emiten por simpatía sino por la convicción de que el candidato cumplirá sus promesas de campaña.

La confrontación entre Donald Trump, la izquierda demócrata y la élite republicana es una lucha a muerte. En ella nadie pide ni da cuartel. Tan pronto como Trump anunció su decisión de aspirar a la presidencia en las elecciones generales de 2024, la izquierda demócrata—a través del Procurador General Merrick Garland—anunció una nueva investigación parcializada y amañada contra su archienemigo. La motivación por parte de Trump es vengarse del robo de las elecciones de 2020. La motivación de la izquierda demócrata es hacer una nueva trampa—tal como hicieron en el 2020—para seguir aferrados al poder. La motivación de la élite republicana es pasarle la cuenta a Donald Trump, el hombre que se apoderó del partido y descarriló sus planes de contubernio y robo con los demócratas del pantano de Washington.

A las 9 y 22 minutos de la noche del 15 de noviembre, desde los lujosos salones de su complejo residencial de Mar-a-Lago, Donald Trump anunció su aspiración a la presidencia con la frase lapidaria de: “El regreso de América empieza ahora mismo”. Éste es un hombre que dista mucho de los políticos profesionales y que ha triunfado en la empresa privada. Por eso nunca se ha abochornado de ser rico. Es un patriota que afirma que siempre pondrá en primer lugar a los Estados Unidos.

Ahora bien, Donald Trump no es un hombre perfecto pero ha sido mejor presidente que muchos de sus predecesores. Entre sus muchos éxitos ha protegido a los no nacidos, convertido a los Estados Unidos en exportador de petróleo, logrado las tasas más bajas de desempleo, reducido la pobreza, reducido la criminalidad, aumentado las tasas de rendimiento del mercado de valores y controlado las fronteras. Todos esos éxitos debieron de haberle ganado la gratitud de su pueblo, pero los seres humanos somos muy  mal agradecidos.

Me recuerda una anécdota del Doctor José Antonio González Lanuza, profesor de Derecho en la Universidad de La Habana. Alguien le dijo en una oportunidad que una determinada persona lo difamaba. Lanuza contestó categóricamente: “Eso es imposible”. El interlocutor quiso saber por qué era imposible. A lo que el profesor le contestó: “Porque nunca le he hecho un favor”. En el caso de Trump, no me interesa que me haga un favor ni que seamos amigos pero votaría siempre por él para presidente de los Estados Unidos. Los votos no se emiten por simpatía sino por la convicción de que el candidato cumplirá sus promesas de campaña.

En este momento—en que el presidente 45 declara su aspiración presidencial en las elecciones de 2024—le ha salido una sólida competencia en la persona del exitoso Gobernador de la Florida Ron DeSantis. Pero una vez que DeSantis declare formalmente su aspiración le saldrán otros contendores a Trump. Entre ellos, dos estrellas nacientes en el cielo republicano como la ex gobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley y la actual gobernadora de Dakota del Sur Kristi Noem.

Añadamos a este grupo al ex vicepresidente Mike Pence y al ex Secretario de Estado Mike Pompeo, dos personalidades que resultan más atractivas que Donald Trump a los millonarios donantes del Partido Republicano. Otros aspirantes a la silla presidencial podrían ser el ex gobernador de New Jersey Chris Christie y el actual gobernador de Virginia Glenn Youngkin. Sin dudas, quienes disfrutamos de las lides políticas vamos a estar muy entretenidos en los próximos 24 meses.

Ahora bien, para unos demócratas que no cuentan con candidatos capaces de derrotar a Trump en un proceso electoral, el único recurso es el de los tribunales. Por eso el  Fiscal General Merrick Garland nombró como Procurador Especial a Jack Smith con el encargo de que investigara la conducta de Donald Trump con respecto a las elecciones de 2020 así como su supuesto manejo ilegal de documentos clasificados. Pero el prolongado y costoso proceso de la investigación de colaboración de Trump con Rusia realizado por Robert Mueller—que terminó con la exoneración del ex presidente—es una prueba de la inutilidad de este procedimiento.

Por otra parte, la personalidad combativa de Trump provoca la ira de sus adversarios y los convierte en sus enemigos. Este hombre no negocia, se enfrenta. Él mismo se ha referido a ellos diciendo: “Se nos enfrentarán las fuerzas combinadas del establecimiento político, los medios noticiosos, los intereses especiales, los globalistas, las maquinarias políticas y el ras de mar del  dinero espurio. Seremos atacados, vilipendiados y perseguidos pero nos pararemos firmes frente a la tormenta y al final saldremos victoriosos.”

Entre los enemigos más acérrimos está uno de sus antiguos aliados, el ex gobernador de New Jersey Chris Christie. En unas declaraciones contra Trump, Christie manifestó: “Cuando Donald Trump ganó las elecciones de 2016 nos dijo que nos cansaríamos de ganar  y le pediríamos que no siguiera ganando. Pero ocurrió todo lo contrario. En 2018 perdimos la Cámara de Representante, en 2020 perdimos el Senado y la Casa Blanca, en 2021 perdimos en Georgia dos escaños en el Senado Federal que debimos de haber ganado y en este 2022—si tomamos en cuenta la inflación, el precio de la gasolina y el crimen—hicimos un mal trabajo. Yo estoy cansado de perder.” Y yo le digo a Trump: “Cría cuervos y te sacarán los ojos.”

El discurso de Donald Trump el pasado 15 de noviembre estuvo matizado por la moderación y la reflexión en que predominaron mucho de las formas de expresión y de los temas de aquel gran maestro que fue Ronald Reagan. En cuanto a la política internacional de los Estados Unidos, Trump, como lo fue Reagan, es un firme promotor de “paz por medio de la fuerza.”

En tal sentido Trump expresó: “Nosotros necesitamos el poder de los misiles y de una palabra que no me gusta pronunciar, nuclear. Tenemos que tenerlos. Necesitamos un escudo de defensa. Y tenemos que fabricarlo. Y tenemos la tecnología. Y vamos a construirlo. Tal como una vez reconstruimos a los militares voy a hacer esto. Yo he de reconstruir toda nuestra maquinaria militar.”

Ahora bien, para poner en marcha todos estos proyectos Tump sabe que tiene que ganar las elecciones de 2024. En ese sentido tiene buenas noticias porque él sigue siendo la figura política más popular entre los miembros del Partido Republicano. El 80 por ciento de los miembros del partido tienen una opinión favorable de Trump frente a un 11 por ciento que lo rechaza.

Pero ese 11 por ciento tiene pocas probabilidades de neutralizar a Trump. Donald Trump ha resucitado otras veces y siempre ha salido exitoso. Resucitó cuando dijo que John McCain no era un verdadero héroe. Resucitó cuando hizo alarde de tocarles el “trasero” a las artistas de Hollywood y resucitó cuando sus partidarios invadieron el capitolio el 6 de enero de 2021. Lázaro resucitó una vez en el Nuevo Testamento. Donald Trump ha resucitado varias veces en el pantano de Washington. Quede claro que no estoy comparando el uno con el otro.

En cuanto al proceso electoral que se avecina en 2024, Donald Trump ha ganado experiencia en los últimos 6 años. Propone la eliminación de los procesos de computación y la adopción de un sistema simple de papel y lápiz, un período conteo de votos de 24 horas en vez de semanas o meses y hasta una enmienda constitucional de tiempo limitado en cualquier cargo por elección.

Pero no puedo concluir sin tomar en cuenta la situación precaria de la política actual. Ni Trump, ni la izquierda demócrata, ni la élite republicana se cansarán de presentar batalla. Al mismo tiempo, estoy convencido de que Donald Trump seguirá participando en los procesos políticos hasta el  final de sus días y de que ganará muchas contiendas. Porque—para este gladiador de la democracia y de la patria—no hay otra alternativa que “morir con las botas puestas.”

11-22-22