Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com

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Y estos matarifes no saben qué hacer con un pueblo que se cansó de ser esclavo, le ha perdido el miedo al miedo y está dispuesto a sacrificar su vida por la libertad.

Sería casi una bendición divina que los cubanos lográsemos nuestra libertad por medios civilizados y pacíficos. Después de todo, dice el refrán que “la gente hablando se entiende”. Lamentablemente, para que se produzca un entendimiento productivo no es suficiente hablar. Es imprescindible que ambos interlocutores escuchen. Y los tiranos que han hecho de nuestra patria un infierno no están dispuestos a escuchar argumento alguno que limite su poder absoluto sobre el pueblo de Cuba. La persona sin humildad para considerar el consejo de alguien sensato, está expuesta al fracaso. Para ellos y para nuestro pueblo un fracaso que se ha prolongado por más de seis décadas.

En el curso de todo este tiempo la oposición ha sostenido centenares de diálogos con los tiranos cubanos. La oposición hablando y ellos sordos a cualquier planteamiento. Una sordera con la cual han ganado tiempo y se han burlado de los crédulos que consideran que los argumentos son capaces de convencer a tiranos. Ni el General Antonio Maceo se pudo entender con Arsenio Martínez Campos en los Mangos de Baraguá.

Por eso yo nunca me he tragado esa píldora. A  medio camino en nuestro largo peregrinaje, con el título de “El Oprobio de Negociar con Tiranos” escribí: “En nuestra historia nacional, ¿dónde están los progresos de la política pusilánime de Jimmy Carter, el diálogo traidor de miembros del exilio cubano, la complicidad silenciosa del Vaticano y el contubernio cobarde del socialismo español?”

¿Cuál es entonces nuestra alternativa? Para decirlo sin muchos rodeos, ganar nuestra libertad a precio de sangre. La misma fórmula a la que llegó José Martí—aquel iluminado con alma de lirio y maestro de la poesía—cuando se le cerraron todas las puertas. Siguiendo su ejemplo, el 12 de octubre de 1960, fueron asesinados por fusilamiento Porfirio Remberto Ramírez, Plinio Prieto, Angel del Sol, Sinesio Walsh y José Palomino Colón. Diez años después, el 17 de abril de 1970, desembarcaron por Baracoa, en la provincia de Oriente, el Coronel Vicente Mendez y una docena de patriotas cubanos. Mendez y varios de sus compañeros cayeron en combate tres días después de haber desembarcado. No menciono a los centenares de cubanos que han ofrendado su vida por nuestra libertad porque eso haría muy largo este trabajo.

A pesar de la inmolación de los mejores hijos de Cuba y contra todo pronóstico de los analistas del infierno comunista cubano el régimen se ha mantenido en el poder durante más de seis décadas. Primero por el engaño y después por el palo. Pero ese enemigo implacable que es el tiempo se ha encargado de debilitarlo. Desaparecidos el encantamiento de las masas con la muerte del brujo mayor y la rígida disciplina de cuartel implantada por el asesino congénito y de salud quebrantada de su hermano le ha llegado el turno a los matarifes de segunda línea.

Y estos matarifes no saben qué hacer con un pueblo que se cansó de ser esclavo, le ha perdido el miedo al miedo y está dispuesto a sacrificar su vida por la libertad. Por su parte, los miserables le han pedido ayuda a Washington—el enemigo mortal con el cual han justificado todos sus fracasos—cuando el huracán IAN dio el tiro de gracia a la ya debilitada red energética de la isla. Así las cosas, la directora para las Américas de Amnistía International, Erika Guevara Rosas, declaró: “De forma alarmante, las autoridades parecen estar repitiendo las tácticas de represión que utilizaron el año pasado para detener y silenciar a quienes se manifiestan".

Al mismo tiempo, todo indica que las cosas irán de mal en peor. El Observatorio Cubano de Conflictos (OCC), que elabora informes mensuales sobre las manifestaciones de descontento en la Isla, documentó en septiembre 364 protestas que, según su registro, fueron las más numerosas desde julio de 2021. El informe destacó que en el noveno mes del año se produjo un colapso total del Sistema Energético Nacional, el agravamiento de una nueva epidemia, el dengue, y un demoledor desastre natural, el huracán IAN, que dejó unas 30.000 viviendas parcial o totalmente destruidas en las provincias más occidentales, reportó EFE.

Ahora cabe preguntarnos: “¿cuáles son los posibles escenarios a ocurrir en las próximas semanas?” Si el régimen no estabiliza los temas de la generación de energía, la falta de alimentos y la escasez de medicamentos el pueblo se seguirá rebelando. Ya la pasta se salió del tubo y no hay ser humano que la vuelva a meter. Los verdugos, por su parte, reaccionarán como único saben hacerlo: plomo, palo y cárceles. En ese círculo vicioso el pueblo tiene todas las de ganar.

Los acontecimientos podrían seguir un camino similar al siguiente: 1.    El régimen de la Habana reprime las protestas pacíficas y estas dejan de ser pacíficas y se convierten en violentas. 2. Se produce un levantamiento popular en todo el país que lo llevaría a la anarquía. 3. Los militares que no tengan las manos manchadas de sangre podrían unirse al pueblo generando el quiebre del sistema y deponiendo a Raúl Castro y a su satélite Miguel Díaz-Canel,  4. Una junta cívico-militar tomaría el control del país para su estabilización. 5. Esto daría paso a un proceso de transición que debería terminar en elecciones municipales en 12 meses y presidenciales en 18.

En conclusión, la historia está llena de ejemplos en que la libertad fue conquistada al precio de la sangre. Así lo fue en Cuba, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Lo fue también  en este faro de libertad y democracia que son los Estados Unidos. Cincuenta y seis representantes firmaron la Declaración de Independencia con este acuerdo: “Con firme confianza en la protección de la Divina Providencia, nos comprometemos mutuamente nuestras vidas, nuestras fortunas y nuestro sagrado honor”.

¿Qué pasó con las “vidas” y “fortunas” de estos 56 firmantes?

17 perdieron sus fortunas, 12 vieron sus casas saqueadas y quemadas, 5 fueron capturados por los británicos como traidores y torturados antes de morir, 2 perdieron hijos sirviendo en el Ejército Continental, 1 tuvo dos hijos capturados, encarcelados y muertos de hambre en el casco de un barco británico y 9 lucharon y murieron a causa de las heridas y penurias de la Guerra Revolucionaria.

El 23 de marzo de 1775, Patrick Henry se dirigió a la Segunda Convención de Virginia: “Es nada menos que una cuestión de libertad o esclavitud… Nuestras peticiones han sido menospreciadas; nuestras protestas han producido violencia adicional… La batalla, señor, no es sólo para los fuertes; es para los vigilantes”. , el  activo, el valiente… ¿Es la vida tan cara, o la paz tan dulce, como para comprarse a precio de cadenas y esclavitud? ¡No lo permitas, Dios Todopoderoso! Pero en cuanto a mí: ¡Dadme la libertad o dadme la muerte! Nosotros, si queremos ser libres, debemos de estar dispuestos al mismo sacrificio.

10-24-22