Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com

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Tanto el apaciguador como el oportunista son como el camaleón que cambia de color con el cambio de quienes controlen el poder.

Aunque lo nieguen los apaciguadores y oportunistas, ningún pueblo ha logrado la libertad negociando con sus tiranos. Los cubanos somos uno de los muchos ejemplos de la necesidad de empuñar las armas en la lucha por la libertad. Nuestros reformistas y autonomistas fracasaron en sus negociaciones con el Imperio Español. Tuvieron que venir unos mambises hambrientos, descalzos y casi desnudos para conquistar a machetazos puro la libertad de Cuba. Ahora, unos hijos y nietos de aquellos españoles que perdieron la Guerra de Independencia, llevan más de sesenta años sometiendo a los cubanos a las humillaciones y a la vergüenza de una tiranía tan despiadada como la del asesino gobernador español Valeriano Weyler. Finalmente, todo indica que se acerca nuestro tiempo de la libertad pero tenemos que estar en guardia porque, con ese tiempo, han salido de debajo de las piedras los apaciguadores y los oportunistas que se proponen lucrar con nuestra desgracia. ¿En qué consiste esa bajeza? Veamos un par de definiciones.

La definición de apaciguador es aquel que apacigua, pacifica, calma, dulcifica, sosiega, amortigua y serena en poner paz, tranquilidad y con tolerancia sin incitar a la violencia. El oportunista es aquel que olvida sus convicciones con tal de hacer dinero. Tanto el apaciguador como el oportunista son como el camaleón que cambia de color con el cambio de quienes controlen el poder. Por eso vaticino sin el más mínimo temor a equivocarme que en Cuba se repetirá la situación de Alemania cuando Adolfo Hitler se suicidó el 30 de abril de 1945. Al día siguiente del suicidio de Hitler no había un solo partidario del monstruo. Ahora—un día después de la caída de la tiranía castrista—nos costará trabajo encontrar a un solo fidelistas o simpatizante del régimen.

Para ampliar el tema, pasemos revista a algunos acontecimientos que antes y ahora han dado contenido a la historia de Cuba. Una edición latinoamericana del histórico Festival de la Canción de San Remo (Italia, 1951), prevista para celebrarse entre el 10 y 15 de abril en Cuba, se ha ido a pique con las retiradas consecutivas de numerosos artistas. El régimen sigue creyendo en su propio mensaje y es incapaz de reconocer que le ha llegado la hora de soltar el poder. Como de costumbre, quiere cubrir su fracaso con circos donde brillan por su ausencia la libertad y el pan.

En el exterior hay quienes han salido de su inercia y preparan el camino para participar en futuros privilegios. Reconocidos artistas como Gloria y Emilio Estefan han puesto su voz a la campaña internacional "Free The Children" “Liberen a los niños” a fin de conseguir la liberación de menores de edad encarcelados en Cuba desde las protestas del 11 de julio de 2021. "Estamos haciendo una carta para ser firmada por muchas personas, que amen la libertad y denunciar al mundo esa condena que han hecho durante tantos años", explica por su parte, Emilio Estefan. Estos promotores de Barack Obama—que lo han recibido en su casa y donado fondos para su campaña—han dado una vuelta de 180 grados. Ahora ponen sus contactos, su notoriedad  y su dinero para montarse en el tren de una victoria que ya se avecina.

Por su parte, el taimado Barack Obama—quien supo ocultar su socialismo y su racismo—se fue a La Habana al final de su segundo periodo cuando ya no necesitaba el voto de los cubanos para salir electo.  En La Habana, Obama dijo: “A pesar de esas diferencias, el 17 de diciembre de 2014, el Presidente Castro y yo anunciamos que Estados Unidos y Cuba iniciarían un proceso para normalizar las relaciones entre nuestros países”.

Y Obama no se olvidó de sus amigos los Estefan cuando agregó: “La gente de nuestros dos países ha cantado las canciones de Celia Cruz y de Gloria Estefan” La Gloria que una vez dijo: "En Cuba lo que se necesitará es un “borrón y cuenta nueva". Y yo les digo a los Estefan y a todos los que piensen como ellos que “el que la hace la paga”. De lo contrario  jamás tendremos libertad, democracia ni patria. En cuanto a Celia Cruz—la verdadera diva de Cuba—los Castros no le permitieron siquiera asistir a los funerales de su difunta madre.

Por otra parte, no podemos dejar fuera a Willy Chirino. En una entrevista con Wilfredo Cancio Isla, del Miami Herald, Chirino dijo discrepar de Pablo Milanés en asuntos políticos, pero defendió su derecho a actuar en Miami y considera que todos los cubanos debieran sentirse orgullosos por el aporte musical del movimiento de la Nueva Trova. Dijo además “Hay una canción que he escuchado hace unos días en el internet y que se llama Cita con Ángeles, de Silvio Rodríguez. Hasta el momento en que saca al Che Guevara la canción es maravillosa”. Y yo le digo a Chirino que ninguna música o ninguna Trova, por muy maravillosas que sean, son capaces de compensar la falta de libertad o la pérdida de la patria de un ser humano.

Tenemos, sin embargo, la esperanza de nuestros nuevos mambises. Una  juventud que le ha perdido el miedo al miedo, así como se enfrenta a una tiranía que se ha quedado sin promesas y las sustituye con los recursos truculentos del palo, la cárcel y la represión. En total, desde las protestas del año pasado, se ha juzgado al menos a 440 personas, según el recuento del colectivo Justicia 11J y la ONG jurídica Cubalex. Las penas solicitadas por la fiscalía oscilan entre los 13 y los 25 años de cárcel, para los menores en las edades de entre 13 y 23 años. En seis de los casos procesados la petición de condena es mayor que la edad del acusado.

Por su parte, ni el pueblo cubano ni cualquier gobierno que lo represente después de esta horrible pesadilla pueden permitir que queden impunes los crímenes cometidos por estos asesinos y represores. De hecho, la organización Archivo Cuba, ha concluido que en el más de medio siglo que lleva la Revolución se fusilaron a 3.116 personas y otras 1.166 fueron ejecutadas extrajudicialmente, aunque reconoce que es "muy difícil" saber los números exactos. Perdonar a los asesinos de estos mártires sería traicionar su memoria.

Empecemos por el ejemplo de coraje de Carlos Manuel de Céspedes, nuestro padre de la  patria. En mayo de 1870, el capitán general Caballero de Rodas le dijo que si deponía las armas respetaría la vida de su hijo Amado Oscar de Céspedes y Céspedes, un estudiante de 22 años, que había sido capturado y condenado a muerte. La respuesta de Céspedes fue categórica: “Oscar no es mi único hijo, soy el padre de todos los cubanos que han muerto por la libertad de Cuba". El joven fue ejecutado el día 29.

Un año más tarde, el 27 de noviembre de 1871, la chusma de los Voluntarios de La Habana les arrancó la vida a ocho jóvenes inocentes del delito que se les imputaba. Fueron declarados culpables y condenados a muerte: Alonso Álvarez de la Campa y Gamba de 16 años de edad, Anacleto Bermúdez y González de Piñera de 20, Eladio González Toledo de 20, Ángel Laborde Perera de 17, José de Marcos Medina de 20, Juan Pascual Rodríguez Pérez de 21, Carlos de la Torre Madrigal de 20 y Carlos Verdugo Martínez de solo 17 años, quien se encontraba en la provincia de Matanzas el día del presunto delito. Como puede apreciarse en el grupo habían un niño de 16 años, dos adolescentes de 17 y del resto ninguno rebasaba los 21 años de edad.

Contamos, sin embargo, con casos tan documentados que no pueden ser negados ni puestos en dudas. Porfirio Remberto Ramirez, Presidente de la Asociación de Estudiantes de la Universidad de Las Villas, fue un líder guerrillero capturado en combate en Pico Tuerto, en esa provincia, y ejecutado por un pelotón de fusilamiento con cuatro compañeros en armas. Dejó una carta fechada octubre 12, 1960. Los jóvenes Virgilio Campanería Ángel y Alberto Tapia Ruano, miembros del Directorio Revolucionario Estudiantil, integrado en su mayoría por jóvenes cristianos, enviaron a sus familiares sendas cartas de despedida, horas antes de su fusilamiento en La Cabaña el 17 de abril de 1961.

Y qué decir del asesinato perpetrado por el miserable Osmani Cienfuegos en una rastra donde hizo transportar a 120 invasores de Bahía de Cochinos. La muerte por asfixia el sábado 22 de abril de esos miembros de la Brigada 2506 es considerada uno de los crímenes más brutales del régimen castrista. La falta de aire y las altas temperaturas hicieron el resto. Fallecieron en el camino Alfredo Cervantes Lago, José Ignacio Macia del Monte, Pedro Rojas Mir, Hermilio Quintana Pareda, René Silva Soublete, José Vilarello Tabares, José Sántos Millán, Moisés Santana González y Santos Ramos Álvarez.

Pero el hundimiento del remolcador “13 de marzo” en la madrugada del 13 de julio de 1994 no tiene paralelos. Cuatro barcos equipados con mangueras de agua a presión embistieron a un viejo remolcador que huía de Cuba con 72 personas a bordo, a 7 millas de la bahía de La Habana.​ Como resultado de esta acción, el remolcador 13 de Marzo terminó hundiéndose, con un saldo de 41 muertos, incluidos 10 menores de edad.

Otro delito igualmente repulsivo fue el Derribo de dos Aviones de la organización Hermanos al Rescate por aviones de combate de la Fuerza Aérea Cubana ​el 24 de febrero de 1996. Los aviones de Hermanos al Rescate carecían de armamentos y llevaban a cabo una misión de ayuda a los cubanos que escapaban por mar hacia los Estados Unidos. El saldo fue de cuatro muertos, tres de ellos ciudadanos estadounidenses de origen cubano y un cubano residente en Estados Unidos. Sus nombres son ya parte de nuestra historia heroica: Armando Alejandre Jr., Mario de la Peña, Carlos Costa y Pablo Morales.

A todos estos oportunistas que han vivido y viven en la cerca política mientras promueven sus propios intereses los confrontamos con la admonición del Apóstol de nuestra patria. Y nada más indicado que el discurso de Jose Marti en el Masonic Temple, Nueva York, el 10 de octubre de 1887. Martí se preguntó: “¿A qué iríamos a Cuba?” y se contestó: “¿A ver a un pueblo entero, a nuestro pueblo, en quien el juicio llega hoy a donde llegó ayer el valor, deshonrarse con la cobardía o el disimulo? Puñal es poco para decir lo que eso duele. Ir a tanta vergüenza. Otros podrán. ¡Yo no puedo!”

Desgraciadamente para los apaciguadores y oportunistas—perdonadores de delitos en que ellos no fueron víctimas—quienes hemos participado y participamos en la lucha por la libertad de Cuba tenemos buena memoria. Porque todos sabemos que “los pueblos  que olvidan su historia corren  el riesgo de repetir sus errores”. Esa memoria nos recuerda que nuestros mártires reclaman justicia. Una justicia en que los asesinos reciban un castigo adecuado a la dimensión de su delito. Antes he dicho y ahora repito: “Sin justicia no habrá paz”.  Una paz que ha sido consagrada con la sangre de nuestros mártires y las lágrimas de nuestras mujeres.  

2-8-22

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